Años después de ser vendido a piratas por su mejor amigo, y que el padre este se case con Catalina, su prometida, Raúl regresa al río de la plata en busca de venganza y se reencuentra con su hermana, Esperanza, quien con su adorable carácter tratará por todos los medios que no efectúe su cometido, aunque todo plan de venganza puede caer al reencontrarse con Margarita, la hermana rebelde de su ex prometida.
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capitulo 12: "EL CARGAMENTO”
Raúl, Henry y Clark, sin salida y rodeados estaban dispuestos a comenzar a pelear, cuando de hoyo un disparo y uno de los hombres cayó. Acto seguido, otro fue herido por una fecha. Ellos miraron sorprendidos.
-¿Qué es eso?- pregunto Henry confundido.
-¡Mi hermana!- respondió Raúl viendo hacia la colina y sonriendo. Tomo con fuerzas su espada y fue hacia el "Hombre grande". Se topó con otros en el camino antes de llegar a su objetivo. Cuando estuvieron frente a frente, el gigante lo provocaba con las manos y Raúl se lanzó sobre él.
Comenzaron a pelear, era grande y fuerte, pero Raúl bueno con la espada, más ágil y rápido. Encontró una cuerda y le enredo hasta hacerle caer al piso, en ese momento se dio cuenta de que dos hombres subían a la colina.
-¡HENRY!- grito -¡ESPERANZA!-
En ese momento su contrincante lo tacleo de espaldas para seguir peleando.
Henry escuchó a su amigo y salió lo más rápido que pudo para ayudar a Esperanza.
Esperanza estaba tan distraída disparando su ballesta que no se había dado cuenta de que dos hombres subían la colina. En cuanto los vio, se paró y se dio la vuelta tan rápido que cayó de espaldas, alcanzó a lanzarle una flecha a uno de los hombres, quien perdió la espada.
El que estaba más atrás se adelantó y se abalanzó sobre ella, lo único que pudo hacer es arrastrarse de espaldas hacia atrás, pero alguien se arrojó sobre él, de costado, tirándolo al piso. ¡Era Henry!
Mientras que el inglés luchaba con ese hombre, el que Esperanza había herido con la flecha se fue sobre ella, quería tomar sus pies. Llego a tomar uno y la arrastró. Con ese brusco movimiento se le cayó la ballesta. Tratando de sujetarse sobre algo mientras la arrastraba, pero no hacía nada. Hasta que, al fin, encontró una piedra y lo golpeó, dejándolo atontado. Quiso aprovechar esta posibilidad para escapar, pero el hombre la tomo de la cintura y la tiró al suelo.
Esperanza luchó lo más que pudo, teniendo en cuenta que el malhechor la sostuvo de las manos. En ese momento Henry logro separarse por un momento de su contrincante y atravesó al de ella con la Espada, aunque el otro regreso para tirarse sobre él. Esperanza corrió en busca de su ballesta, al ver qué Henry ya estaba en el piso, no dudo ni un segundo, acabando con la vida del bandido.
La joven respiro fuerte mirando al inglés, muy cansada se dejó caer. Él caminó hacia ella y se arrodilló a su lado.
-¿Estáis bien?- pregunto agitado, apoyando su mano en el rostro de ella.
Estaban tan cerca, Esperanza sentía tan fuerte y poderosa en ese momento, tomo el rostro del hombre con ambas manos y lo beso. No podía creer lo que estaba haciendo.
Henry se apartó de repente, mirándola fijamente por un segundo, se arrepintió, tomo valor y volvió a besarla
Raúl, por su lado, había derribado al "Hombre grande”, pero decidió dejarlo vivo.
-¿Estado?- pregunto a Clark.
-Los nuestros caídos. Al parecer, ellos casi todos muertos, solo tres quedaron vivos, pero no logro escapar ninguno.- respondió él joven -Señor ¿Qué haremos con los sobrevivientes?-
-Por el momento, ponerlos en el calabozo del "Águila Dorada".- Respondió refiriéndose a su nave.
El muchacho se dio vuelta y se marchó. En ese momento, se acercaban Henry y Esperanza que acababan de bajar de la colina.
-¿Estáis bien?- pregunto Raúl abrazando a su hermana -Lo siento, no creo...-
-Estoy bien.- respondió Esperanza -¿A cuántos hombres he...?-
-No penséis a quien le disteis, nos has salvado la vida.- la consoló viéndola a los ojos.
-¿Qué haréis con los prisioneros?- pregunto Henry, notando que llevaban a los hombres hacia el "Águila Dorada".
-No lo sé... Tal vez los mandé a "Tortugas" en el próximo viaje.- respondió él.
-Oh ¿Y el... Cargamento?- pregunto otra vez Henry.
-Por el momento lo guardaremos en el subsuelo de "El Prado".- dijo -Oh, y OS queda bien las prendas de hombres.- continuo simpático, refiriéndose a los pantalones que llevaba su hermana, mientras caminaban los tres.
-Si, gracias. Ahora entiendo por qué Magui los usa... ¡Extremadamente, cómodos!- respondió ella sonriendo.
Así se alejaron, los tres caminando, sabiendo que era un pequeño paso hacia la meta final, y ocultando lo ocurrido en esa colina.
El fin de semana siguiente fue la boda de Jane y Clark. Le siguió una pequeña fiesta para celebrar el evento en el jardín de la casa del señor Buffont.
Cómo Jane había invitado a Esperanza y Margarita, estaban allí. Aprovechando esto, Raúl decidió invitar al señor Ruiz de la Garza, con su yerno y su hija Catalina.
Se encontraban charlando en un costado del jardín, cómo Henry había mencionado, el evento se realizó allí, ya que era una hermosa noche de verano.
-Como le decía, nuestro negocio ha tenido un golpe inesperado...- comentaba el señor Ruiz de la Garza.
-¡Oh! ¿En la plantación de algodón?- pregunto alerta su hija mayor.
-¡Catalina! Por favor, no te entrometas.- dijo severo su esposo.
-Lo siento, quizás pueda ayudarlos en algo.- interrumpió Raúl, esperando que tal vez lo inviten a participar.
-No creo que tenga solución, pero se le agradece su ofrecimiento.- respondió Alfredo.
-Pero quizás, él encuentre la solución.- tercio Catalina nuevamente.
-No creo que puedas opinar de otra cosa que no sea bordar...- dijo su padre en tono de burla.
-Deberías dejar de hacerme sentir avergonzado...- comento Alfredo entre dientes -¿Por qué no vas a platicar con alguna Dama de algo que si entiendas?- sugirió en un duro tono.
-Sí, esposo.- respondió ella bajando la mirada y se marchó con notable afectación.
Raúl sintió mucha pena por la mujer, le disgusto está situación, y surgió aquel viejo sentimiento, el cual creyó extinto.
-Como le decía, por fortuna tenemos otro negocio entre manos, por el cual confiamos en un buen resultado.- continuo Ruiz de la Garza como si nada.
-Muy interesante, ¿Qué negocios son esos?- pregunto.
-Tal vez, si resulta bien, que es lo que estimamos, en un futuro lo incluiremos... mientras afianzamos la confianza.- respondió el hombre mayor.
-Entonces, brindemos por eso.- propuso Raúl levantando la copa.
Definitivamente no podía ingresar a su círculo tan cerrado que existían entre los dos hombres, pero por supuesto no se daría por vencido... Tal vez, el camino sería otro.
Raúl quiso alejarse un poco del evento. Aunque tranquilo había demasiadas personas, aún no entendía de dónde lo conocían los novios.
Miro para un costado antes de abrir la puerta de entrada y vio a Catalina, sola parada, mirando fijo a la nada.
-¿Señora Uriarte Soler?- pregunto -¿Se encuentra bien?-
-¡Oh! Señor Buffont.- dijo ella y desvío la mirada -¡Qué vergüenza con su merced!-
Raúl se dio cuenta de que estaba llorando y le ofreció un pañuelo.
-No es mí asunto, con todo respeto, pero ningún hombre debería tratarla así.- sugirió él.
Catalina tomó el pañuelo y se secó las lágrimas.
-Gracias, pero quizás mí esposo tenga razón. Fui imprudente y no entiendo del tema.- lo justifico ella bajando la mirada.
-Considero que usted mucho más capas que solo atender su hogar y a su familia.- la consoló mientras la miraba con cariño. Estaba tan bonita, el color de sus ojos se veían más verdes que nunca, parecía que no había pasado el tiempo.
Ella levantó la mirada.
-Usted me recuerda a alguien.- confesó contemplándolo con detención.
Raúl se puso nervioso, no estaba seguro de que responder.
-No se a quien podría ser, acabo de conocer estas tierras que eran las de mí madre.- se escudó.
-Sois ojos.- musitó ella -Son sus honestos ojos.- y le apoyo la mano en la mejilla.
Él solo la miro. Sintió un fuerte impulso y apoyo sus labios sobre los de ella. Con pudor en un principio, cómo pidiendo permiso. Luego la intensidad fue subiendo y alcanzó una fuerza apasionada.