Bayolett Anderson era la chica a la que todos esperaban saludar por la mañana en la escuela. Era amable, femenina, inteligente y la mejor en todo, literalmente. Todos la conocían como La Duquesa debido a que su familia era una de las más ricas, y por su actitud. Ella misma planeaba su futuro meticulosamente. A pesar de siempre mostrar una imagen perfecta, solo aquellos que realmente la conocían sabían quién era en realidad. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres decidieron
intervenir en su destino. ¿Acaso los matrimonios arreglados aún existen en la actualidad? Al parecer sí. Al ser unos padres ausentes, no fue mucha sorpresa para Bayolett, pero sí mucha indignación. Eros Wild era uno de los más destacados de toda la ciudad. Eros seguía su camino hacia lo que quería, mostrando su
dominio y estableciendo las reglas. Por otro lado, Bayolett revelaba poco a poco su verdadera esencia, la cual mantenía oculta ante los demás y que sería su perdición. Eros sería otra de las victorias.
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Capitulo 24
Sigo apoyado sobre el umbral, mientras la veo socializar.
Como lo hace si hace una hora no hubiera estado a punto de derrumbarse. –Sonrío levemente. Es la primera vez que tengo control sobre ella, en algún modo. Se siente bien ver como se estremece, como trata de callar sus gemidos, y como me miró, con suplica en sus ojos. Un castigo diferente, por todo lo que me provocó, y por esa ridícula semana de obedecerla. Se dará cuenta quién tiene el control, después de todo. Tomo mi teléfono y abro la aplicación, ese pequeño aparato es exactamente para esto, hacer temblar a tu pareja desde lejos. Y ella no lo sospechó ni un poco. La miro al mismo tiempo que aprieto la pantalla. Sus piernas enseguida retroceden, mientras aprieta sus labios. Sonríe unos segundos hacia ellos y luego empieza a caminar, vuelvo a apretar la pantalla y se apoya en una mesa. Muerdo mi mejilla, podría hacerla venir tan bien, pero seguirá con su orgullo hasta el final. Quiero cambiar eso.
Su cabeza se gira, buscándome. Encuentra su mirada en la mía y la mantiene fijamente, con una mezcla de enojo y excitación. Suspiro, nadie creería que alguien tan discreta y con postura, estaría a punto de tener un orgasmo en frente de todos. Camina rápidamente hacia la puerta principal, empiezo a seguirla.
-Eros –me detengo cuando el señor Fox se cruza frente mío. La observo salir por la puerta, suspiro y lo miró.
-Ahora no –lo miro unos segundos y luego paso por su lado.
-Luego hablaremos del contrato, ¿verdad?, lo ignoro y sigo caminando Salgo por la puerta principal, mientras la veo caminar hacia el auto. Cuando pasa junto a una pareja vuelvo a tocar la pantalla. Hace lo posible de sentarse pero se
mantiene firme, mientras recibe una mirada de ellos. Llega al auto y abre la puerta trasera, camino más rápido cuando la cierra. Llego, pero los vidrios polarizados no me dejan verla.
Giro mi cabeza hacia mis hombres, a unos metros del auto. Les hago seña con la cabeza, indicándoles que se vayan. Empiezan a caminar y vuelvo a mirar la ventana. Tomo el pomo de la puerta y la jalo, suspiro al notar que está cerrada.
-¿Vas a esconderte ahí?. Miro el teléfono y toco la pantalla, esta vez puedo escuchar su gemido. Aprieto mi mandíbula mientras cierro los ojos, imaginándome su boca en mi oreja, mientras lo repite. Ahora yo también estoy perdiendo el control.
-Tal vez –escucho su voz agitada –puedo arreglarlo yo misma –me quedo en silencio, mientras mi mente se desvía a la imaginación de verla a ella, tocándose a sí misma.
-No te lo quitarás hasta que nos vayamos. Al menos que yo sea quien lo quite.
-Vuelvo a apretar la pantalla, más fuerte. Apoyo mi mano en el auto cuando su gemido sale más fuerte, está empezando a despertarme.
-No aguanto –escucho su lloriqueo –no quiero acabar así –vuelvo a colocar mi mano en el pomo.
-Déjame entrar. Yo te ayudare –no oculto el apuro en mi voz, lamo mis labios. Escucho el sonido de mi respiración unos segundos, hasta que se escucha el seguro de la puerta ser sacado. Miro hacia la ventana, guardo mi teléfono y abro la
puerta. Me siento mientras la veo del otro lado, mirándome con cuidado, mientras mantiene sus piernas apretadas.
Cierro la puerta. Inclino mis manos en el asiento, mientras me inclino hacia ella. Mantiene su mirada en mis ojos, hasta que las baja a mis labios. Estiro mi mano y rozo su vestido.
-¿Puedo tocarte? traga saliva, asiente luego de unos segundos
Inclino más mi cabeza, acariciando mis labios en su mejilla. Hasta llegar a su oído.
-Dilo –susurro –dilo y lo haré.
-No jodas...
-Shh –se calla –esas no son las palabras –me acerco más, estiro mi mano hacia mi bolsillo, tomo mi teléfono y toco la pantalla, mantengo mi dedo Jadea, mientras tira su cabeza hacia atrás. La miro, sus ojos cerrándose mientras abre su boca, exclamando de placer. Me hará acabar con solo mirarla.
Deslizo mis ojos hacia su mandíbula, hacia sus clavículas, hasta el comienzo de sus pechos, hasta terminar en sus piernas temblando. Es una deidad, solo falta que esté en mis brazos.
-Para miro su boca –por favor –saco el dedo de la pantalla, resopla y mantiene sus ojos cerrados –. Eros. Inclino mi cabeza hacia ella, me mira, puedo ver claramente la suplica.
-¿Si? –aprieta su mandíbula.
-Por favor –susurra, cerrando unos segundos los ojos. Levanto mi mano, tiembla cuando toco su muslo, acariciándolo.
-¿Por favor, qué? –acaricio mis labios a los suyos. Parece más una tortura para mí que para ella, con solo pensar en lo húmeda que debe estar, y lo bien que se sentiría estar dentro de ella. Me mira unos segundos, sacando unos segundos la suplica y reemplazándola por algo de enojo. Su mano se enreda a mi saco, conecto mis ojos a los suyos.
-Tócame –sonrío de lado –y deja de torturarme. Vuelvo a mirar sus labios, me acerco más y cazo su labio inferior, mordiéndolo, para después succionarlo. Jadea, me deslizo hacia su garganta, mientras subo más mi mano. Sus piernas se tensan en mi tacto, haciendo todo lo posible por cerrarse, las abro.
-Relájate, Duquesa –el apodo sale sin mi permiso, jadea suavemente cuando Llegó al valle de sus pechos saco mi mano, coloco ambas por debajo de sus rodillas y la jalo, recostándola en el asiento. Vuelvo a abalanzarme al mismo tiempo que me mira, bajo la tela de sus hombros, hasta dejarla por debajo de sus pechos. Lamo mis labios y llevo mi lengua a uno, sus manos enseguida jalan mi cabello. Gimotea cuando succiono, mientras noto su pierna rozar mi dureza. Gruño y aprieto mis manos a su cintura, mi lengua presta atención a su otro pecho, mientras una de mis manos bajan. Subo su vestido, hasta poder Llegar a su entrepierna. Bajo apresuradamente sus bragas, para luego deslizarme lentamente entre sus pliegues. Se contrae debajo de mí, mientras dulces sonidos escapan de su boca. Distingo el pequeño objeto dentro de ella, lentamente lo saco, alejándolo. Levanto mi cabeza y la miro, resopla, mientras me deja ver su hermosa mandíbula y alentándome a besarla. Cierro unos segundos los ojos cuando mis dedos se adentran más, tomándola totalmente húmeda. Sigo acariciando, baja su cabeza mientras junta sus cejas, mirándome con súplica.
-Eros –aprieto mi dedo a su punto, gime y cierra los ojos –.Necesito..traga saliva, inclino mas mi cabeza hacia ella
Beso su mandíbula, rasgo un poco mis dientes en ella. Subo mi otra mano y la enredo a su cabello, me incorporo apoyando mi rodilla en el asiento, mientras hago que incline su cabeza.
Muevo mas rápido mi mano, frotándola contra su punto débil. Jadea y me mira, incapaz de poder decir algo. Sus manos tratan torpemente de alejar las mías, pero apenas puede moverse. Observo con detalle como abre más su boca, esta vez dejando escapar un grito. Cierra los ojos mientras sus piernas tiemblan, las cierra. Detengo mis movimientos,
Mientras empiezo a regular mi respiración. Su cuerpo da unos leves espasmos, estremeciéndose. Abre sus ojos y parpadea, me mira. Me vuelvo a inclinar, hasta acercar mi cabeza hacia la suya, me mira aún jadeante.
-Parece que caíste, después de todo –susurro, bajo la mirada a sus labios. Me acerco a ellos, pero enrolla su mano a mi camisa. La miro al mismo tiempo que me quita de encima suyo, sentándome en el asiento. Frunzo el ceño, hasta que
acaricia mi pecho. Cierro los ojos cuando besa mi cuello, lamiéndolo, hasta llegar a mi oído. Su mano abre los primeros botones de mi camisa y acaricia mi pecho, comienza a
Bajar su mano.
-No seré la única que caiga –mi abdomen se contrae cuando acaricia mi erecció*, por encima de la tela. Su lengua se desliza hasta mi mandíbula y me mira. Sonríe levemente mientras se acerca, besa la comisura de mi labio. Su mano se
adentra, para después sacar mi miembro hacia afuera, siseo.
Baja sus labios hasta mi garganta, haciendo que tire mi cabeza hacia atrás. Cierro los ojos y me relajo. Sus labios se alejan de mi, y un ronco gemido sale de mi al sentirlos alrededor de mi miembr*, humedeciéndolo con su boca.
Incorporo mi cabeza y la miro, sus manos lo envuelven a medida que saca su lengua, y su lento deslizamiento cambia a uno más rápido, haciéndome gruñir de placer. Mis manos recogen su cabello, lo aprieto levemente, mientras mis caderas se mueven instintivamente hacia arriba. Aprieto mis dientes ante su velocidad, cierro los ojos cuando la disminuye, pasando solo su lengua alrededor.
-Mierda -gruño, sintiendo mis dientes apretarse de la excitación. Empieza a mover su mano, mientras la humedad de su lengua acaricia la punta.. Aprieto mi mano al asiento, mientras la otra sigue apretando su cabello. Sigue con sus movimientos hasta que me siento tensa, siseo y saco su boca,
mientras me siento acabar. Mi cabeza cae hacia atrás mientras dejo que mi garganta se descargue, cierro los ojos.
Definitivamente, nunca termino de conocerla. Inclino mi cabeza, mientras empiezo a acomodarme. La miro, acomoda su vestido y me mira, levanta una ceja.
-¿Nos vamos? –sonríe, sonrío levemente y niego con la cabeza
Miro a mi alrededor unos segundos, notando algunas miradas. Vuelvo a mirarla, toma de su chocolate caliente, mientras sus manos tiemblan.
-Odio el maldito invierno –gruñe, tapando sus orejas con su gorro.
-Creí que eras una de esas personas que les gusta la navidad - miro las decoraciones en la ciudad unos segundos.
-No mucho –murmura, dejando la taza en la mesa. Se inclina –y hablando de eso, ¿qué sucederá en navidad? –tomo un sorbo de mi café –¿lo pasaremos con mis padres? –frunce levemente el ceño. Ya puedo notar que eso no es lo que quiere.
-¿Antes, cómo eran? –pregunto –con tus padres.
-Nunca pase navidad con ellos, solo cuando era pequeña –se encoge de hombros luego empecé a pasarlo con Rachel y su familia –asiento levemente.
-Pues, no las pasaremos con tus padres –suspira y asiente –Mi madre siempre me invita a pasar las festividades en su casa en Italia. De seguro mandará la invitación –levanta las cejas y asiente.
-Que hermoso.
-Ahora que están, extrañamente más amigables, de seguro te invitara –sonríe levemente y toma su taza –¿Qué hiciste para caerle bien? –Mi madre un día me llamó y empezó a hablarme bien de ella. Pero no de la manera superficial, como habla de sus amigas, sino sincera y tranquila.
-No hice nada en específico para eso. Simplemente, estuve en un momento en el que ella necesitaba algo. –se encoge de hombros, tomando un sorbo. Entrecierro los ojos y sonrío levemente.
-¿jugarás a la misteriosa conmigo?
-No. De hecho, quiero jugar otras cosas contigo –ladea la cabeza, miro hacia otro. Lado aun sonriendo. Siempre me provoca en los momentos más inesperados.
-Eres terrible –sonríe inocente. Aparto mi mirada de ella en cuanto suena mi teléfono, Io saco de mi bolsillo y lo tomo.
-¿Madre?
Hijo, querido –levanto levemente las cejas ante su tono animado, ¿cómo estás?
-Bien. ¿Cómo estas tú? –frunzo levemente el ceño, Bayolett se mantiene mirándome.
-Oh, de maravilla. Y sabes, te llamaba para invitarte a mi querida casa en Roma –asiento.
-Estaba esperando tu llamada –ríe.
-Será genial. Y trae a Bayolett –la miro frunzo el ceño cuando deja la taza en la mesa, mientras se inclina en ella.
-Déjame hablar con ella –murmura, mirando el teléfono.
-Ya cortare –murmuro, frunce el ceño y me arrebata el celular
La miro mal y hace lo mismo, sonríe y coloca el teléfono en su oreja.
-Ester ríe –estoy bien. Y por lo que escucho, también tú –vuelve a reír. Se mantiene con su sonrisa unos segundos más, la detallo. Su sonrisa verdadera, no esa que hace cuando arruga la nariz, esa es falsa.
-Sería un placer. Excelente, la veo ahí –ríe unos segundos más y luego cuelga –. Adoro a esta mujer.
-No vuelvas a arrebatarme el teléfono –me lo tiende, estiro mi mano y lo coloca en su mano, para después volver a alejarlo. Suspiro y la miro mal.
-Ya, ya. No quiero tener que ponerte el bozal o tomo y lo guardo.
-Yo debería de empezar a ponerte uno levanta una ceja.
-Yo cuido mi boca muy bien –la miro incrédulo –la mayoría de las veces –aleja su mirada y levanta las cejas –. Oh, la tienda de regalos. Rápido, quiero comprarle un regalo a tu madre –toma un largo sorbo y luego se levanta. Suspiro y me levanto, saco mi billetera al mismo tiempo que veo que coloca dinero
en la mesa.
-Eso es chocolate caliente –La miro, sonríe arrugando su nariz y luego se aleja. Observo como se acerca a la tienda, apenas puede caminar con toda la cantidad de abrigos que se puso. Sonrío inevitablemente y miro hacia la mesa.
Porqué no ha huido de las garras de sus padres?🤔
Porqué no le dice a Eros las verdaderas condiciones en las que ella ha vivido?🤔
Porqué no busca una salida a todo si es inteligente?🤔
Qué emoción 🤓
Pero no sé hasta dónde Eros comprenda a Bayolet 🤔
Sigo con mis conjeturas hay algo más en ese matrimonio arreglado que no termina de convencerme 🤔
Cómo es posible ésto pero no nos engañemos aún en pleno siglo XXI muchas chicas están expuestas a éste trato por parte de quien debería cuidarlas y protegerlas de todo y de todos 😥😥😥