Akim Lebreu es un hombre nacido en cuna de oro, tratado como un príncipe. Estudió en la mejor universidad, fue capitán del equipo de la misma... pero siempre le hizo falta algo.
Cindy es una chica que está acostumbrada a ganarse el día a día y no le teme a los retos que le pone la vida. Siempre cuenta con la ayuda de sus dos mejores amigas, Lourdes y Latifa, siempre juntas.
Pero ¿qué pasa cuando las almas gemelas se encuentran?
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Nuestra primera vez
Akim
Mandé a pedir que arreglaran el chalet de visitas para que nos quedaramos allí por esta noche. Pedí unos aperitivos y champagne para que degustáramos. Una vez todo estuvo listo, nos fuimos al lugar, ella no conocía esta zona, su rostro me decía lo maravillada que estaba.
- Este lugar es hermoso aquí, parece salido de un cuento de hadas
Y era cierto, mamá quería que los invitados se sintieran en casa; contaba con dos habitaciones, una sala de estar amplia y abierta que se unía al comedor y a la cocina, tenía grandes ventanas francesas donde se podía apreciar el jardín que lo rodeaba. La habitación principal tenía un baño con jacuzzi para que el huésped disfrute de su estancia aquí.
Cuando entramos a la habitación, Cindy quedó sorprendida pues había pétalos de rosas por doquier y velas aromáticas. Las chicas tendrían un bono extra en el sueldo por ese detalle.
- Que lindo se ve todo ¿en qué momento preparaste todo esto? - preguntó dando vuelta para quedar frente a mí.
- Ya sabes nena, siempre tengo un As bajo la manga
Su sonrisa se amplió, juro que ella es la obra de arte más bella del mundo. Es definitivo, la quiero como mi mujer, mi esposa y madre de mis hijos.
Me gusta todo de ella, desde su personalidad, su honestidad, su independencia, su lindo cuerpo y su carita tierna. Ella es mi nena, la quiero conmigo cada día, cada noche hasta que mi existencia en este plano deje de existir.
Nos fuimos a la terraza de la habitación donde nos esperaba el pequeño banquete de aperitivos. Nos acostamos en el sofá-cama para disfrutar de todo. ella tomó una de las fresas con chocolate y me la ofreció, yo la recibí encantado, luego yo hice lo mismo con ella. Mordió la fresa de una manera tan sensual que mi amigo allá abajo lo celebró. No pude contenerme más y como un depredador me lancé sobre ella para devorar esa boquita que incita al pecado.
La subí a horcajadas sobre mí, para besarla aún mejor, dejé su boca para lamer su cuello... su olor es delicioso. De a poco le fui quitando la camisa que traía, no había afanes, quería disfrutar de ella.
Cuando esa prenda ya no estuvo, me deleité con su hermoso pecho. Llevaba un sostén sencillo, pero en ella se veía sexy. gracias al cielo el broche estaba al frente, así que fue fácil descubrir el paraíso.
Puse mi boca allí para besar, lamer, mordisquear un poco, mientras ella solo lanzaba sonidos de satisfacción.
Las manos de ella viajaban por todo mi torso y brazos que aún estaban atrapados por mi camisa. Ella prosiguió a desabotonarla descubriendo así mi cuerpo.
- ¿Dónde estuviste toda mi vida? - dijo con los ojos brillantes por la pasión - eres todo un festín mi grandote.
Yo solo solté una carcajada, esta mujer siempre lograba sacarme una risa aún en el momento más sensual.
Ella también lamió y mordió todo lo que quiso, yo feliz disfrutando de todo aquello. En un movimiento rápido la puse sobre el sofá-cama y quise probar su esencia, si que sabe rico, manjar de dioses, era como la miel del maná, me sentía insaciable, entre más probaba más quería.
Así una vez estuvo lista para mí, me dispuse a entrar a ese valle glorioso. Ella es el paraíso, lo reiteró. Sus gemidos inundaron el lugar, era la mejor banda sonora, simplemente magistral.
Esta noche la hice mi mujer, esta noche fue la primera vez de muchas veces. Y yo me hallo, enamorado.