Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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Capítulo 13
Reece
Tengo un enredo en mi cabeza tan grande, que me sorprende que pueda seguir actuando con normalidad en el día a día. Así que debido a ese tremendo enredo, he decidido no ver a Julieta hasta que tenga un poco más de claridad en lo que está sucediendo conmigo y esta atracción que tengo con Yohei.
Las preguntas están perpetuamente presentes, de si debo terminar con Julieta o es simplemente un capricho y curiosidad, lo que me hace actuar de esta manera con el pequeño.
Sé que estoy siendo completamente un idiota con él, pero a diferencia de con Julieta, vivimos juntos y no puedo dejar de verlo mientras me aclaro.
Mientras tanto, trato de empujar todo lejos y vamos a cenar con Yohei, así como le prometí, a un lugar de clase alta. Ambos vestimos con lo mejor que tenemos y recuerdo, cuando nos sentamos en una mesa y noto lo natural de su actuar, que Yohei viene de una familia millonaria, probablemente mucho más de lo que me puedo imaginar y está acostumbrado a este tipo de lugar.
Ambos pedimos y empezamos a hablar de nuestras clases y de lo difícil que es alguna de ellas, cuando de pronto, Yohei se ve visiblemente incómodo.
-¿Qué sucede?- pregunto.
-¿Nada?
-¿Es una pregunta?
Él suspira y se inclina en la mesa para hablar en voz baja. –Quizá me equivoque de persona, pero ¿no es ella tu novia?- pregunta, mirando hacia algún lugar detrás de mí.
Miro también y efectivamente es ella la que se acerca desde la puerta.
Mierda, nunca pensé que este lugar sería uno que ella frecuentaría.
Miro a Yohei, sin saber qué hacer, ya que seguramente es cosa de tiempo, antes de que ella me vea.
-Ve a saludarla y luego vuelves- decide él por mí.
Asiento, sabiendo que es lo correcto por hacer, ya que ella es, después de todo, mi novia oficial.
-Vuelvo enseguida- prometo. Me levanto con la idea de sólo saludarla y decirle que estoy aquí con un amigo, antes de volver con Yohei, pero cuando me cruzo en su camino, su expresión es de horror.
-¿Qué haces aquí?- pregunta ella en voz baja y a toda velocidad. -¿Me estás siguiendo?
-¿Qué? No, por supuesto que no. Viene con un amigo y cuando te vi llegar, pensé en saludar.
-Que desagradable- murmura en voz casi inaudible, dejándome descolocado.
-¿Cariño? ¿Qué sucede? ¿Estás bien?- pregunta un hombre en una mesa cercana. En ella, además hay dos niñas de unos ocho y diez años.
Qué mierda. ¿Cariño?
-Sí, estoy bien- dice, pasando de mí y sentándose en el asiento libre que queda en la mesa de esa familia. –Sólo es un maldito acosador. Ya sabes que he tenido problemas con estos niñitos, que por ver a una mujer atractiva, se creen con derecho a intentar algo. Es asqueroso.
-¿Deberíamos llamar a la policía?- pregunta el hombre, mirando a las niñas, como si no le gustara que ellas estuvieran escuchando. –Mandy ¿puedes llevar a tu hermana al baño, mientras que solucionamos esto?
-¿Mamá estará bien?- pregunta la niña mayor y Julieta le responde que le haga caso a su padre.
-Mamá- repito, sin poder creerme esto. Luego me rio sin humor, ya que tenía mi cabeza hecha un lío, por hacer esas cosas con Yohei y me atormentaba la culpa y aquí estaba Julieta, acostándose conmigo sin una pizca de culpa, cuando en casa esperaba una familia completa.
Todo tuvo sentido entonces. El no salir a otros lugares que no fueran el hotel, el no querer hablar de su vida y ese desdén que dejaba caer en sus palabras y que siempre me decía que seguramente era estrés por el trabajo.
-Ahora, ¿puedes largarte? ¿o de verdad quieres que llame a la policía?- dice el marido, mirándome con molestia. –Ni siquiera sé cómo alguien como tú puede entrar en este lugar- remata, mirando mi ropa con desprecio.
-¿Alguien como yo? ¿Te crees mejor que yo? Si supieras todas las veces que tu puta esposa…
-Ya basta- me detiene Julieta, con una mirada de advertencia. Pero hago un gesto de burla ante su advertencia, ya que aquí es la única que tiene algo que perder. –Mesero- llama ella a uno cercano e inmediatamente está al lado, preguntando en que puede servirla. –Esta persona está molestándome, sácala- le ordena, como si yo no fuera nada más que un mendigo, que no tendría por qué estar aquí.
Esas palabras me hacen sentir por primera vez en mi vida, humillado por no tener suficiente dinero o posición social. Algo que nunca antes me importo.
-Señor, por favor, si me permite guiarlo- dice el camarero, amable, pero con una mirada decidida a sacarme.
-¿Y por qué debería salir?- pregunta Yohei, llegando a mi lado en ese instante. –Él y yo estábamos tranquilamente cenando y queremos seguir haciéndolo. Diría que ellos son los que están molestando a mi amigo, cuando lo único que vino es a saludar.
-Lo siento, señor. Pero esta familia son clientes habituales- dice el camarero, sin saber muy bien cómo sacarme ahora.
-¿Y tú quién eres?- pregunta Julieta, mirándolo como una molestia.
-¿Yo? Yo soy alguien mucho más importante que cualquiera de ustedes y alguien que con una llamada, puede acabar con sus buenas vidas- dice Yohei, sonando amenazante, como nunca lo ha hecho. –Tú también- dice al camarero –si nos sacas, prometo acabar con este restaurant, hasta que no queden ni los cimientos. Si no me crees, toma esto y pregunta a tu superior- Yohei le tiende una tarjeta de presentación. Luego se vuelve hacia mí. -¿Volvemos a nuestra mesa?
-Sí- respondo, impresionado y orgulloso, pero sin olvidar el desprecio de la pareja. Así que antes de irme, le digo directamente al esposo. –De todos modos, siempre pensé que era demasiado ruidosa, si sabes lo que quiero decir- el marido lo capta, seguramente conociendo de sobra lo ruidosa que es su esposa al tener relaciones y mira a Julieta con una mirada de muerte. Satisfecho, sigo a Yohei, decidido a terminar nuestra cena y demostrarles que no saldré huyendo, solamente porque ellos lo digan.