el mundo de los sueños se despliega en toda su gloria: nubes formadas por palabras flotan en un cielo etéreo, un río de luz líquida serpentea hacia un bosque oscuro y ominoso en el horizonte, y formas abstractas se mezclan con paisajes imposibles. La niña parece semitransparente, lo que indica que se encuentra atrapada entre los dos mundos.
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El Río del Tiempo
Emma atravesó el portal dorado, dejando atrás el Jardín de las Decisiones. Al otro lado, encontró un paisaje que parecía suspendido entre la realidad y el sueño. Un río amplio y cristalino serpenteaba por un valle de colores cambiantes. Las orillas del río no eran de arena ni tierra, sino de luz líquida que pulsaba al ritmo de un corazón invisible.
El cielo era un mosaico de estrellas y nebulosas en movimiento, y aunque no había sol, una suave luminosidad envolvía todo el lugar. A lo lejos, podía ver una figura sentada al borde del río, lanzando pequeñas piedras al agua. Cada vez que una piedra tocaba la superficie, se formaban ondas de luz que mostraban imágenes fugaces: fragmentos de vidas, de momentos congelados en el tiempo.
Emma sintió una atracción inexplicable hacia esa figura. Caminó hasta que estuvo lo suficientemente cerca para distinguir más detalles. Era un joven de cabello oscuro y ojos profundos que parecían contener todo el universo. Su expresión era serena, pero había una tristeza latente en su mirada.
—Te estaba esperando —dijo el joven sin voltear a verla.
Emma se detuvo, sorprendida por la familiaridad en su tono.
—¿Quién eres?
El joven finalmente alzó la vista y le sonrió, aunque había algo melancólico en su gesto.
—Soy el Guardián del Río del Tiempo. Este lugar es donde los hilos del pasado, el presente y el futuro se entrelazan. Aquí, las decisiones que tomaste y las que tomarás encuentran su reflejo.
Emma frunció el ceño, intrigada.
—Ya estuve en el Jardín de las Decisiones. ¿Por qué estoy aquí?
El Guardián señaló el río.
—El Jardín te mostró los caminos que puedes tomar, pero aquí verás cómo cada decisión fluye hacia el futuro. Es un lugar donde el tiempo deja de ser una línea y se convierte en un río, con bifurcaciones y corrientes que moldean la vida.
Emma se acercó al agua, fascinada por las imágenes que veía en las ondas. En una de ellas, vio a Ethan, su hermano, sonriendo mientras hablaban en el porche de su casa. En otra, lo vio llorando solo en su habitación.
—¿Por qué son tan diferentes? —preguntó Emma, señalando ambas imágenes.
El Guardián lanzó otra piedra al agua y la miró con seriedad.
—Porque ambos son posibilidades. Lo que elijas hacer determinará cuál de ellas se convertirá en realidad. Cada acción que tomas, por pequeña que parezca, crea una corriente en el río.
Emma se sentó al borde del agua, sintiendo el peso de esa verdad. Durante tanto tiempo había sentido que sus decisiones no importaban, que la vida simplemente sucedía a su alrededor. Pero ahora veía que cada elección tenía un impacto.
—¿Y si me equivoco? —preguntó, con la voz temblorosa.
El Guardián sonrió, esta vez con más calidez.
—Incluso las corrientes equivocadas pueden llevarte a aguas más claras. Lo importante es que sigas nadando, que no te quedes estancada.
Emma miró su reflejo en el río. La imagen que vio no era la de una niña perdida, sino la de una joven más fuerte, más segura de sí misma.
—¿Cómo puedo saber cuál es el camino correcto?
El Guardián se levantó y extendió una mano hacia ella.
—No hay un camino correcto, Emma. Solo hay caminos. Lo que importa es que elijas con el corazón y que estés dispuesta a enfrentar las consecuencias de tus decisiones.
Emma tomó su mano y se puso de pie.
—Entonces, ¿qué debo hacer aquí?
El Guardián señaló una bifurcación en el río que se extendía más adelante.
—Debes cruzar el río. Al otro lado, te espera la próxima etapa de tu viaje. Pero el lugar donde cruces determinará qué corriente te llevará.
Emma miró las aguas, viendo cómo las corrientes se movían en diferentes direcciones. Algunas parecían tranquilas, mientras que otras eran turbulentas y llenas de energía.
—¿Y si elijo la corriente equivocada?
—No hay equivocación, Emma. Cada corriente te enseñará algo diferente. Pero recuerda, no todas las lecciones son fáciles.
Emma respiró hondo, sintiendo el peso de su elección. Se acercó al borde del río y cerró los ojos, dejando que su intuición la guiara. Cuando los abrió, dio un paso hacia una corriente que brillaba con un tono dorado, como si estuviera hecha de luz líquida.
El agua la envolvió con suavidad, y de inmediato sintió cómo la corriente la llevaba. No era como nadar; era como flotar en un sueño. Las imágenes pasaban a su alrededor, mostrándole fragmentos de futuros posibles. Vio a Clara abrazándola después de una conversación honesta, a Ethan sintiéndose apoyado por su hermana, y a ella misma despertando en su cama de hospital con lágrimas en los ojos.
Pero también vio futuros oscuros: Clara alejándose, Ethan sumido en su soledad, y un vacío que no podía explicar.
—Esto es lo que está en juego —dijo el Guardián, su voz resonando en su mente.
Emma cerró los ojos, sintiendo el poder del río y la importancia de su viaje. Cuando finalmente llegó al otro lado, se encontró en una orilla completamente nueva. El Guardián ya no estaba, pero en su lugar, un nuevo portal se alzaba frente a ella, pulsando con una luz vibrante.
Emma se dio cuenta de que cada paso que daba la llevaba más cerca de despertar, pero también de comprender quién era realmente. Con determinación, caminó hacia el portal, lista para enfrentar lo que viniera.
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