Volverá... y los que la hicieron sufrir lloraran
Estoy corrigiendo los errores de los capítulos de a poco. Si encuentran algún fallo, me avisan, por favor. Gracias por la paciencia.
Te invito a pasar por mi perfil y leer mis otros escritos. Esos ya están terminados.
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- ATRAPADO POR LA HIENA
Guillermo se giró para ver a la molesta candidata. Pensaba acabar lo más pronto posible con este encargo inferior a su estatus. Pero era el jefe quien lo pedía, por lo que no le quedó más remedio que cumplir.
Mas, cuando hizo contacto visual con la persona, el aliento escapó de su cuerpo: Era la mujer más bella que había visto en su vida. Estaba enfundada en un sexi traje sastre color rosa viejo, que le ajustaba como un guante y resaltaba sus curvas de infarto. Su cabello dorado, atado en un moño alto, caía sobre su hombro izquierdo de una manera sensual. Sus delicadas manos sostenían el móvil de una manera que la hacía ver adorable. El perfil que mostraba en ese momento dejaba ver una nariz respingona y unas mejillas pálidas con algunas pecas aquí y allá. En resumen: su apariencia era una equilibrada combinación entre demoníacamente sexi e inocentemente angelical.
El hombre se quedó en silencio, impactado por la visión.
La recepcionista puso los ojos en blanco al ver la reacción de su superior. “Todos los hombres son iguales”, pensó. Al ver que este no reaccionaba, carraspeó suavemente para despertarlo de su trance.
El auxiliar volvió a sus sentidos. Se acercó lentamente a la muchacha sentada y le habló suavemente por miedo a asustarla.
- Señorita Martínez…
Micaela, que estaba distraída con la pantalla del celular, levantó la cabeza y sonrió. Esa sonrisa licuó el cerebro del hombre y lo enganchó a ella de por vida. Nunca creyó en el amor a primera vista, pero se dio cuenta de que es lo que le acababa de pasar.
La chica miró al asistente. Por supuesto que sabía quien era Guillermo: la persona más cercana a su objetivo. Como mujer experimentada en seducción, notó inmediatamente la reacción del hombre, pero fingió inocencia para poder sacar mayor provecho de su encanto.
- Sí, Señor. Soy yo.
Se puso de pie y volvió a sonreír. El hombre extendió la mano y se presentó.
- Soy Guillermo Ordóñez, asistente del Señor Gómez. Él está en una reunión importante en este momento. Pero me envió para ayudarla en lo que sea necesario.
La chica se mostró contrariada.
- Es una pena. Mabel, su madre, me dijo que había concertado esta cita.
Guillermo se sintió tentado a dejarla subir. Pero el profesional se sobrepuso al hombre y terminó por decidir que no. Sonrió a su vez con calidez y respondió:
- Me pidió que le dijera que lo disculpara. Es imposible para él atenderla hoy. Pero si me quiere decir para qué quería verlo, tal vez yo pueda ayudarla.
La mujer puso una expresión agraviada y se mordió el labio inferior, provocando que las neuronas del auxiliar colapsaran nuevamente.
- Está bien. Agéndeme una nueva cita, entonces.
Al decir esto pareció desinflarse como un globo, dando una sensación de indefensión que haría que cualquier hombre quisiera ayudarla.
- Lo lamento nuevamente. Pero a la agenda del Señor Gómez la maneja él mismo. No tengo autoridad para agregar nuevas citas.
Guillermo no podía entender cómo su jefe quería mantener a este bombón lejos de él. Pero decidió ayudarla a entrar a trabajar en la empresa. De ese modo podría verla todos los días.
- El Señor mencionó que, tal vez, usted trajera un currículum para presentarlo. ¿Es así?
La chica sonrió nuevamente. Si Eduardo recordó lo de la hoja de vida significaba que tan indiferente no le era. Tal vez fuera cierto que estaba ocupado en ese momento.
- Así es. Traje mi currículum.
- Entréguemelo a mí. Yo lo haré llegar hasta personal.
La mujer sacó una carpeta de su bolso y se la dio al ayudante.
- Aquí está.
- ¿Para qué puesto quiere aplicar?
- Secretaria del Señor Gómez.
Guillermo tragó fuerte. Ella quería ser su secretaria y su jefe no quería ni que se le acerque. Iba a ser difícil encontrarle un puesto que complaciera a ambos.
- De acuerdo. Yo lo llevaré hasta personal y me pondré en contacto con usted en cuanto todo esté listo.
La chica hizo una caída de pestañas y volvió a sonreír.
- ¡Gracias, Señor Guillermo! Le estoy sumamente agradecida. Esperaré su llamada, entonces.
Se giró y salió de la empresa contorneando sus caderas, consciente de la mirada del hombre sobre su trasero. Decidió retroceder por el momento. Una vez que haya entrado en la empresa sería cuestión de tiempo, nomas, para que termine cerca de Eduardo.
Guillermo la miró embelesado hasta que desapareció por la esquina. Luego se giró y retomó su expresión normal. Se dirigió al ascensor pensando en qué puesto podría ofrecerle para poder verla todos los días sin que molestara al jefe.
Micaela llegó a su casa furiosa. Arrojó su cartera sobre el sofá y se dejó caer ella misma como un saco sobre él. En ese momento Ivonne, su madre, entró a la habitación y vio el estado de humor de su hija.
- ¿Qué pasó, mi cielo? ¿Te fue mal?
La chica resopló molesta.
- ¡Ni siquiera pude verlo de lejos! Mucho menos acercarme a él.
- ¿Por qué? ¿Qué pasó?
- Me atendió su ayudante. Dijo que estaba en una reunión de emergencia y que no me podría ver hoy.
- ¿Pero no te había asegurado Mabel que tenías cita concertada con él?
- Sí. Pero está visto que esa mujer no tiene tanta influencia sobre su hijo como ella cree.
- ¡Qué inconveniente! Entonces, ¿qué hiciste?
La sonrisa de la chica fue siniestra.
- ¿Qué pensás que hice? Lo embobé al ayudante para asegurarme de que mi currículum no se pierda entre los miles que les deben llegar cada día.
- ¿Crees que eso es buena idea?
- Sí, Mamá. Me aseguré al salir que el imbécil tuviera una buena vista de mi trasero. Ya sabés que los hombres piensan con las gónadas, así que se asegurará de tenerme cerca de él. Y cerca del asistente, es cerca del jefe. Así que solo será cuestión de tiempo.
- ¡Esa es mi niña! Lo lamento por ese hombre: veo que no podrá escapar.
El humor de la chica mejoró como por ensalmo.
- ¡Lo aprendí de la mejor!
Las sonrisas de las dos mujeres parecían a las de dos hienas relamiéndose por su presa.