Dulce Villana - El Retorno De La Mariposa.

Durante el tiempo que había pasado antes de la visita de Sebastián a Layla, el príncipe había estado casi acosando a Elizabeth. Encuentros fortuitos, la observaba desde lejos, lo que ella hacía y lo que no hacía. La ropa que usaba, los lugares que frecuentaba. El té que le gustaba y el que odiaba. Incluso las comidas. Llegó al punto de colarse a la habitación de Elizabeth para oler la ropa que ella había usado. El príncipe Sebastián se había obsesionado con ella, y más cuando la vio con su hermano, en la casa de ella. Los vio cuando ellos estaban besándose, y cuando Nicolás quería más de ella y Elizabeth lo frenó.

- ella debe ser solo mía-, pensó el príncipe Sebastián en ese momento.

Su obsesión iba escalando cada día un poco más.

Por su parte Elizabeth era consciente de que estaba siendo seguida y no era cualquiera, era el príncipe Sebastián por lo cual no podía solo deshacerse de él, así que optó por hacer como que no se daba cuenta de nada y solo empezó a cambiar todo, sus hábitos, sus gustos, los lugares que frecuentaba. Todo era para que Sebastián no notará su similitud con Elyana.

Y, por otro lado, teníamos al príncipe Nicolás, quién ha estado muy irritado últimamente. Estaba molesto porque su mujer, su prometida Elizabeth lo ha estado evitando y negando todo, no podía pasar más de unos besos y él estaba que ardía de la molestia que eso le causaba.

Daniels, estaba mirando de reojo a Nicolás, algo molesto mientras hacía su trabajo. Todo se debía a que estos días, el trabajo de Daniels se duplicó. Desde que su jefe estaba con ese humor tan malo, era él quién tenía que aguantar eso a diario.

-menos mal que la boda está solo a unos pocos días-. Murmuró y suspirando volvió a mirar los papeles que tenía en su escritorio.

- te escuché, más te vale que cierres ese hocico-. Dijo Nicolás suspirando, mientras se acostaba en el sillón que había en la oficina.

- la abstinencia lo está volviendo insoportable y de paso me dificulta la vida. ¿Por qué no va a un burdel?-. Le dijo Daniels porque ya estaba enojado, cansado y bastante irritado por tener que hacer todo y además tener que aguantar las rabietas de su jefe.

- no te sobrepases Daniels-. Dijo Nicolás, y se reincorporó para sentarse de nuevo. - es que por más que lo pienso, no lo entiendo. ¿Por qué cambió tan de repente?- dijo Nicolás y suspiró.

- ¿por qué no le pregunta directamente? Su prometida le dará una repuesta. Quizás su prometida se enamoró de otro y es mejor que lo aclaren ahora antes de que se casen-, dijo Daniels de repente.

Al escuchar aquello, el príncipe Nicolás se levanta y dice, -tienes razón, voy a preguntarle directamente sobre lo que está pasando. Y si resulta que me quiere cambiar, solo debo averiguar quién es el otro y eliminarlo-, al decir esto salió corriendo del lugar.

Daniels suspiró y meneó la cabeza en señal de negación... -bien dicen que cuando uno se enamora, se vuelve estúpido-. Murmuró y volvió a fijar su mirada a los documentos suspirando una y otra vez antes de seguir trabajando.

Elizabeth estaba en el palacio de la emperatriz, ya que estaban realizando la última prueba del vestido que usaría el día de su boda. No muy lejos de ahí se encontraba Sebastián observando metido entre los árboles. Por la ventana él podía ver el vestido que utilizaría Elizabeth para casarse, y eso lo enojaba bastante. -No importa, cuando tome el trono, serás mía, mi emperatriz- murmuró mientras la observaba.

En eso ve a su hermano Nicolás entrar al palacio...

Cuando el príncipe Nicolás iba entrando al palacio, todos los que estaban cerca preferían alejarse del lugar, bueno de él, se le veía en el rostro que estaba molesto, pero muy molesto.

Durante todo el transcurso de su viaje al encuentro de su querida Elizabeth, se le cruzaba por la cabeza miles de cosas, entre ellas la más repetida era que ella ya se había cansado de él y que ella encontró a alguien más. Y claramente eso no lo permitiría.

Cuando entró al salón donde estaba Elizabeth, solo dijo;

- todos pueden retirarse-. Y al ver que nadie se movía volvió a hablar mucho más fuerte -¡Ahora!- Y todos salieron corriendo del lugar.

- vaya humor que te traes, ¿se puede saber qué te pasa?-. Indagó Elizabeth que lo estaba mirando sin entender bien la situación.

-¿Estás con alguien más? ¿Me cambiaste por otro?- Soltó aquellas preguntas sin más el príncipe Nicolás.

-¿Qué cosas extrañas te estás fumando?- preguntó Elizabeth confundida.

- no me quieras ver la cara de estúpido. ¿Estás con alguien más? ¡Responde!- Volvió a preguntar Nicolás.

- no sé de qué estás hablando, pero no te permito que me levantes la voz - dijo Elizabeth.

- entonces dime ¿por qué me evitas? y ¿por qué ya no estás conmigo? ¿tienes otro?- Nicolás hizo las preguntas uno tras otro.

Elizabeth que ya se encontraba fastidiada de la toxicidad de ese humano agarró una taza que tenía cerca y empezó a tirarle a Nicolás. Cuando le tiró todas las tazas siguió con los floreros con flores, y mientras le tiraba cosas ella le decía - ¡idiota! ¡Eres un tonto! ¡Tus celos estúpidos harán que te mate!

-¿Entonces no hay otro?- Preguntó Nicolás mientras esquivaba todo lo que Elizabeth le tiraba.

- ¡por supuesto que no idiota!- Le gritó Eli y Nicolás sonrió, y al descuidarse una tetera se rompió en su pecho. Viéndose en aquella situación fue y agarró a Elizabeth como un costal de papas y salió del salón rumbo a cualquier lado, pero Elizabeth le pidió que fueran a algún lugar sin aberturas para hablar.

Y así Nicolás la llevó a un sótano lleno de libros y cerró la puerta con seguro. Bajó a Elizabeth en un escritorio y él se sentó en frente. Después de mirarla un rato dijo, -habla, ¿qué está pasando? Si no me cambiaste por otro, entonces algo está sucediendo y quiero saber qué es. Merezco saber -dijo con un rostro enojado.

Elizabeth quería reírse de él, pero decidió no hacerlo, ya que solo empeoraría la situación. Entonces solo suspiró y dijo -alguien me está siguiendo a todos lados, y no puedo deshacerme de él.

-¿por qué no puedes deshacerte de él? ¿Y qué si nos ve?- Dijo molesto mirando para otro lado para disimular su sonrojo.

- idiota, el que me está siguiendo es tu hermano, el príncipe Sebastián-, respondió Elizabeth.