Completa
La vida nos da siempre segundas oportunidades y donde hubo fuego cenizas quedan, eso decía mi abuela.
Ari conoce a Álvaro cuando apenas tenían 16 años, ellos se enamoran, Pero por las circunstancias de la vida hace que cada quien tome un camino distinto a lo que ellos pensaron.
El destino los junta reviviendo el pasado amor de adolescente que tuvieron y ahora con mas fuerza.
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Cap. 4: Nuestro secreto
ARI BLANCO
En esa azotea, con todos los nervios del mundo, estaba frente a Álvaro, él me abrazaba y yo con los brazos a los lados, sin hacer nada.
— Tranquila. Desde hoy eres mi novia, pero ese es nuestro secreto — sostuvo mis manos y sonrió.
Logré sostener la mirada, Álvaro es físicamente hablando, es como un príncipe, es lindo. Sus cejas, el color de sus ojos, su nariz y sus labios, toda su cara concuerda.
El timbre sonó. El recreo había terminado.
— Primero ve— él sonrió y se acercó, sellando la despedida con un beso.
Fui directo a mi salón, tenía la cara roja. Minutos después él pasó a su salón, sin ver a ningún lado.
Cuando las clases terminaron, fui la última en salir, pasé por el salón de él viendo de reojos, ahí estaba Anne con él. Alvaro me miró. No detuve el paso, continué caminando, pensando que lo que había pasado en la azotea había sido una vil broma.
Caminé sin parar unas cinco calles, llevaba un nudo en mi garganta, no comprendía este sentimiento que para mí era nuevo. Me detuve de la nada, una lágrima rodó por mis mejillas. Solo sentí como alguien me abrazaba desde atrás, me asusté un poco y me solté de ese agarre.
— Soy yo— era la voz de él— Caminas muy rápido. ¿Por qué lloras?
— No pasa nada— mirándolo un poco molesta.
— ¿Es por qué Anne fue a buscarme? Ella no significa nada, nos hemos criado juntos, es solo una amiga. Nadamás
Después de sentir enojo, sentia vergüenza por el show que hice.
—Te dije que no pasa nada.
— Si me esperas aquí, iré por mi auto, podré llevarte a tu casa.
— No quiero que me lleves. Mi casa no es tan grande.
— De acuerdo. Entonces te veo mañana en el recreo en la azotea.
— Está bien.
Él se retiró. Yo fui a mi casa. No sabía ni cómo me sentía. Una semana ha pasado y he vivido cosas tan intensas que no se que hacer, ni que pensar.
Cuando mi madre llegó a casa. Ya era tarde.
— Ari, mi niña,¿Ya cenaste?
— Si mamá— pausé — mamá me han invitado a un cumpleaños de un compañero de clase, me preguntaba si podría ir, si me das el permiso.
— Te estás llevando bien con tus compañeros. Me alegra que te incluyan. Yo sabía que harías nuevos amigos. Yo te llevo y te traigo. Claro que puedes ir. ¿Cómo se llama el cumpleañero?
— ¿Álvaro?
— Bueno, entonces sería comprar un presente para él, sabes que le gusta.
— No lo sé.
— Tienes una misión— mi mamá me sonrió.
Al día siguiente, en la hora de recreo, ahí estaba puntual en la azotea. Solo verlo mi corazón palpitaba a mil por hora.
Me senté a su lado. Él giró su cabeza y me dió un beso en los labios. Lo miraba anonada.
— Eres muy linda.
No hablamos, recosté mi cabeza a su hombro. Durante el resto de la semana nos veíamos ahí, no hablamos mucho, habían dos besos nada más, el beso de saludo y el de despedida.