Astrid Steel, hija del temible mafioso Magnus puso sus ojos en Aiden Harris desde la adolescencia, quien fue enviado al extranjero prometiendo volver cuando ella fuera mayor, pero al volver ya había olvidado su promesa, creando en ella un profundo dolor, pero no esperaba que la joven fuera desafiante, creando una fortaleza en ella, la lucha por volverla a tenerla se convirtió en un desafío contra el amor que ambos sentían.
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La desaparición del bioquímico
Simón se abalanzó al mafioso, decidido acabar con el ya después se iba a encargar de la perra que mató a su pareja, pero Aiden lo recibió con un golpe en sus costillas, haciéndolo retroceder, volvió a enderezarse, tirando una patada que atinó en el rostro de Aiden, sacudió la cabeza, haciéndole una llave desde la espalda, sin embargo Simón se tiró a un costado sacándose, Aiden hizo una cruceta en sus piernas golpeándolo de nuevo en las costillas.
El hombre sangraba de la cabeza y de los labios, pero no cedía, peleando con rabia, mientras el mafioso estaba más paciente, pero decidió ya terminar, le brincó a los hombros sujetando su cuello con ambas piernas, no lo iba a matar por ahora lo necesitaba para su siguiente cuartada lo dejó desmayado, avisándole a sus hombres que ya podían entrar.
Necesito viajar ahora mismo, algo a ocurrido en la ciudad, mi abuela no quiso decirlo, mi padre no contestó, y mamá dice que siempre le ocultan las cosas,— La atrajo a sus brazos besándola con fervor,— ¡Tengo que encargarme de algo, mis hombres te llevaran al jet!— Nos vemos mañana, la besó de nuevo para despedirla,— Prométeme que sí es algo fuera de tu capacidad me avisaras! Le exigió sin soltarla, una bonita sonrisa iluminó su rostro,— ¡Te lo prometo!— Un último beso antes de irse recibió el mafioso, quedándose con una amplia sonrisa.
El jet de Astrid arribó antes de anochecer, su abuela y madre estaban presentes para recibirla, pero Astrid se sentía inquieta, quería saber ya eso tan importante que tenía su abuela para decirle,— Abuela no me dejes con esta incertidumbre, ya dímelo carajo,— Isabella levantó las cejas por la bocota de su hija,— Mami lo siento, no pude evitar decir palabras mal dichas para ti, Una carcajada soltó Isabella,— ¿Estás de broma cariño? —Tu padre me acostumbro a escucharlo decir barbaridades,— Lo que me sorprendió es que no has llegado a casa no seas impaciente.
No pasa nada Bella,— Lo que está pasando es que no hemos sabido nada de Gabriel y Adita, hace dos días estaban llegando,— Has intentado llamarles,— ¡Por supuesto hijita!— fue lo primero que intenté hacer, también llamé a la aerolínea y salieron hace dos días,— ¡Me preocupa! El es uno de los mejores bioquímicos de África! Si tienes razón es un poco raro que no se hayan comunicado!— Dijo pensando,— Bueno bueno, vamos seguiremos hablando en casa! Exhorto Isabella.
Otro día Magnus llegó a la habitación de su hija la extrañaba y no había tenido tiempo de hablar con ella, mientras que Isabella no tenía otro pensamiento solo en el hombro que a amado desde que tenía uso de razón, un toque a la puerta la sobresalto, ya sabía que era su padre desde que era una niña siempre que tenía gusto por verla daba un solo toque a su puerta, abrió con una sonrisa, papito, se le colgó al cuello,— Te extrañé mucho,— El mafioso se río con ganas, su hija siempre le decía las mismas palabras cuando se veían.
Anda déjate de habladurías y dime que pasó con el asunto,— ¿Papá tú sabías que el ministro tenía otro hijo?— ¡Si me acabo de enterar!— ¡Aiden le informó a Oliver estando yo presente, así que de eso estuvimos hablando por largo tiempo! ¿Y sabes lo estaba haciendo?— Para eso he venido quiero saber todo, te diré solo lo que me incluye, Aiden se va a encargar de contarte todo y lo que descubrió.
Magnus tenía un gesto de rabia, lo mataría de nuevo si pudiera revivir,— Voy hacer polvo a el ministro y su hijo, ¿Quién se cree para querer hacer contra de voluntad ajena? Dijo con el rostro tranformado en ira.
Después de maldecir repelar y decir de cuantas formas iba asesinar al hijo del ministro por fin Astrid logró calmarlo,— Papá hoy regresa Aiden y quiere hablar contigo, no sé qué se trae, no me dijo que se quedó haciendo!—¡Si también de eso te quería hablar! — Pensé que sabrías algo, le dijo pues Aiden le dijo que hablaría con él y estaría presente su padre y Astrid debía estar presente,— Bueno aquí estaré, para hablar lo que quiera.
MANHATTAN NY
Nolan estaba fuera de sí, había vaciado a golpes parte de los utensilios de cocina y todo lo que encontraba a su alcance, se había enterado que Aiden Harris había hecho de las suyas de nuevo no podía desarraigarlo del planeta,— ¡Lo que pasa que son todos unos inútiles!—¡Maldita sea! Los gritos y golpes se escuchaban en parte de la casa, Elena se alegró que la estuviera pasando mal.
Tenía miedo que se quisiera desquitar con ella, ya la había golpeado, pero lo que más le aterraba era la actitud de él cuando la miraba, sentía sus ojos por todo su cuerpo, y juraría que notó que tenía una erección, por eso no quería provocar ningún problema, para que el no la reprendiera y fuera a su habitación.
Escucho voces de hombres, mientras el gritaba, y era realidad, Nolan estaba dando órdenes precisas,— ¡Vamos a ver cómo salvas a tu mujer! dijo sacando en su mano un líquido que le acababa de entregar el bioquímico que había hecho interceptar, claro que lo tenía amenazando pues también tenía a su mujer.
MANSIÓN STEEL
Magnus guardaba por la llegada del helicóptero de Aiden, sus hombres como siempre no se alejaban de él, la mansión estaba rodeada por hombres que daban la vida por su jefe y su familia, primero llegó Oliver con Trevol, y los inseparables Delta y sus tres hijos, Sven ya estaban más recuperado, también estaba presente, Astrid llegó por ultimo extrañada por ver tantos reunidos, uno de los helicópteros de Aiden empezó a descender seguido de otro donde venía el.
Todos se sorprendieron al ver que Aiden arrastraba con una cadena bañado en sangre literalmente a Simón Lomber irreconocible, por el rostro hinchado,— Aquí está este hdp que se permitió desafiarnos, creyendo que podía burlarse de una mujer como Astrid Harris, ya les conté su intención, y no voy a descansar hasta encontrar a Nolan hijo del ministro.
—Con esto delante de todos, y de frente al cabecilla de esta mansión,— Pido la mano en matrimonio de Astrid Harris.
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