"UN ACUERDO DE CONVENIENCIA, UN AMOR INESPERADO
Lydia, una poderosa CEO, ha sido engañada por su prometido. Para vengarse, urde un plan audaz: contrata a Antonio, un indocumentado no muy apuesto, para ser su esposo y padre de su futuro heredero, y de esta manera cumplir con los requisitos del consejo de socios de Kidman Nexus para seguir siendo su CEO.
Pero cuando Antonio se enamora profundamente de ella, Lydia se enfrenta a un dilema: su corazón o su herencia.
¿Podrá Lydia resistirse al amor verdadero y mantener su plan original?
¿O Antonio logrará conquistar su corazón y cambiar su destino?
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Capítulo Veintidós
Al día siguiente, Antonio, junto a su madre Marina, se dirigían con Anthony al hospital, para su cita con el doctor Young. Ambos sentían una mezcla entre ansiedad y esperanza. Ese día sabrían si el tratamiento funcionó y si Anthony ya estaba en remisión.
—Mijo, yo estoy segura de que San Antonio sí me hizo el milagro. Mi niño se ve tan diferente, más saludable; mire cómo está de gordito y de fuerte. Y todo gracias al ángel de Lydia. Esa mujer ya se ganó el cielo. —Marina ya estaba a punto de crearle un altar a Santa Lydia y prenderle velitas.
Cuando salieron del penthouse al hospital, Lydia ya se había ido y no se despidió, al menos del niño. Antonio se sintió decepcionado, pero no sorprendido. Pero aun en su noble corazón guardaba la esperanza de que ella los acompañara.
—Papito, no estés triste porque mamita no nos acompañe. Ella habló anoche conmigo antes de contarme el cuento de cada noche y me explicó por qué no puede ir a la cita. Yo le prometí que me iba a portar bien, que esté tranquila de no poder estar conmigo, y ella me dijo que me iba a compensar con un regalo por mi sanación. —Antonio, ya con esto quedó más tranquilo; al menos la bruja cumplió con explicarle al niño del porqué no puede acompañarlo.
Una vez en el consultorio y después de analizar los exámenes hechos a Anthony, el doctor Young les dio la noticia de que el niño respondió muy bien al tratamiento que se le realizó en su clínica y que su cáncer estaba en remisión. Ya solo debían ir a la clínica a revisión cada seis meses y luego cada año.
Anthony es un niño muy tierno y se alegró mucho al escuchar la noticia de que ya no tenía leucemia, y le agradeció al doctor Young dándole un fuerte abrazo y también a las enfermeras. Antonio y Marina se sintieron aliviados y agradecidos con todo el equipo médico que atendió a su niño con la mejor tecnología y calidad humana.
Cuando salieron del consultorio, un corredor de todo el personal que atendieron a Anthony los esperaba con bombas y carteles de felicitaciones. Al final estaba la campanilla que debía hacer sonar Anthony, significando que se había curado de su enfermedad.
El niño estaba feliz. Antonio y Marina lloraban de felicidad. Esto es lo que ellos más anhelaban, que su niño se sanara, y por eso a Antonio no le importó el precio que pagó, con tal que su hijo se salvara.
Cuando Anthony llegó a la campana, la hizo sonar muy fuerte y una gran ovación de los presentes se sintió en el lugar. Antonio y Marina corrieron a abrazar a su niño, llenándolo de besos. Antonio en medio de las lágrimas, sintió como alguien más, aparte de Marina, se unía al abrazo familiar y, al percibir su olor, supo que era Lydia.
—¡Mamita, llegaste! ¡Estoy sano! ¡Ya no tengo esa horrible enfermedad! —Anthony estaba feliz y eufórico, y ahora aún más, pues su mamá estaba con él en el día más esperado de su corta vida.
Lydia también lloraba de felicidad. El tratamiento de Anthony había sido la mejor inversión que podía haber hecho desde que asumió la presidencia de Kidman Nexus. Ninguna de sus negociaciones más exitosas se comparaba con el haber conseguido la cura para ese pequeño ser, y ver cómo, a pesar de sus propios demonios internos, él la estaba convirtiendo poco a poco en una mejor persona, enseñándole a preocuparse por alguien más y a sentir amor genuino sin esperar nada a cambio.
—Doctor Young. Quería darle las gracias a usted y a todo su equipo médico por lo que hicieron por mi niño. No me equivoqué al escogerlos. Estoy eternamente agradecida. —Lydia estrecha la mano del doctor como si estuviese cerrando un negocio y toma a su niño de la mano. —Ahora, mi niño... ¡a celebrar!
Salieron los cuatro de la clínica, sintiendo que un peso fue quitado de sus hombros. Anthony se había curado. Y aunque aún había que tener cuidados, ellos los cumplirían al pie de la letra, al menos tenían la certeza de que su niño seguiría bien de salud.
Llegaron hasta el parqueadero y allí estaba esperándolos Bernardo.
—Germán, lleva el auto de mi esposo a la mansión. Nosotros haremos un viaje sorpresa en familia. —Lydia los hizo subir a su nueva SUV.
—Mamita, ¿a dónde vamos? Yo sé que es una sorpresa, pero muero de ganas por saber. —Lydia lo miró con ternura y lo abrazó, sentándolo en su regazo ante la mirada feliz de Marina y la expectante de Antonio.
—Vamos a ir al lugar más mágico de la tierra. —Anthony abrió su boquita ahogando un grito y se bajó de su regazo para dar brincos de felicidad.
—¡Vamos a ir a Disney World! —Anthony lloraba de la emoción y corrió a abrazar a Lydia y a darle besos. —Gracias, mamita. Soy un niño muy feliz. Siempre soñé que el día que me sanara iría a conocer a Mickey Mouse. —Lydia miró inmediatamente a Antonio, acordandose de su ratoncito, y en ese momento él también la miró ruborizandose y ella moría de ternura. La felicidad de Anthony es la felicidad de Antonio. Él es un excelente padre.
Lydia recordó que en el contrato que hizo firmar a Antonio estipulaba qué él renunciaba a sus derechos como padre sobre el hijo que tendría y ahora esta dudando su fue una decisión acertada.
Salieron hacia Orlando, y tres horas después ya estaban en Disneyworld. Justo era la hora del almuerzo y llegaron a uno de los lujosos resort. Allí ya los esperaban como si fueran celebridades. Antonio estaba asombrado de cómo Lydia tenía todo planeado y descubrió que su madre había sido su cómplice, pues los botones bajaron de la SUV el equipaje con su ropa y la de Anthony.
Antes de subir a la habitación fueron al restaurante, pues ya el niño se quejaba de hambre. Allí el pequeño se dio un festín y el muy mimado recibía los alimentos de manos de Lydia, que lo hacía con una naturalidad, como si siempre lo hubiera hecho.
Antonio, al ver la escena, se sintió mal al juzgar a Lydia como lo hizo. Entendió que ella no era que priorizara su empresa; ella debía dejar todo organizado antes de hacer este viaje en familia.
—Lydia, veo que todo lo tenías ya planeado. Gracias. Este ha sido el sueño de Anthony. —Lydia lo mira y le hace un guiño, y Antonio vio su semblante relajado y por un momento volvió a ver a la Lydia de la cual se enamoró.
—Lo hago con todo el amor del mundo. Mi niño se lo merece, es un guerrero de la vida y ha ganado la batalla más importante. Así que esta semana vamos a disfrutar al máximo. —Una semana se demorarán en conocer todo el parque temático.
Luego del almuerzo, fueron a la suite que reservó Lydia. Esta cuenta con dos habitaciones, la principal, que ocuparán Lydia y Antonio, y la otra, que tiene dos camas que ocuparán Marina y el niño.
Marina está feliz. Sabe que esos dos están sintiendo algo, pero no se atreven a confesar sus sentimientos. No entiende por qué no lo hacen, pero se alegra de que vuelvan a dormir juntos después de haber dejado de hacerlo en el penthouse. Está atenta a todos esos detalles y no perderá la oportunidad de acercarlos aún más.
—Mira Tita, ¡desde aquí se ve el castillo de cenicienta!—Anthony llama a su abuela desde el balcón de la suite. Atrás quedaron los días de angustia, sin saber si su niño se iba a salvar.
—Vamos a darnos un baño caballerito para ir a ver a la cenicienta y a todos los personajes de tus películas favoritas. —Lydia se lo lleva al baño a darle una ducha y Antonio sale rápidamente detrás de ellos.
—Lydia ten cuidado. —Le habla con suavidad. —Recuerda que no puedes hacer esfuerzos. —Antonio le hace ver su error y Lydia se sorprende pues había olvidado las recomendaciones del doctor. —Dejame que Yo baño a Anthony no te preocupes.
Marina con su oído afilado escuchó esto y se sintió confundida. ¿Su amada nuera está enferma? ¿Que tendrá? A ella le da “pena” preguntarle, pero como buena suegra metiche lo va a averiguar.
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