Hace dieciocho años, el reino de Eldoria fue consumido por la traición y la guerra. En medio del caos, mientras el Rey Gustavo luchaba una batalla perdida contra su ambiciosa hermanastra, la Reina Roxana se vio obligada a huir. Con el corazón roto y un adiós desgarrador a su amado, confió el futuro de su linaje a tres pequeñas vidas: sus hijas trillizas, recién nacidas y destinadas a heredar el trono.
Hoy, esas princesas viven una existencia humilde y oculta bajo los nombres de Nyx, Ignis y Luna. Tras la reciente pérdida de su madre, estas jóvenes campesinas se enfrentan solas a la dureza de la vida, sin saber que la sangre real corre por sus venas ni que cada una posee un don mágico latente: el control de las Sombras, el Fuego y la luz, respectivamente.
Pero el destino tiene otros planes. La llegada de un misterioso anciano, portador de secretos ancestrales y verdades olvidadas, irrumpirá en sus vidas, desvelando la usurpación de su reino y profecías...
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La magia de los sueños, y la urgencia de la profecía
La mañana siguiente amaneció con un suave resplandor dorado que se filtraba por las ventanas del comedor. El aroma a pan recién horneado y té de hierbas llenaba el aire, intentando disipar la pesada atmósfera de la noche anterior.
Las trillizas, junto a Lyra y Orion, se sentaron alrededor de la mesa de madera pulida, pero el desayuno transcurría en un silencio inusual. La revelación de Elara aún flotaba como una nube sobre ellas.
Luna, que siempre había sido la más sensible y empática de las tres, observaba a Nyx con una mirada cargada de tristeza y una curiosidad casi dolorosa. Dejó su taza de té a un lado, y el sonido suave en el silencio.
—Nyx...— comenzó Luna, su voz era apenas un susurro, —cuando... cuando viste a papá en tu sueño... ¿Cómo era? ¿Cómo supiste que era él?— Sus ojos, grandes y llenos de lágrimas contenidas, se encontraron con los de su hermana.
Nyx sintió un nudo en la garganta. La pregunta de Luna era un eco de su propio anhelo, un deseo de conocer al padre que apenas habían rozado. Ella misma había sido una bebé cuando la tragedia golpeó Vesperia, y sus recuerdos de él eran solo historias, susurros y el amor incondicional hacia el.
—Fue... diferente a como lo imaginaba por los que nos decía mamá— comenzó Nyx, buscando las palabras exactas, en su voz suave y reflexiva. —En el sueño, él no era solo una imagen, era... una presencia. Sentí su fuerza, su valentía, pero también una profunda tristeza por lo que estaba sucediendo. Su cabello era oscuro como la noche, y sus ojos... sus ojos eran como los nuestros, pero con la sabiduría de muchos años. Llevaba una armadura que parecía antigua, pero que brillaba con una luz extraña—
Nyx cerró los ojos por un momento, reviviendo la escena. —Y su voz... Era grave, pero llena de amor. No lo reconocí por un rasgo específico, Luna. Lo reconocí por la sensación. Era como si mi alma lo supiera. Era la misma calidez que siento cuando mamá nos abrazaba, pero con una energía diferente, más... protectora. Cuando me dijo que teníamos el poder y que debíamos tener fe en nosotras mismas, fue como si una parte de mí, que siempre estuvo dormida, despertara y gritara: ¡Es él! ¡Es nuestro padre!—
Ignis asintió lentamente, su habitual expresión seria está ahora suavizada por la emoción. Ella también sentía ese vacío, ese eco de un padre ausente.
Orion, que había estado observando a las trillizas con una expresión pensativa, se inclinó ligeramente hacia adelante. —Lo que describes, Nyx, es el poder del inconsciente, el reino de los sueños. En ese espacio, las barreras de la realidad se difuminan. No es solo una imagen lo que viste, es la esencia de tu padre que se manifestó a través del vínculo que compartieron, un vínculo que va más allá de la memoria consciente—
Lyra, con su sonrisa gentil y sus ojos llenos de una sabiduría ancestral, tomó la mano de Luna con cariño, quién ya tenia algunas lágrimas rodando por sus mejillas. —Tu padre no está solo en las memorias o en las historias, Luna. Él vive en ustedes. Los sueños son puertas a otros planos de existencia, a recuerdos que están grabados no solo en nuestra mente, sino en el alma misma. A veces, cuando estamos más vulnerables, como en una pesadilla, esas puertas se abren y permiten que el amor y la guía de quienes nos han dejado lleguen hasta nosotros—
—Es como si el universo les estuviera enviando un mensaje— continuó Orion. —Un mensaje de que su legado es más profundo de lo que imaginan. Esa conexión que sentiste, Nyx, es la prueba de que el amor y la sangre trascienden el tiempo y el espacio. Tu padre no solo te dio un mensaje; te dio la confirmación de que esa parte de él, esa fuerza, reside en cada una de ustedes—
Lyra añadió, con una dulzura que tocó el corazón de las trillizas: —Los sueños son un lenguaje, mis queridas. A veces hablan con símbolos, como la bestia que viste, que es una manifestación de su poder latente. Y a veces, hablan con la voz del corazón, permitiéndoles sentir la presencia de aquellos a quienes aman, incluso si no los recuerdan conscientemente. Lo que tú sentiste, Nyx, fue el amor y la guía de tu padre, un recordatorio de que no están solas en este camino—
Las palabras de Lyra y Orion envolvieron a las trillizas en una sensación de paz y comprensión. Luna secó sus lágrimas. Nyx sintió un calor en su pecho, no de miedo, sino de una conexión profunda y eterna. Ignis, por su parte, miró a sus hermanas con una nueva determinación en sus ojos. Su padre las había visitado en un sueño, les había dado un mensaje. Y ahora, con la revelación de las bestias, el significado de ese mensaje se volvía aún más claro.
Mientras las trillizas asimilaban las revelaciones en el comedor, Elara buscó a Kaelen. Lo encontró en la biblioteca, inmerso en antiguos tomos sobre profecías y linajes, con su rostro tenso por la preocupación. Al verla, Kaelen cerró el libro con un suspiro.
—Elara— dijo, su voz grave. —Las he estado observando. La conversación con Nyx sobre su sueño... ha sido reveladora. Pero me preocupa la carga que están empezando a sentir—
Elara se acercó y se sentó frente a él, con sus ojos fijos en los suyos.
No había tiempo para rodeos.
—Kaelen, la carga es más grande de lo que imaginas. Y la urgencia, también. Nyxara... ella ya sabe que las trillizas están aquí—
El rostro de Kaelen se endureció. —¿Cómo es posible?—
—Por la profecía. Nyxara siempre ha temido ese día. Siempre ha buscado la forma de evitarlo, de destruir a quienes podrían oponerse a ella. Y ahora, con la aparición de la luna oscura... sabe que el tiempo se agota para ella, y que las trillizas son la clave—
Kaelen se levantó y comenzó a caminar por la sala, su mente procesa la implicación de las palabras de Elara.
—Esto cambia todo. Si Nyxara ya las tiene en su mira, debemos actuar con más rapidez. No podemos permitir que las encuentre antes de que estén listas—
—No solo eso, Kaelen— continuó Elara, poniéndose de pie también. —Las trillizas son las únicas que pueden salvarnos a todos. No hay nadie más con ese poder. La profecía es clara: son ellas, y solo ellas, quienes pueden enfrentar a Nyxara y recuperar Vesperia de las sombras de Obsidiana—
Elara se acercó a la ventana, mirando el bosque que rodeaba la fortaleza. —Todos sabemos que este día llegaría. Pero ahora, con los ataques de Nyxara intensificándose, con la oscuridad extendiéndose, ya no podemos esperar a que 'descubran' su destino por sí mismas. Debemos guiarlas, Kaelen. Debemos hacer que entiendan la magnitud de quiénes son, de lo que son capaces, antes de que sea demasiado tarde—
Kaelen se detuvo frente a ella, sus ojos reflejaron una mezcla de preocupación y una renovada determinación. —Entiendo, Elara. La revelación de las bestias en sus sueños no es una coincidencia. Es una señal de que el poder dentro de ellas está despertando. Debemos acelerar su entrenamiento, ayudarlas a conectar con sus bestias, a entender la naturaleza de su magia—
—Y a entender su linaje, Kaelen— añadió Elara con solemnidad. —Deben saber la verdad sobre Vesperia, sobre su padre, sobre el sacrificio que se hizo para protegerlas. Solo así podrán abrazar completamente su destino—
Kaelen asintió, su expresión ahora resuelta. —Tienes razón. No podemos protegerlas de la verdad por más tiempo. El tiempo de la inocencia ha terminado. Es hora de que las trillizas sepan quiénes son en realidad. Es hora de que se preparen para la batalla más importante de sus vidas—
Un rayo de sol se filtró a través de las nubes, iluminando sus rostros. La conversación había terminado, pero la misión apenas comenzaba.
La esperanza de Vesperia descansaba en tres jóvenes princesas, Elara y Kaelen estaban decididos a prepararlas para el desafío que se avecinaba...