El Eco De Tu Nombre

"¿Qué dices si salimos al club y más tarde me invitas unos tragos para olvidar este malentendido?" La voz de Nelly, ajena a la tormenta que había desatado, resonó con una familiaridad inquietante. Era como si la furia de hace minutos nunca hubiera existido, una resurrección de su superficialidad que me helaba la sangre.

Ante su comentario, solo pudo ofrecer un silencio aturdido. La idea de socializar, de fingir normalidad, era una afrenta.

"Está bien, te invito yo", ofreció Nelly, su tono ahora casi condescendiente.

"No tengo humor para salir", logré articular, la voz ronca.

"Vamos, por lo menos al club, así que date una ducha, ¡te ves terrible!", insistió, su sonrisa una daga.

Una risa seca, sin alegría, escapó de mis labios. "Estoy cansado" Cada palabra era un esfuerzo. Nelly, sin inmutarse, redobló su ofensiva: "Está bien, que sea algo tranquilo, te invito a comer lo que quieras para compensar el daño."

"Trato hecho", respondí, la idea de la comida y la distracción una tentación irresistible, a pesar del resentimiento que me carcomía. Era una tregua forzada, no una paz verdadera.

Mientras tanto, del otro lado de la cuidad:

Al llegar a su casa el umbral la envolvió en un silencio que se sentía más pesado que de costumbre. Carter cerró la puerta con un golpe sordo , un eco de la tormenta que llevaba dentro. Se recargó en ella, deslizándose hasta el suelo frío. Por fin, las emociones contenidas durante horas se desbordaron, y lágrimas gruesas y calientes comenzaron a surcar sus mejillas. "Esto no está bien", se repitió, la voz ahogada en sollozos. El peso de la humillación la aplastaba, su inocencia abrumada por una crueldad ajena que simplemente no podía comprender.

"¿Qué pasó? ¿Qué hicimos?", la confusión la abrumaba , cada pensamiento resonando con la vergüenza. No quería que las cosas llegaran tan lejos, no así. "Soy tan tonta. ¿Por qué no puedo recordar nada?" Una parte de ella se aferraba desesperadamente a la certeza: "Estoy segura de que puedo confiar en Elean, pero ¿y si Nelly vio algo más? ¿Quizás coqueteamos...? " La negación era un grito mudo, una lucha por aferrarse a su verdad, a su pureza.

"No, Elean es mi mejor amigo, jamás haríamos algo así", se repitió, buscando consuelo en esa afirmación. Pero la duda era una serpiente que se enroscaba en su pecho. "¿Y si fui yo quien le coqueteó? Quiero decir, ocasionalmente dejo caer unas cuantas gotas de mi perfume en su auto o en sus pertenencias para que me tenga presente en su día a día. ¡Oh, por Dios! ¡¿Por qué no puedo recordar nada?! Solo quería que no me dejara atrás, no esperaba que pasara algo más. No estoy preparada para esto." La ansiedad la carcomía, un torbellino de dudas y arrepentimiento, su inocencia luchando a ciegas contra la incertidumbre .

Carter pasó todo el día en casa, sintiéndose avergonzada y confundida , la vergüenza quemándole la piel como una fiebre. Se dio una ducha, intentando lavar la suciedad de la noche, y puso su música favorita , el único bálsamo para el tumulto en su cabeza. Preparó la comida y unos cuantos pastelillos para distraerse; la cocina siempre había sido su santuario, un refugio para su alma. Una vez que terminó, buscó un lugar cómodo donde se relajó pintando , intentando plasmar en el lienzo la tormenta de emociones que la embargaba, cada pincelada un intento desesperado de encontrar la paz, su escape inocente de la realidad que la atormentaba .

El pincel se detuvo. Los colores en el lienzo, vibrantes y caóticos, reflejaban la tormenta interna de Carter, pero no lograban calmarla. La comida en el plato, los pastelillos recién horneados, todo perdió su atractivo. La casa, que usualmente era su santuario, ahora se sentía como una prisión de silencio y dudas. La voz de Elean, su risa, las miradas que habían compartido... todo se mezclaba en una nebulosa de recuerdos fragmentados. ¿Había sido su imaginación? ¿Estaba distorsionando los hechos por su propia ansiedad? La idea de haber coqueteado con su mejor amigo, de haber cruzado una línea que no veía, la asfixiaba.

Un escalofrío le recorrió la espalda. No era solo la vergüenza; era el miedo a perder a Elean, a romper la confianza de una amistad que valoraba más que casi cualquier cosa. La posibilidad de que Nelly hubiera visto algo, o peor aún, de que creyera haber visto algo, era un fantasma que no la dejaba en paz. ¿Cómo se enfrentaría a Elean? ¿Cómo explicaría algo que ni ella misma entendía?

El sol comenzó a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas. Carter se levantó, el cuerpo pesado, y se acercó a la ventana. La ciudad se iluminaba lentamente, ajena a su tormento. Se sentía pequeña, insignificante, frente a la inmensidad de sus emociones. La melancolía se aferraba a ella como una segunda piel, y la confusión persistía, un velo que le impedía ver la verdad. Lo único claro era que necesitaba respuestas, y pronto.

Del otro lado de la ciudad, de vuelta con Elean:

Nelly se encontraba sentada en la sala, bebiendo una margarita, con una sonrisa complacida y cargada de malicia dibujada en sus labios, el aire de victoria aún se cernía sobre ella. Me acerque por detrás, recién duchado, con el semblante menos tenso, aunque la furia aún ardía bajo la superficie, una brasa latente.

"Bien, parece que ya iniciaste la fiesta", mi voz era seca, apenas un saludo forzado.

"Te ves muy bien, bueno, ¡ es hora de irnos!", el cambio de tema de Nelly fue brutal y calculado, una señal clara de que quería dejar atrás la discusión, o al menos fingirlo.

Ambos salimos de la mansión. Al llegar al lugar, Nelly se aferró a mi brazo, su vestido corto y llamativo atrayendo las miradas discretas de los comensales, una demostración pública de posesión y celos que me causó risa.

"Elean...", comenzó Nelly, su voz adquiriendo un tono de falsa contrición, una actuación impecable. "Quiero que sepas que estoy muy apenada. Organicé una salida, sé cuánto te gusta Carter y quise hacer algo lindo, aunque creo que la acaparó Román. Tal vez debí haberte dicho, pero quería que fuera una sorpresa." La mención de Román y su aparente conexión con Carter fue un anzuelo envenenado, un nuevo veneno para inyectar en mi mente, alimentando mis propias inseguridades y celos latentes.

"Hablando de Román, ¿el tipo consume alguna sustancia?", la pregunta me salió de forma abrupta, una preocupación genuina mezclada con la necesidad de desviar el tema y una sospecha que crecía.

"¡Por Dios, claro que no! ¿Hablas de drogas?", la indignación en su voz sonaba forzada, demasiado melodramática para ser creíble.

"Efectivamente."

"¿Por qué me preguntas esas cosas? ¿Con qué clase de personas crees que estoy?"

"No me malinterpretes, era solo una duda que tenía."

"¿Acaso tu amorcito consume esas porquerías?" La burla regresó a sus ojos, un brillo de malicia, una clara provocación que me encendió la sangre.

"No es mi amorcito y no, no lo hace", mi tono fue cortante, un muro de hielo entre nosotros.

"En ese caso, no entiendo tu comentario."

"Tienen finta de algo más, sobre todo ese tal Román." Mi intuición me decía que había algo oscuro en la amistad de Carter y Román, algo que me inquietaba profundamente, una semilla de duda plantada con maestría por Nelly.

"Tu chica no es una perita en dulce." Nelly sonrió, con una satisfacción maliciosa, regodeándose en mis preocupaciones, disfrutando de mi tormento.

"Pasemos a otro tema", corté de golpe, no quería seguir por la senda de sus insinuaciones venenosas.

"¿Cuánto me quieres?" La pregunta me tomó por sorpresa, un intento descarado de cambiar la dinámica, de retomar el control.

"No sabía que el cariño se podía medir."

"Olvidé que nunca lo dices." Un resquemor real en su voz, una fisura en su armadura, un atisbo de su propia vulnerabilidad en medio de sus celos.

"Estás muy sentimental estos días."

"¿Olvidas que soy mujer? Yo también tengo sentimientos." Nelly se molestó tras mi falta de respuesta, evitando hacer contacto visual conmigo por unos minutos, una estrategia para manipular mis emociones, para despertar mi culpa, jugando con cada fibra de mi ser.

"Elean...", continuó, con una voz más baja y conspiradora, como si compartiera un secreto. "No quisiera parecer atrevida, pero ¿por qué llevaste a Carter a tu casa? Si no mal recuerdo, dijiste que la llevarías a su casa." La pregunta, formulada con una inocencia impostada, era un intento de sondear la verdad, de hurgar en mis secretos, su constante acecho.

"Lo considere prudente, por su edad y su estado etilico, me sentí responsable, eso es todo." Las palabras se deslizaron fácilmente de mis labios, buscando la explicación más plausible, la menos comprometedora.

"Ok... ¡Esto está delicioso, verdad?" El cambio brusco de tema me hizo sospechar que había captado mi evasión, una señal de su inteligencia y su astucia.

"Sí, lo esta."

"Entonces... ¿te la llevaste a la cama?" La pregunta salió directa, una flecha envenenada, disparada con una precisión escalofriante, su obsesión palpable con mi intimidad. Dejé caer el tenedor en mi plato, el ruido sordo resonando en la mesa, un eco de mi propia y profunda incomodidad.

"¡Claro que no!", mi voz era un grito, una negación rotunda que sonó más a desesperación.

"Tranquilo, mi pregunta fue seria." Su tono era de burla, de nuevo la burla, la burla punzante de los celos.

"¿Por qué te empeñas en pensar algo así?" La frustración me invadía, una ola hirviente.

"Quizás porque te conozco." Una risa lasciva acompañó sus palabras, un comentario que me revolvió el estómago, su visión distorsionada por los celos y la malicia.

"¡Estás demente!"

"¡Oh, vamos! No intentes aparentar conmigo, te conozco, he visto la forma en que la miras, es tu Caperucita y tú el lobo feroz, ¿o me lo vas a negar?" Sus ojos brillaban con una picardía que me ponía los nervios de punta, una acusación velada que me desarmaba, su insinuación maliciosa.

"No tengo esas intenciones con ella y aun cuando quisiera una aventura, Carter no es ese tipo de mujer." La afirmación se sintió débil, incluso para mí, mi defensa de la inocencia de Carter un eco hueco.

Nelly arqueó una de sus cejas, sus labios se curvaron ligeramente, apartando su mirada para evitar una sonrisa. El gesto era elocuente; no me creía ni una palabra, sus celos eran su única y distorsionada verdad.

"No estés del todo seguro, si la visualizas muy alto te puedes decepcionar, no digo que no sea lo que tú crees, ok, solo no quiero que te decepciones..." Su voz adquirió un tono de advertencia ominosa, como si supiera algo que yo no, algo oscuro y perturbador, su intento de sembrar la duda y la desconfianza en mi mente.

"No lo había pensado. De cualquier forma, Carter y yo solo somos amigos." La afirmación se sintió más para mí mismo que para ella, un débil intento de convencer a mi propio corazón, un autoengaño para protegerme de la verdad que Nelly intentaba imponer.

"¿Entonces no lo hicieron?"

"¡No!", mi voz era un grito de frustración, una exclamación de rabia impotente.

"De acuerdo, son amigos, muy amigos, pero no olvides que yo soy tu mejor amiga, ¿ok?" La posesividad en su voz era inevitable, una cadena invisible que intentaba atarme, sus celos manifestándose en un reclamo de propiedad.

"Cómo olvidarlo si siempre apareces." El sarcasmo era inevitable, un reflejo de mi agotamiento mental.

"Tenemos mucho tiempo, ¿hay algo que quieras hacer?" Su cambio de tema fue abrupto, un intento desesperado de redirigir mi atención, de escapar de la conversación que ella misma había envenenado.

"La verdad no, quiero regresar a mi casa, descansar."

"Está bien, yo me quedaré por aquí un rato más, tú ve a casa y descansa porque ¡realmente te ves fatal!"

"Eso pretendo" Me levanté, aliviado de terminar la conversación, de escapar de su mirada inquisidora y del veneno de sus palabras.