Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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Entre la espada y la pared
Llevaba un abrigo oscuro, la camisa blanca abierta en el cuello, sin necesidad de corbata, para imponer respeto. sus pasos resonaron con seguridad. Sus labios dibujaron una sonrisa apenas perceptible cargada de ironía.
-- Madame Rossi. --dijo apenas inclinado la cabeza. -- Espero que su invitación no sea pérdida de tiempo. --
-- Jamás desperdicio el tiempo, Adrien. -- respondió Catherine, con una serenidad ensayada. -- menos aún el suyo. Tome asiento. --
Se sentaron frente a frente, separados por una mesa baja donde reposaban. Dos copas y una bandeja de cristal. El juego de miradas comenzó en ese instante. Catherine sabía que no podía vacilar, pero también sabía que Adrien había previsto su maniobra.
-- Quiero hablar del compromiso entre usted y Valentina. -- comenzó Catherine, con voz firme.
Adrien arqueo una ceja, divertido.
-- Me imaginé que de eso se trataría. La joven Valentina parece cada vez menos entusiasta con la idea del compromiso. ¿Es su opinión lo que me trae aquí, Hola suya? --
Catherine sostuvo el contacto visual sin apartarse.
-- Las dos. -- Catherine dio un largo suspiro antes de responderle. Estaba dispuesta a manipular la situación recordándole a Adrien lo ocurrido la noche de la cena. -- Valentina está muy decepcionada de usted, después de cómo la dejó el día del ataque. --
Adrien, se quedó serio viendo fijamente a Catherine pues no pensó que esta se lo mencionará.
-- Eso no es motivo, para romper el compromiso, señora. --
-- Te parece poco. --
-- Ella tenía quien la defendiera. -- replicó adrien.
-- Eso no te justifica que la hayas abandonado en un momento tan peligroso huiste como un cobarde. --
Tras estas palabras se hizo un silencio pesado que llenó la sala. Adrien tomó la copa entre sus dedos, la giró lentamente y luego la dejó de nuevo en la mesa, intacta. Sus ojos grises, tan impenetrables como los de un lobo, se clavaron en Catherine.
-- No me importan tus excusas. ¿la boda se llevará a cabo? --repitió Adrien con tono gélido. -- Madame, cuando usted me buscó, cuando usted tejió, los hilos de este compromiso, sabía perfectamente lo que significaba. Y ahora, ¿pretende dar marcha atrás como si nada?
-- Las circunstancias han cambiado. -- respondió Catherine. -- Mi hija ya no comparte esta decisión, por lo sucedido y yo no voy a obligarla. --
Adrien sonrió de forma lenta, casi condescendiente.
-- ¿No va a obligarla? Me sorprende escuchar eso de sus labios. Todo el París sabe que usted nunca consulta a nadie cuando se trata de sus planes. --
Catherine apretó la copa entre sus manos, pero no perdió la compostura.
-- Adrien, no se trata de un capricho. Es un grave error el que tú cometiste, haberla abandonado en pleno ataque. Y lo más sensato es detenerlo antes de que las consecuencias sean irreparables. --
Adrien la miró durante algunos segundos fijamente a los ojos, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre sus rodillas. La luz del candelabro resaltó la dureza de sus reacciones.
-- ¿Consecuencias? Permítame explicarle algo, Madame Rossi. Si este matrimonio no se lleva a cabo, la que enfrenta a las consecuencias será usted. --
Catherine lo miró sin parpadear, pero por dentro un escalofrío recorrió su espalda.
-- ¿Me estás... amenazando? --
Adrien dejo escapar una risa seca, sin humor.
-- No lo llamé amenaza. llámalo un recordatorio. Yo no soy un hombre que tolere humillaciones. Acepté este compromiso porque significaba una alianza poderosa entre los Beaumont y los Rossi. Pero si usted rompe su palabra, si juega conmigo, créame que no lo olvidaré. Y cuando digo que pagará las consecuencias, habló en serio.
Catherine respiro hondo, midiendo cada palabra.
-- Adrien, yo no soy su enemiga. --
-- A veces la peor enemiga es la que pretende ser aliada. -- contestó Adrien. -- Usted mejor que nadie sabe cómo funciona este mundo: poder, reputación, influencias. Yo tengo más de lo que necesito, para destruirla.
La amenaza estaba lanzada con una frialdad quirúrgica. Catherine comprendió que Adrien no era un joven ansioso por un matrimonio de conveniencia: era un depredador que había olido sangre.
El salón parecía encogerse, los espejos multiplicaban las siluetas tensas de ambos como si en cien Catherine y en cien Adrien se enfrentaran al mismo tiempo. Catherine sabía que no podía mostrarse débil. Su reputación, su influencia, todo dependía de no ceder el terreno.
-- Subestima mi capacidad de respuesta. -- dijo enderezando espalda. -- Yo también sé jugar este juego. --
Adrien also una ceja.
-- Pero la diferencia, Madame, es que yo no juego. Yo actúo.
El silencio posterior fue tan cortante que Catherine sintió el peso del aire en los pulmones.
Mientras lo escuchaba, Catherine recordó las décadas que había invertido en convertirse en la mujer más respetada de la élite parisina. recordó las cenas diplomáticas, los favores, intercambiados en susurros, los secretos ajenos guardados bajo llave. Siempre había sido ella quien movía las piezas. Adrien, sin embargo, era distinto. No buscaba ser movido, sino mover.
"Sí rompo este compromiso, me destruirá" estaba atrapada entre la espada y la pared.
Adrien se levantó, camino despacio hacia uno de los espejos y se observó con calma. luego habló, sin mirarla.
-- Le daré un consejo gratuito, Madame. Nunca muestre dudas en público. Yo no puedo soportar su vacilación aquí, en la intimidad de este salón. Pero sí trasciende... si la prensa O nuestros círculos saben que usted pretende romper lo que ya está sellado. Entonces no tendré más opción que actuar.
Se giró, y sus palabras fueron como cuchillas:
-- Y actuar significa exponer lo que usted tanto teme. créame, tengo más información de la que imagina. --
Catherine sintió un nudo en la garganta. Era como Sí Adrien hubiera leído sus miedos más íntimos.
-- Entonces, ¿qué propone? -- preguntó Catherine, apenas audiblemente.
-- Es simple: mantenga el compromiso. Continúe con los planes. Haga que su hija cumpla con su deber. O prepárese para perderlo todo. --
Se acercó, tomo su mano con una cortesía que contrastaba con la amenaza de sus palabras, y la besó.
-- Fue un placer conversar con usted, Madame. --
Se marchó, dejando atrás de sí un silencio ensordecedor. Cuando las puertas. Se cerraron, Catherine dejó caer en el sillón. El coñac se derramó sobre la alfombra cuando su mano tembló. Por primera vez en años, no había tenido el control absoluto.
El dilema era brutal: obedecer a Adrien y arriesgarse a perder a Valentina, o enfrentarlo y exponerse a un ataque devastador. La advertencia de su hija y la amenaza de Adrien se entrelazaban como cadenas invisibles, oprimiéndola desde ambos lados.
Catherine cerró los ojos. La dama que jamás retrocedía se encontraba en una circunstancia que podía costarle todo.
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️