Matrimonio Imperfecto

Agosto

Había hecho una última llamada a Gael. En consideración no fue atendida. Ese tipo está moviendo para carajo mi cabeza. Las veces que me he preocupado tanto por alguien acabó haciendo de mi vida el infierno. Pero no consigo olvidarlo por más que lo intente.

Él tiene el efecto de una droga, que no deja que te olvides tan fácilmente. Me sorprendí con Gabriel llamándome, cuando eso sucedía era porque había algo de urgencia.

—Habla.

—Vas a adorar ver esto, tu ex marido está mal para carajo aquí en el open bar, parece drogado y tiene un tipo intentando ayudarlo, o mejor llevarlo para la cama.

Sentí mi sangre hervir y todas mis venas saltar. Subió en mí una rabia de los infiernos al punto de quebrar el vaso con vodka en mi mano.

¡Mierda! Necesito ir antes de que aquel cretino pueda hacer algo con Gael. ¡Por qué tengo que importarme tanto, droga!

—¿August? ¿Estás ahí o ya rompiste todo?

—Llego en un minuto.

Mi naturaleza violenta había sido incorporada, yo no estaba para bromas de tanto odio que me subía. Cogí el coche en el garaje, aún vistiendo la ropa que trabajo y pisé a fondo. Rastreé la llamada de Gabriel para saber en cuál bar estaban.

Mis ojos ya fueron directo en Gael próximo al open bar intentando ser llevado por un tipo desconocido. El supuesto amigo de él estaba ya borracho bailando con Gabriel. Por eso el vagabundo me llamó.

—¡Carajo!

El sonido me estaba dando dolor de cabeza por causa del estrés y la rabia. Me aproximé a los dos cerca en el open bar.

—Suéltalo ahora.

Digo tosco, cuando el tipo se giró en la intención de replicar mis palabras, engulló todas y apenas salió con el rabo entre las piernas. Antes de que Gael desmayado fuese para el suelo, lo tomé en mis brazos.

Era bueno sentir el cuerpo de él próximo al mío nuevamente. Tocar su rostro suave, sentir la curvatura de su cintura medio fina, era como la de una mujer.

Lo cargué hasta el coche, pasé el cinturón de seguridad y entré. Pero antes, salí para fumar un poco. Miré para mi mano con ciertos arañazos de los pedazos de vidrio. Miré en dirección al coche.

—Me das trabajo, pero solo así para encontrarte nuevamente.

Comenté para mí mismo perdiéndome en la onda de importarme tanto con alguien. Es imposible olvidarlo. Parece tener un imán en él que acaba atrayéndome más de lo que debería.

Volví para el coche y conduje en la dirección de mi casa, por estar más calmo volví más despacio. Gael despertó poco a poco, en estado de borracho, preguntando quién yo era y para dónde yo estaba llevándolo. De forma corta y tosca hablé que era para mi casa.

Él parecía no verme bien, si fue bebida que él bebió está muy flaco para alcohol. Pero el estado de él indicaba que era droga. Quedé tan puto que apreté el volante con odio.

Eso me recuerda del día en que fui drogado y humillado. Y la persona que hizo eso era quien yo menos esperaba, el que decía ser mi hermano y mejor amigo llamado David. Además de él, quien más me quebró fue la chica por nombre de Caren que yo había dedicado todo mi amor y la vida. Al fin, fui apuñalado por los dos, que solo querían mi poder y la fortuna.

Además, descubrí las traiciones de ambos. La chica que era mi trofeo de oro, no pasaba de una zorra que transaba con David por mis espaldas.

Cuando descubrí todo, por las pruebas que Gabriel me mostró, quedé mal para carajo. Fue el día en que casi llegué a matar a los dos, pero fui impedido por Gabriel que había tomado las providencias necesarias.

Pensé que ese bastardo estaba bien lejos, pero cuando fui con Gabriel detrás del artefacto, él retornó. Con más apariencia de psicópata de lo que ya tenía antes. Si yo lo encuentro nuevamente, ni sé de lo que soy capaz.

Sentí la mano de Gael jalar la barra de mi terno. Puse atención en él que estaba temblando. La única cosa que me aconteció fue quedar aún más preocupado con la situación.

—¿Gael? Eh, despierta.

Balanceé él que estaba inconsciente. Paré el coche en una vía de estacionamiento. Quité el cinturón de seguridad y me incliné en la esperanza de hacerlo volver a la conciencia.

—¡¿Quién diablos eres tú?!

Cuestionó con voz atropellada y comenzó a menear con los brazos, mal sabía él que ni hacía cosquillas. El estado de él estaba preocupante, por más que se ingiera una droga, no deja el cuerpo temblando de la forma en que el de él estaba. Además de que calentaba cada vez más.

Llamé a él por el nombre balanceándolo.

—¡Mi cabeza está explotando!

La voz de él estaba más que trémula. Mal entendí lo que quiso decir, verlo comenzar a llorar apretó mi pecho. Mierda, eso estaba más que serio. Lo llevé a las prisas para el pronto socorro, el hospital estaba lleno.

Agilicé los atendentes de la recepción para llevarlo luego para la emergencia.

—Señor, así como los otros usted debe esperar que llegue su vez.

Eso me irritó.

—¡Droga, quiere que él muera para ser atendido?! Mira aquí, yo tengo poder para hacer la vida de ustedes el infierno, entonces es mejor mandar él para la puta de la emergencia ¡AHORA!

Casi grité de una forma tan tosca que ella no tuvo opciones. Percibí el miedo en los ojos de la mujer.

—Calma señor, él ya será transferido, puede sentarse allí.

Solo me senté cuando lo llevaron para la emergencia. Miré en vuelta percibiendo que las personas me encaraban.

—¿Están mirando qué?

Luego pararon de me encarar. Cuando Gael fue atendido, procuré el médico cuál era el diagnóstico y si él estaba bien.

—Mira señor —Analizó la hoja —Un segundo de atraso y usted lo perdía.

—¿Cómo es doctor?

Quedé perplejo sin acreditar.

—La droga que él ingirió, es tan fuerte que apenas un gole hace un efecto incontrolable. Por motivo del organismo de él ser un poco frágil, ella hizo un efecto que podría llevarlo a la muerte si no fuese traído inmediatamente al hospital. Entonces aconsejo a tomar cuidado con su ente querido si quiere que él viva por más tiempo.

Oír eso fue como si mi alma hubiese sido pinchada por el capeta. La única droga más fuerte que conozco fue la que me drogaron en el pasado. Pero como mi cuerpo era resistente, solo tuve efectos de alucinación y mareo mezclada con dolor de cabeza.

—¿Doctor puedo verlo?

—Sí, él ya está en la sala de observación. Puede ir a verlo. Pero el horario de acompañamiento es solo medianoche.

—Enterado

Fui para allá, me aproximé de su cuerpo en la cama de hospital estable. Siento que la culpa es toda mía de él estar en esa situación. Cogí en la mano de él por impulso. Observé su rostro indefenso con los ojos cerrados. Quedo imaginando si yo no lo hubiese traído a tiempo.

Senté en la silla que quedaba al lado de la cama. Prensé mis codos encima de las rodillas, colocando las dos manos en mi rostro. Reflexioné por un instante, recomponiendo mi desesperación de casi perder Gael. Eso era más que serio, y algo me decía que él no iría a usar una droga tan fuerte de esas.

Llamé para Gabriel e informé toda la situación para que él me ayudase a encontrar la persona que había causado eso. Dijo que tuvo un tipo vestido de manera extraña saliendo, pero no notó el momento que colocó la droga en el copo de Gael.

Es apenas una suposición de haber sido ese extraño. Mandé él forzar el gerente de la discoteca para nos entregar las últimas filmaciones de la cámara de seguridad.

—¿August?

Escuché la voz flaca de Gael despertando poco a poco. Me levanté y quedé en pie al lado de él.

—No te muevas.

—¿Qué estoy haciendo aquí? Me recuerdo de haber apenas bebido un cóctel. Todo estaba yendo bien.

—No hagas tantas preguntas, cuando estés mejor iré a hablar lo que aconteció. Hasta mismo el doctor puede hacer eso.

Antes de que yo me sentase, sentí él sujetar la barra de mi terno nuevamente. Como un niño queriendo pedir algo.

—Sea lo que hubiese, gracias por haber quedado de mi lado.

—Solo no te metas en peligro nuevamente, toma más cuidado si realmente quieres agradecerme.

Volví a sentarme.

—¿Vas a quedar?

—Sí, tu amigo está muy mal de la bebida. Gabriel está sujetándolo para no venir al hospital del estado en que se encuentra.

Él parecía quedar conformado con mi respuesta. Solo que de alguna forma no paraba de mirarme, tenía alguna cosa que lo incomodaba.

—¿Qué fue?

—Bueno —Él baja los ojos para las piernas —¿Qué quieres en cambio? ¿Mi cuerpo nuevamente? Porque para que tú hayas ayudado significa que quieres algo.

Me sentí hasta un escroto.

—No quiero nada en cambio Gael. No creas que te ayudé para usarte sexualmente después.

Él parecía sorprendido pero no hizo más preguntas. Ya esperaba que él reaccionase de esa manera, también lo que yo esperaba después de lo que aconteció. Me recosté en la silla, solo restaba esperar esa noche terminar. Y parecía ser comprida.