En un mundo donde la lealtad se compra y la traición es moneda corriente, Valeria, una joven entrenada desde niña como asesina de élite, se encuentra atrapada entre dos mundos. Secuestrada a los cinco años y forjada en el fuego de la mafia, Valeria ha aprendido a sobrevivir a cualquier costo.
Valeria es una pieza clave de la mafia gracias a sus habilidades de hacker y estratega, además de ser una asesina letal en la Falange oscura. Sin embargo, una traición de parte de la única persona que ama cambia sus planes drásticamente. Ahora, debe navegar entre las sombras de su pasado y las traiciones del presente, mientras lucha por encontrar su verdadero propósito y vengarse de quienes la traicionaron.
Un trato con la OMSG, que reconoce, su valía, la llevará sin saberlo más cerca de sus raíces. Marcada por un pasado de traición, Valeria es una mujer cerrada al amor, pero se encontrará con un hombre arrogante y déspota, a quien le demostrará que ella sabe jugar tan bien como él. ¿te animas?
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Entre la vida y la muerte
Valeria cayó al suelo, el dolor de las balas atravesando su cuerpo. La sangre se extendía rápidamente por su ropa mientras la multitud observaba en shock. Alphonso guardó su pistola, su rostro imperturbable, mientras Navila se acercaba a él.
"Gracias, amor", dijo, pero de repente, el sonido de helicópteros y disparos llenó el aire. La OMSG había llegado, irrumpiendo en la mansión con una fuerza implacable. Los invitados comenzaron a gritar y a correr en todas direcciones.
“¡A cubierto!” Gritó uno de los guardias de la Cosa Nostra, devolviendo el fuego. Las balas volaban por todas partes, rompiendo ventanas y derribando muebles.
El general de la OMSG, un hombre imponente de aproximadamente cuarenta y tantos años y su traje táctico, vio a Valeria en el suelo. “¡Valeria!” Gritó, corriendo hacia ella. La levantó en sus brazos con cuidado, sintiendo su pulso débil. “Aguanta, te sacaremos de aquí.” Dijo, pero ella estaba demasiado débil; oía, pero sus ojos estaban cerrados.
Mientras el general la llevaba hacia la salida, Alphonso y su padre, junto con varios miembros de la Cosa Nostra, se dirigieron hacia la parte trasera de la mansión. “¡Tenemos que irnos, ahora!” Ordenó el padre de Alphonso.
Los helicópteros de La Piovra estaban listos para despegar. Alphonso ayudó a su prometida a subir a uno de ellos, mientras otros miembros de la mafia se apresuraban a seguirlos. “¡Despeguen!” Gritó Alphonso, y los helicópteros se elevaron en el aire, dejando atrás el caos.
Algunos de los guardias de la Cosa Nostra no tuvieron tanta suerte. Fueron abatidos por los disparos de la OMSG, sus cuerpos cayendo al suelo mientras los helicópteros se alejaban.
El general de la OMSG, con Valeria en brazos, llegó a uno de los vehículos de escape. “¡Vamos, rápido!” Ordenó, subiendo al vehículo con Valeria. “Tenemos que llevarla a un lugar seguro”.
Mientras se alejaban de la mansión en llamas, Valeria abrió los ojos débilmente. “Alphonso…” murmuró, su voz apenas un susurro; aún no podía creer lo que él había hecho.
“Tranquila, Valeria. Estás a salvo”, dijo el general, apretando su mano. “Lo importante es que logramos sacarte de allí”.
Alphonso se sentó en el helicóptero, su mente un torbellino de emociones. Había disparado a Valeria, la mujer que amaba, convencido de que ella los había traicionado. La imagen de su cuerpo cayendo al suelo, ensangrentado, no dejaba de atormentarlo.
“¿Cómo pudo hacerme esto?”, pensaba Alphonso, apretando los puños. “Confié en ella, la amé y me traicionó”. Seguía diciéndose.
Mientras tanto, Navila, sentada a su lado, esbozó una sonrisa apenas perceptible. Nadie la vio, pero en su mente, celebraba su victoria. Había logrado lo que La Piovra quería: sembrar la discordia y la desconfianza en la Cosa Nostra.
Alphonso miró por la ventana del helicóptero, tratando de calmar su mente. “Valeria debía pagar”, se repetía a sí mismo. “Una traición no se perdona jamás; ella se lo buscó”.
A pesar de su determinación, no podía evitar sentir un profundo dolor en su corazón. “¿Y si me equivoqué?”, pensó por un instante, pero rápidamente desechó la idea. “No, las pruebas eran claras. Ella nos delató, era una traidora”.
El helicóptero se alejó de la mansión en llamas, dejando atrás el caos y la destrucción. Alphonso sabía que la guerra apenas comenzaba, y que tendría que ser más fuerte que nunca para enfrentar lo que venía. Valeria era su mejor elemento y ahora, sin ella, estaban muy mal.
Navila, por su parte, se acomodó en su asiento; satisfecha con el resultado, observó a su amado pensativo y le dio un beso.
"No te atormentes, mi amor, ella los traicionó, tu padre la salvó y ella les pagó mal", dijo y Alphonso asintió y la besó de vuelta.
La Piovra había logrado su objetivo, y ahora, con Valeria fuera del camino, el camino estaba despejado para sus planes; su hijo y Navila eran lo mejor para la cosa nostra: dos grandes mafias unidas, dos titanes juntos. Gracias a sus planes, no por nada había sido tanto tiempo el capo de capos.
El helicóptero aterrizó en la azotea de una clínica privada. Los médicos ya estaban esperando, alertados por la urgencia de la situación. El general de la OMSG bajó del helicóptero con Valeria en brazos, su rostro tenso y preocupado.
“¡Rápido, necesitamos ayuda aquí!” Gritó, mientras los médicos se apresuraban a recibir a Valeria. La colocaron en una camilla y la llevaron corriendo hacia la sala de emergencias.
“Ha perdido mucha sangre”, dijo uno de los médicos, revisando las heridas de Valeria. “Necesitamos estabilizarla de inmediato”.
El equipo médico trabajaba frenéticamente, conectando a Valeria a monitores y transfusiones de sangre. “Presión arterial cayendo”, informó una enfermera, su voz llena de tensión. “Necesitamos más sangre, tipo O negativo”.
“¡Vamos, no la dejemos ir!” Exclamó el cirujano principal, mientras intentaba detener la hemorragia. Las manos de los médicos se movían con precisión, pero la situación era crítica. Valeria se debatía entre la vida y la muerte, su respiración débil y errática.
“¡Más suero, rápido!” Ordenó el cirujano, mientras otro médico aplicaba presión sobre las heridas para detener el sangrado. “Necesitamos estabilizarla antes de que sea demasiado tarde”.
De repente, uno de los médicos que revisaba los signos vitales de Valeria se detuvo, su rostro palideciendo al ver sangre bajando de sus piernas. “Doctor, hay algo más”, dijo, su voz temblando. “Está embarazada”.
El quirófano quedó en silencio por un momento, la gravedad de la situación aumentando. “¿Podemos salvar al bebé?”, preguntó el cirujano principal, su voz llena de urgencia. Rápidamente, buscaron para hacerle un ultrasonido, pero no hubo.
“Lo siento, doctor”, respondió el médico, sacudiendo la cabeza. “El bebé no sobrevivió”.
El general, que observaba desde la puerta, sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. “No puede ser”, murmuró, su voz apenas un susurro. “Pobre chica…”
Después de lo que pareció una eternidad, el cirujano principal se apartó, su rostro cansado pero determinado. “Hemos hecho todo lo posible”, dijo, mirando al general. “Ahora depende de ella”.
Valeria fue trasladada a una habitación de cuidados intensivos, conectada a una serie de máquinas que monitoreaban sus signos vitales. Los médicos habían logrado estabilizarla, pero su estado seguía siendo crítico. Estaba en coma, su cuerpo luchando por recuperarse de las heridas.
El general se acercó a la cama de Valeria, tomando su mano. “Estoy aquí contigo”, dijo en voz baja. “Lucha, niña. No te rindas”.
La tensión en la clínica era palpable. Cada minuto que pasaba parecía una eternidad, y todos esperaban con ansias cualquier señal de mejoría. Valeria seguía en coma, su destino incierto, mientras el equipo médico vigilaba de cerca cada uno de sus signos vitales.
son excelentes
Gracias
No era tan fuerte el amor si le ganó la desconfianza