Elein, líder de la Tribu Águila, descubre que el símbolo del fénix en su collar guarda el secreto de un antiguo poder que podría cambiar el destino de las Tribus y del Reino del Norte. Mientras enfrenta conspiraciones, traiciones y una conexión inesperada con la familia real, Elein deberá desentrañar la verdad sobre el sacrificio de sus padres.
Acompañame a descubrir la verdad de un pasado, un legado y un enemigo entre las sombras.
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Capítulo 23: "El regreso al Reino del Norte y nuevos lazos"
Un regreso cargado de tensiones
El viento helado del Reino del Norte golpeaba los rostros de Elein, Daniel y su grupo mientras cruzaban las puertas del reino, acompañados por las tribus Leopardo, Tigre y Lobo. Los guerreros marchaban con orgullo, sus estandartes ondeando como una advertencia al enemigo, pero no todos los presentes en la ciudad compartían ese entusiasmo.
Los nobles reunidos en las murallas observaban con una mezcla de escepticismo y temor. Las tribus, aunque aliadas, eran vistas por muchos como salvajes e impredecibles.
—No esperes que todos nos den la bienvenida con aplausos, —dijo Flora, mirando las caras tensas de algunos cortesanos.
—No importa lo que piensen, —respondió Elein con firmeza—. Estamos aquí para luchar por el futuro del reino. Lo entenderán cuando vean de qué somos capaces.
A su lado, Daniel la observaba con atención. Había algo en la forma en que ella hablaba, con una convicción inquebrantable, que lo fascinaba.
La reina y los preparativos
En el salón principal del palacio, la reina los recibió con una mezcla de solemnidad y gratitud. Sus ojos recorrieron a los líderes tribales, reconociendo la importancia de su presencia, antes de posarse en Elein y Daniel.
—Habéis logrado lo imposible, —dijo la reina con voz serena—. Las tribus han respondido a vuestro llamado. Ahora, debemos asegurarnos de que esta unión no se quiebre bajo el peso de la guerra.
Daniel inclinó la cabeza, proyectando su porte regio.
—Trabajaremos juntos para fortalecerla, madre. Peter no podrá dividirnos, no ahora.
Elein también se adelantó.
—Majestad, nuestra prioridad debe ser reforzar las defensas y preparar nuestras fuerzas. Las noticias de los movimientos de Peter son cada vez más alarmantes.
La reina asintió, su mirada mostrando la gravedad de la situación.
—El consejo de guerra os espera. Es hora de planificar nuestra estrategia.
La relación entre Elein y Daniel
Más tarde esa noche, Elein se encontraba en uno de los balcones del palacio, observando las luces titilantes de la ciudad. El aire gélido la envolvía, pero su mente estaba demasiado ocupada para notar el frío.
—Deberías descansar, —dijo Daniel, apareciendo detrás de ella con un paso tranquilo.
Elein giró levemente, reconociendo su voz sin sorpresa.
—Podría decir lo mismo de ti.
Daniel se apoyó en la baranda junto a ella, sus hombros casi tocándose.
—Descansar no es fácil cuando todo lo que hemos logrado podría desmoronarse en un instante, —dijo, su tono más bajo, más personal.
Elein soltó un suspiro, su mirada perdida en las estrellas.
—A veces siento que estoy caminando sobre una cuerda que podría romperse en cualquier momento.
Daniel se inclinó ligeramente hacia ella, y cuando habló, su voz tenía un filo que Elein no esperaba.
—Si caes, Elein, no caerás sola.
Ella lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras.
—¿Y si te arrastro conmigo? —preguntó, su tono desafiante.
Daniel esbozó una sonrisa, la clase de sonrisa que contenía tanto peligro como promesas.
—Entonces caeremos juntos, y encontraremos la forma de levantarnos de nuevo.
La brisa helada parecía cargada de electricidad mientras Elein lo observaba, buscando una razón para apartarse. Pero no lo hizo.
—Esto no es un juego, Daniel.
—¿Parezco alguien que toma esto como un juego?
El silencio entre ellos estaba lleno de una tensión que Elein no sabía si quería romper. Finalmente, apartó la mirada, rompiendo el contacto visual.
—La guerra no esperará, —dijo con voz controlada.
—La guerra puede esperar un momento, pero nosotros no deberíamos esperar para entender lo que somos, —respondió él, sin apartar los ojos de ella.
Elein tomó aire, como si quisiera responder, pero en lugar de eso se giró y comenzó a caminar hacia las puertas del palacio.
—No me hagas arrepentirme de esto, Daniel, —dijo antes de desaparecer en la oscuridad.
Daniel permaneció en el balcón, con una sonrisa leve en su rostro. Sabía que había ganado más en esa conversación de lo que había esperado.
La llegada de la guerra
La calma duró poco. Una noche, mientras Elein y Daniel revisaban los últimos informes en la sala de estrategia, un mensajero irrumpió con el rostro desencajado.
—¡Señores! Las fuerzas de Peter han cruzado las fronteras. El primer enfrentamiento es inminente.
Elein y Daniel intercambiaron una mirada cargada de determinación. Sabían que el tiempo de preparación había terminado.
—Entonces vamos a recibirlos, —dijo Elein, levantándose de inmediato.
El sonido de las trompetas resonó en la ciudad, llamando a las tropas a sus posiciones. El amanecer traería consigo la primera batalla, y todos sabían que sería solo el comienzo.