El Piloto

Cristina izada de 1000 colores al ver el vicepresidente al frente de ella.

—Hay un problema. Ahora la paciente insiste en que usted hizo algo mal con su tratamiento en el cuidado de la piel y según ella le estás dejando cicatrices que serán de por vida. Como sabes, es una celebridad. Si el asunto se complica, afectará sin duda a la reputación del hospital y dejarás de trabajar aquí. Puede que ni siquiera puedas ... puedes tener tu propio consultorio fuera de este es vital en el futuro.

—¿Qué?

El rostro de Cristinaa palideció le resulta difícil qué recupere su piel natural ya que se ha hecho muchos tratamientos quirúrgicos en demasiadas ocasiones. No tiene nada que ver con su tratamiento.

—Todo el mundo conoce esta verdad, pero las habladurías son temibles. Si dice algo con  malicia, nadie creerá lo que dices.

A Cristina no se le ocurría nada y parecía un poco nerviosa. Al ver su aspecto, el vicepresidente le dijo

—No te preocupes, estoy aquí para ayudarte. El paciente me ha dicho que puedes manejarlo en privado. Le he reservado un palco para mañana al mediodía. Espero que puedas persuadirla y no causes un impacto negativo en el hospital.

— ¡De acuerdo!

No había mejor manera, Cristins solo podía estar de acuerdo.

Al mediodía del día siguiente, se acercó a la caja, se quedó en la puerta largo rato, respiró hondo y empujó la puerta.

se había tomado el tiempo de ir hasta el restaurante ande bien hecha la reservación pues ahí tenía que reunir se con la celebridad que él estaba demandando en el hospital tenía que evitar todos los problemas posibles para poder en el futuro abrir su propio consultorio.

La caja estaba vacía, y solo había un hombre sentado a la mesa. No era la celebridad en línea de antes, ¡sino Paulo!.

— ¿Por qué estás aquí?

Cristina pensó que podrían haberle tendido una trampa.

Se retiró rápidamente para salir. Cuando abrió la puerta, Paulo le dijo de repente

—Cristina, si te atreves a irte, le pediré a mi novia que diga que la dejaste como un monstruo de por vida. Para entonces, será

demasiado tarde para arrepentirse.

La novia de Paulo era la qe había asistido en varias ocasiones con ella, pero sabía que sus problemas en la cara era por su cuidado, Cristina no tenía nada que ver.

—Eres vergonzoso. —Cristina lo miró con ira.

—Si no lo soy, ¿cómo voy a invitarte a salir?.

Paulo se encogió de hombros

—. No te causaré problemas. Si comes conmigo, te dejaré ir.

—No, me siento mal cuando te veo.

Paulo se rio al oír esto.

—No te obligaré si no quieres.

Se sirvió un vaso de vino y lo empujó.

—Ayer me diste una bofetada y lo dejaré pasar. Si bebes este vino, Tomóejaré que mi novia diga eso. Es un buen trato, ¿verdad?

Cristina miró la copa de vino con rostro serio y no se movió.

—¿Te preocupa que le haya puesto algo?

Paulo se rio, se sirvió un vaso de vino y se lo bebió

—No te preocupes.

Cristina se sintió aliviada. Tomó el vaso y se lo bebió de un trago. Después de bebérselo, tiró el vaso sobre la mesa.

—Me lo he bebido.

Acababa de terminar de beber y tenía manchas de agua en los labios, que parecían sonrosados y seductores.

Paulo la miró con ojos ardientes. De repente se abalanzó sobre ella y la abrazó.

—Cristina, nunca he sido una persona amable. Desde que has venido, no puedes irte.

Cristina luchó horrorizada, sacudiéndose

desesperadamente su mano.

Sin embargo, Cristina era mucho menos poderosa que él. Paulo la encadenó fácilmente con una mano, mientras le desgarraba la ropa con la otra, enterrando la cabeza en su cuello.

Cristina se sintió incómoda al sentir su aliento

junto a su cuello y todo su cuerpo se congeló.

— ¡No me toques!

Con un grito, pateó a Paulo entre las piernas.