Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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23 ‐ Una información interesante.
Las campanadas de la academia resonaban con gracia esa mañana, el inicio de clases estaba a punto de suceder, y como era normal en el imperio, había una gran celebración.
Al bajar del carruaje Aaron me tomó de la mano como lo había estado haciendo últimamente, su toque hacia mi persona ya me estaba acostumbrando, al igual me estaba acostumbrando de las miradas curiosas de las personas a nuestro alrededor.
No era para nada normal que una pareja demuestre afecto en público.
Por eso era normal que las personas murmuraban cuando veían pasar a la parejita que ya se encontraba en el lugar.
Después de la desastrosa fiesta de disfraces y la plática que tuvimos con el emperador, no esperaba ver a la feliz pareja en público, por desgracia pude notar que la noticia para Dereck no fue bien recibida por él.
Ya que desde lejos pude notar las ojeras en su rostro y la sonrisa brillante de la joven Rosé no se miraba por ningún lado.
—¡Madeline! ¡Aaron! —Ambos escuchamos nuestros nombres a lo lejos, cuando nos giramos, pudimos ver como el joven Rafael el segundo príncipe llegaba a nuestro encuentro.
—Buenos días su alteza, —Saludo con una leve reverencia, ya era normal la poca formalidad entre nosotros ya que nuestra relación era más cercana. —El uniforme le queda muy bien.
Pude ver como el joven príncipe se ponía nervioso mientras agradecía mi cumplido.
En ese momento pude escuchar como Aaron se aclaraba la garganta y pegaba su cuerpo al mío.
—Felicidades nuevamente por su ingreso a la academia, espero que estudie mucho y se divierta conociendo a más personas.
Aaron menciona con una sonrisa dando unos leves golpecitos en el hombro del segundo príncipe. La hora de la ceremonia había llegado y por ende Aaron y yo ya nos encontrábamos entre el público sentados a la espera de las palabras de bienvenida del emperador.
Como es una institución de prestigio, era normal que el palacio imperial avale su rendimiento.
El graduarte con buenas notas en esta academia, te garantizaba un futuro próspero y un trabajo muy bien pagado, por eso era normal ver un montón de familias de plebeyos y de nobles pobres que festejaban con felicidad la entrada de unos de sus hijos a dicha institución.
Me llenaba de orgullo saber que existían personas capaces en este imperio.
Al final no pude escuchar el discurso de su alteza el emperador por estar tan concentrada en mis pensamientos, que solo me dediqué a aplaudir. A mediodía se organizó un almuerzo con los invitados y disfrutaba de una deliciosa comida.
Al terminar me excusé con los chicos de la mesa tratando de ir al tocador un momento.
—¿Quieres que te acompañe? —Pregunta Aaron con preocupación.
—Estoy bien, Miriam me acompañará. —Digo con una sonrisa, a pesar de que sé que no le agrada mucho la idea de que el joven Kenta me acompañe en su forma femenina.
Pero no puede decir nada ya que fue el mismo quien le ordenó vigilarme. A pesar de que la verdadera identidad del joven aún me ponía un poco incomoda, pero él estaba al tanto de los límites que no debía de cruzar, por ejemplo, el no acompañarme hasta el interior del tocador y solo se quedó afuera esperando por mí.
Justo al entrar al lugar los ojos azules de la joven Rose me paralizaron en la puerta, ella me miraba con una expresión triste.
La analicé de pies a cabeza y si decir nada me acerqué a los espejos que estaban acomodados en el lugar, ella al parecer tenía algo que decir ya que no dejaba de verme fijamente.
—Habla. —Le ordeno, ella se estremece en el lugar.
Era bastante obvio que estaba tratando de tener una conversación conmigo, yo de igual forma me gustaría tenerla a solas con ella, ya que de ser así el idiota de Dereck no interrumpiría.
—¿Su alteza Maximilian y usted de verdad están en una relación? —La pregunta me llega con sorpresa, no esperaba que aún ella dudara de la veracidad de nuestra relación después de la última reunión.
—Al parecer aún te quedan dudas, ¿Por qué te interesa tanto? El único hombre que debe de importarte es tu prometido.
—¿Sabías que nuestro compromiso está a punto de romperse? —¿Habla de verdad? Estaba al tanto de que la mayoría de los nobles que apoyaban a Dereck estaban desistiendo después de que la familia Barlovento dejara de apoyar al primer príncipe, pero no creí que esta problemática afectara su futuro matrimonio.
Sonreí.
Al parecer estos estaban comenzando a recibir un poco de las repercusiones de sus malas decisiones.
—¿Te alegra que seamos infelices? —Me reclama la joven, me parece muy doble cara que ella trate de hacerme sentir mal.
—¿A ti te importo mi felicidad cuando te enredaste con mi prometido? —Rosé no respondió y en cambio apretó los labios, al parecer estaba buscando la forma de cómo defenderse de lo indefendible.
—Tu no lo amabas como lo amo yo. —Bufé con burla.
Estaba comenzando a entender un poco mejor la forma de pensar de la joven baronesa, ella estaba más encaprichada con el amor y el romance, sacando a mi pobre ex prometido de un matrimonio sin amor y llenándolo de cariño lo convenció para dejar este matrimonio.
Yo en cambio estaba mirando por el bien de este imperio y el futuro de mi familia, el ser la emperatriz de este imperio me aseguraba una buena posición política tanto para mí, como para la familia. Estaba claro que ninguna de las dos estábamos buscando lo mismo.
Por eso me enojaba más que ella trate de entrometerse.
—¿Amor? ¿Crees que el amor es suficiente para un príncipe del imperio? Abre los ojos, esto es la vida real no una novela romántica.
Al final traté de salir de la habitación, pero ella se interpuso en mi camino, no lograba ver su expresión ya que estaba agachada, pero cuando subió su rostro me paralicé.
Esos ojos no estaban llenos de lágrimas como lo esperaba, aquella mirada estaba cargada de odio y resentimiento.
—Tú nunca has cambiado, desde siempre me despreciaste y tenías la última palabra, ¿Por qué ahora que creí que había ganado eres más feliz que nunca? —Fruncí el ceño con confusión.
¿De qué estaba hablando esta chica?