Un CEO Para La Villana

EMMA:

Despierto luego de haber dormido muchas horas y al ver la hora son las nueve de la mañana, lo que me hace saltar de la cama e ir al baño de inmediato.

Hago mis necesidades, tomo una ducha a la velocidad de la luz y me coloco un cómodo vestido y unas zapatillas. Salgo a pasos rápidos de la habitación y voy en busca de Alexandro.

Al llegar a la sala observo a su madre tomando café mientras mira la pantalla de su tableta.

Ella al sentirme llegar se gira y me mira con una sonrisa genuina.

—Buenos días Emma.

—Buenos días señora Moretti.

—No, no, nada de señora, llámame Giorgia, ya somos familia cariño, ven toma asiento.

Dice de manera amable y yo tomo asiento mientras siento algo de nervios.

—¿Usted sabe dónde está Alexandro?

Le pregunto y ella sonríe.

—Ya se fue a trabajar con su padre, mandó a decir que te relajaras y que hoy te tomes el día libre.

No digo nada mientras discretamente llevo la mano en mi vientre y pienso en la pequeña criatura que crece en mi vientre.

—¿Deseas desayunar algo en especial?

Su pregunta me toma por sorpresa y la miro fijamente por unos segundos para luego decir.

—Jugo con pan y mermelada por mí está bien, pero descuide yo preparo mi desayuno...

—Nada de eso, tú quédate tranquila que yo te preparo un buen desayuno, recuerda que estás embarazada querida y debes de cuidar tu alimentación para que el bebé nazca sano.

—Está bien.

Murmuro y ella se levanta y comienza a moverse con gracia y elegancia en la cocina mientras yo solo la observo con admiración.

Lamentablemente, mi fuerte solo es recalentar, lo único que me sale bien.

Minutos más tarde Giorgia se acerca con mi desayuno y estómago gruñe.

Relamo mis labios al ver la delicia de desayuno y la miro con agradecimiento.

—Muchas gracias.

Murmuro con agradecimiento sin dejar de sonreír.

—No es nada cariño.

Ella sonríe para luego concentrarse en su tableta y yo en mi rico desayuno el cual como todo de muy buena gana.

Al terminar llevo los platos a la cocina y lo lavo, para luego volver a tomar asiento junto a Giorgia.

—Ahora sí, hablemos Emma.

—¿Qué desea saber?

Le pregunto y ella sonríe.

—Muchas cosas, pero comencemos por lo primordial.

—¿Has tenido malestares? ¿Náuseas, vómitos, mareos?

—No, solo ayer por subirme en la caja ende... Perdón en el ascensor.

Hablo rápidamente y ella sonríe.

—Eso está bien, no todos los embarazos son iguales y no a todas las mujeres les da lo mismo... Quiero que te cuides mucho ¿De acuerdo?

—Por supuesto.

Ambas comenzamos a entablar una buena conversación y ella me brinda varios consejos de embarazos.

(...)

Para la hora de la noche mientras estoy en mi habitación la puerta es tocada.

—¿Quién?

—Soy yo.

Escucho la voz de Alexandro y sonrío inconscientemente.

—Pasa.

Digo y este abre la puerta y yo me siento en la cama.

—¿Cómo estás?

Me pregunta acercándose a mí y yo toco la cama para que él tome asiento.

—Estoy muy bien, tu madre fue muy buena compañía.

Le digo con evidente emoción.

—Me alegro de que se lleven bien.

—Si, tú ¿Cómo estás? ¿Cómo fue el trabajo de hoy?

Alexandro suspira y dice.

—Muy cansado, pero ya cerramos varios tratos con éxito.

Sonríe feliz de sus logros.

—Eso es bueno.

Menciono sin dejar de mirarlo.

—Emma, mi padre se encargará de cerrar los otros tratos y va a resolver lo que me falta... Tú y yo partiremos mañana, necesitas llevar los controles del embarazo.

—Mmm, ya veo.

Murmuro algo pensativa.

—¿Qué pasa? ¿Aún no quieres irte? ¿Quieres quedarte más tiempo?

Pregunta con preocupación.

—No, no es eso... Lo que pasa, es que no quiero volver a mi casa... Alexandro necesito un préstamo.

—¿Un préstamo? ¿Para qué quieres un préstamo?

Pregunta con curiosidad.

—No puedo quedarme en mi casa, necesito alquilar un lugar para poder vivir y más con este embarazo, sería peligroso quedarme en ese lugar.

Le explico y él frunce el ceño.

—¿Acaso has recibido maltrato en tu familia?

Su pregunta me hace sentir vergüenza, aunque no era yo la que lo recibía, pero ahora estoy ocupando este cuerpo.

—Algo así.

Murmuro con vergüenza.

Escucho un suspiro por parte de Alexandro y luego dice.

—Ven a vivir a mi casa, tengo suficiente espacio para los dos.

Dice y alzo las cejas.

—¿Los dos en un mismo espacio?

—Si ¿Qué tiene de malo?

Miro su trabajado cuerpo y luego sus fuertes brazos para luego negar.

—No podría vivir con un pecado andante.

Murmuro y el hombre junto a mí ríe de manera coqueta.

—¿Qué? ¿Acaso tienes miedo de no poder controlarte?

Su pregunta hace que mi rostro se vuelva rojo.

—Claro que puedo controlarme, no soy una enferma.

Alexandro se ríe a carcajadas mientras no deja de mirarme con ojos brillantes.

—¿La verdad? Poco me importaría si no te controlas.

Su voz baja y sus profundos ojos brillantes me hipnotizan al punto de mirarlo con deseo de algo más.

—No quiero enamorarme Alexandro.

Le susurro.

—¿Por qué no? Te aseguro que correspondería a tus sentimientos.

Una de sus grandes manos acaricia mi mejilla y me pregunto si esto es una declaración.

La puerta es tocada y escuchamos la voz de Giorgia.

—Lamento interrumpir, pero tú padre te necesita Alexamdro.

—Está bien, ya voy ma.

Dice el hombre hombre junto a mí para luego volver a mirarme.

—Cuándo lleguemos, recogeremos tus cosas y te irás a mi casa.

Alexandro se acerca a mí y deja un suave beso en mi mejilla, casi cerca de mis labios antes de marcharse.

Cuándo la puerta es cerrada siento que vuelvo a respirar y coloca una de mis manos en mi pecho sintiendo mi corazón acelerado.

—Este hombre es un peligro para mí si está cercar... Pero... ¡Es tan guapo!

Mis pensamientos se dirigen a sus fuertes brazos y mis manos pican por tocarlo.

—Cielo, serás mi perdición Alexandro Moretti.

(Espero disfruten este capítulo, no olviden seguirme y comentar, besos y abrazos desde la distancia.)