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El Horizonte De Nosotros

El Horizonte De Nosotros

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Padre soltero / Maestro-estudiante / Amor eterno
Popularitas:2.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Joél Caceres

El Horizonte de Nosotros es una cautivadora historia que explora las complejidades del amor y la identidad. Chris, un joven profesor de cosmología, vive atrapado en un conflicto interno: su homosexualidad reprimida choca con los rígidos prejuicios impuestos por sus creencias religiosas. Su vida dará un giro inesperado cuando conozca a Adrián, un hombre carismático y extrovertido que, a pesar de ser padre de un niño pequeño, descubre en Chris algo que lo atrae profundamente.

En este encuentro de mundos opuestos, ambos se verán enfrentados a sus propios miedos y deseos. ¿Podrá Chris superar sus barreras internas y abrirse al amor que le ofrece Adrián, o será consumido por la culpa y la autonegación, conduciendo a su autodestrucción?

NovelToon tiene autorización de Joél Caceres para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Refugio

Chris permaneció inmóvil frente a la puerta cerrada de su casa, con una mochila apresuradamente llena de algunas pertenencias básicas colgando de su hombro. Las palabras de su madre aún resonaban en sus oídos, cortantes como cristales rotos: "¡En esta casa no vive ningún homosexual! ¡Vete y no regreses hasta que te hayas curado de esta enfermedad!"

Sus manos temblaban mientras sostenía su teléfono, dudando si llamar a Adrian. Las lágrimas que había contenido durante la discusión comenzaban a brotar sin control. No era solo tristeza lo que sentía; era una mezcla tóxica de emociones que le revolvían el estómago: rabia hacia doña Eugenia por su intromisión, dolor por el rechazo de su madre, culpa por no ser el hijo que ella esperaba, y un profundo miedo hacia el futuro incierto que ahora se abría ante él.

Recordó los momentos felices con Adrian en la costanera: las risas compartidas, el roce casual de sus manos, la sensación de libertad al poder ser él mismo, aunque fuera por unas horas. ¿Cómo algo que le hacía sentir tan pleno podía ser considerado tan malo por su madre? Durante años había intentado complacerla, había reprimido sus sentimientos, había rezado todas las noches como ella le pedía, esperando que algo cambiara. Pero lo único que había cambiado era su capacidad para seguir fingiendo.

La ausencia de su padre en este momento crucial le pesaba especialmente. Siempre ausente, siempre evitando los conflictos, dejando que su madre manejara todo. Chris se preguntaba si su padre siquiera se enteraría esta noche de que su hijo ya no dormiría en casa.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una ventana abriéndose.

Chris se derrumbó en la acera, sollozando silenciosamente. A sus 26 años,estaba comenzando a  construir una vida aparentemente más estable: un trabajo decente,  Pero todo eso parecía tambalearse ahora. La seguridad de su hogar, aunque fuera un hogar lleno de tensiones no dichas y verdades escondidas, se había esfumado en cuestión de minutos.

Finalmente, con dedos temblorosos, marcó el número de Adrian. Mientras esperaba que contestara, Chris sintió una extraña mezcla de dolor y liberación. El precio de ser él mismo había sido alto, pero por primera vez en su vida, no tendría que esconderse más. Ya no habría más mentiras, no más excusas sobre por qué no tenía novia, no más fingir ser alguien que no era.

"¿Chris? ¿Estás bien?" La voz preocupada de Adrian al otro lado de la línea fue como un ancla en medio de la tormenta. Chris respiró profundo, encontrando un poco de fuerza en medio de su vulnerabilidad.

"No... no estoy bien", respondió con voz quebrada. "Pero creo que algún día lo estaré."

Después de colgar con Adrian, Chris miró su teléfono por un largo momento. Sus dedos marcaron casi automáticamente el número de su abuela. El tono de llamada resonaba en sus oídos mientras su corazón latía con fuerza. "Abuela," su voz se quebró al hablar, "necesito quedarme contigo un tiempo." No agregó más, no podía. Las palabras se atoraban en su garganta.

Los minutos que siguieron fueron eternos. Cuando su teléfono sonó de nuevo mostrando el nombre de su abuela, Chris sintió que el estómago se le revolvía. Estaba seguro de que su madre ya habría llamado, que habría contado su "vergüenza" a toda la familia. Se preparó para otro rechazo, pero la voz que escuchó al otro lado de la línea lo dejó sin aliento:

"Mi niño, ven a casa. Esta siempre será tu casa también," la voz de su abuela era firme y cálida a la vez. "Y que te quede claro: tu madre no pondrá un pie aquí. Estarás seguro conmigo."

Revisó sus redes sociales y vio que los: miembros de su iglesia lo bloqueaban en redes sociales. Personas con las que había compartido años de su vida, estudios bíblicos, retiros espirituales, celebraciones... todos desapareciendo uno a uno de su vida digital, como si nunca hubieran existido.

Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de su abuela, ella ya estaba en la puerta esperándolo. No necesitó decir nada. Simplemente abrió sus brazos, y Chris se hundió en ellos como cuando era niño. El abrazo cálido le proporciono seguridad, hogar. Por primera vez desde que salió de su casa, las lágrimas que derramaba no eran solo de dolor.

"Mi niño hermoso," susurró su abuela mientras le acariciaba el cabello como solía hacer cuando era pequeño y se lastimaba las rodillas,

Chris entendió que aunque había perdido una familia ese día, había encontrado un refugio seguro. El dolor de los rechazos seguía presente, pero por primera vez en la vida era fiel consigo mismo.

La habitación de su abuela ahora era su refugio temporal, una gigantesca habitación de color verde menta, con un baúl parra guardar las ropas. Chris yacía sobre la cama, mirando el techo familiar con sus peculiares manchas de humedad que de niño siempre le habían parecido formas de animales. El colchón era diferente al suyo, más suave, con ese ligero hundimiento en el centro que recordaba de sus visitas anteriores. La almohada olía a suavizante de lavanda, el favorito de su abuela.

En la oscuridad de la noche, sus pensamientos giraban como un torbellino implacable. Sacó su teléfono una vez más, la luz de la pantalla iluminando su rostro en la penumbra, buscando algún consuelo.

El silencio de la casa era diferente al de su hogar. No se escuchaban los ronquidos de su padre, ni el murmullo del televisor que su madre solía dejar encendido hasta tarde. En cambio, solo oía el suave canto de los pájaros y el ocasional ladrido de un perro en la distancia.

Pensó en Adrian. No le había contado todos los detalles por teléfono, no había podido. ¿Cómo explicarle que su primer intento de amor había desencadenado este terremoto en su vida? Una parte de él quería culparlo, pero sabía que no era justo. No era culpa de nadie amar. Recordó la sonrisa de Adrian en la costanera, la forma en que el viento despeinaba su cabello, y por un momento, un calor agradable se extendió por su pecho, solo para ser reemplazado por una punzada de ansiedad.

Se preguntó si Dios realmente lo odiaba tanto como decían en su iglesia. Las palabras de su pastor resonaron en su mente: "El amor de Dios es más grande que cualquier iglesia."

El cansancio emocional comenzaba a pesarle, pero el sueño no llegaba. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro contorsionado de ira de su madre, escuchaba sus palabras hirientes. Luego pensaba en todos los domingos en la iglesia, los grupos de jóvenes, los campamentos... todo eso ahora parecía pertenecer a otra vida, a otro Chris.

Se giró en la cama, abrazando la almohada. El sonido de la tetera en la cocina le indicó que su abuela seguía despierta. Probablemente preparando té de manzanilla, como siempre hacía cuando estaba preocupada. El simple hecho de saber que no estaba solo en su desvelo le proporcionó un extraño consuelo.

Mañana sería otro día. Tendría que ir a trabajar, enfrentar miradas, preguntas tal vez. Tendría que comenzar a planear un futuro diferente al que había imaginado. Pero por esta noche, en esta cama extrañamente familiar, bajo el techo de su abuela, al menos estaba a salvo. Y quizás, solo quizás, eso era suficiente por ahora.

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Juan Silvestre Fernando Ramirez
El personaje Chris me inspiré en un chico que vi en un Bus, estaba tan absorto en sus propios pensamientos que me pareció interesante.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Ay chiquito.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Bueno, si. Pero pobrecito. 😔
Juan Silvestre Fernando Ramirez: jaja, tiene la culpa de hacerlo esperar tanto
total 3 replies
•CESSALIE•
Bueno
Flor Romero
Chris se un poco más fuerte por favor, la gente abusa de los débiles, deja esos miedosporfavor
Juan Silvestre Fernando Ramirez: Siii, tienes razón
total 1 replies
Juan Silvestre Fernando Ramirez
este capítulo muestra la importancia de la abuela en la vida de Chris, él en esta etapa de la historia es muy temeroso, si te fijas no hay mejores amigos, así que si no interactúan tanto es la culpa de él.
Flor Romero
no interactúan casi los prota, por que?
Juan Silvestre Fernando Ramirez
jaja, porque es temporal ese trabajo,, es joven, en el capítulo la segunda ley de la termodinámica,, ahí se mete al concurso para ser titular.
Flor Romero
por que si es profesor de universidad vive tan pobremente, coordino.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Más real imposible.
Ame.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Wow, fascinante. Me encanta, los incorporas muy bien en la novela.
Juan Silvestre Fernando Ramirez: jaja, me inspiro en hechos reales.
total 2 replies
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Tú novela es muy atrapante.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Realmente no es nada, muchas gracias a tí por escribir una hermosa obra de arte.
Juan Silvestre Fernando Ramirez: ,Gracias por tu apoyo, me motiva a seguir escribiendo.
total 2 replies
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Wow, muy buen capítulo. ✨
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