Raquel Castellano es una adolescente de 15 años, muy dulce y noble.
Le encanta montar a caballo y practica equitación en su hacienda.
Vive con su papá, su mamá y su hermana Laila que es 3 años mayor que ella.
Tobias Lombardi es un magnate de la industria alimentaria, le gusta tener el control de todo lo que le rodea.
Es amargado, tiene un corazón frío, manipulador y despiadado.
Es caprichoso y tiene el Ego por las nubes.
Tobias conocerá a Raquel y quedará enamorado a primera vista, al ser Raquel tan joven tendrá que esperar 3 años para poder hacerla su esposa.
Su matrimonio no empezará de la mejor manera y eso dejara cicatrices emocionales en Raquel.
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La competencia.
Asentí con la cabeza y salí del despacho con la tarjeta en la mano, llegué a mi habitación, me di un baño y me dormí.
Por la madrugada desperté llorando y gritando, hacia 1 semana que no me pasaba.
Tobías se despertó.
— Tranquila. — Me abrazó.
— Déjame sóla por favor.
— Ya hablamos de eso, no voy a dejar que duermas sóla.
— Entonces por lo menos no me toques. — Lo empujé. El me observó y el miedo se apoderó de mí.
— No me mires así. — Sus ojos se cristalizaron. O tal vez yo veía mal porque los míos eran los que estaban llorosos.
— Te juro que nunca volveré a tomarte a la fuerza. — Esas palabras me tranquilizaron un poco. Pero todavía desconfíe.
— ¿Hablas en serio?. — Sentí un alivió muy grande.
— Si. Te prometo que nunca lo haré. La próxima vez que estemos juntos será porqué tú también lo quieras.
Dudó que eso pasé. Nunca me entregaría a tí por mi propia voluntad. Sólo pensar en eso me da asco.
— Gracias. — Ojalá que cumpla su promesa.
A la mañana siguiente fuí al club ví a Vladimir.
— ¿Vas a ser mi entrenadora?. — Tenía una sonrisa hermosa.
— Lo siento, no puedo.
— ¿Porqué?, te prometo que aprenderé rápido y voy a ser un buen niño.
-- Se que eres muy listo, pero los adultos necesitamos ciertos requisitos para enseñarle a los pequeños y yo no cumplo con esos requisitos.
— ¿Y cuáles son esos requisitos?.
— No los entenderías.
— Pero si no eres mi entrenadora todavía podemos ser amigos ¿verdad?
— Claro que sí.
— Buenos días Raquel. — Me saludó Hernán.
— Buenos días.
— Papá ¿porque no haces una competencia con Raquel?
— No sé si ella acepte mi reto.
— ¿Prácticas equitación?
— Es mi deporte favorito.
Nunca lo hubiera imaginado. No parece el tipo de hombre que le guste ensuciarse la ropa.
— ¿Qué dices Raquel?, ¿una competencia?.
— Acepta, y si pierdes tendrás que ser mi entrenadora.
— Está bien.
Hernán fue a cambiarse, salió con ropa de montar y un caballo.
Yo ya tenía el mío.
Montamos y el abrió la competencia.
La verdad lo hacía muy bien, juraría que era profesional.
Cuando terminó se acerco a mi.
— ¿Crees que puedas superar eso?
— No te prometo nada pero trataré.
La gente se quedó observando alrededor de las barras de protección.
Sentí que estaba en una verdadera competencia y quise dar un buen espectáculo.
Empecé a saltar los obstáculos.
Cuando terminé la gente aplaudió.
El árbitro dijo que había ganado solo por 3 décimas.
— Eres una rival dura de vencer. — Me dijo cuando bajé del caballo y me paré cerca de él y su hijo.
— Vladimir nunca dijiste cuál sería mi premio si yo ganaba. — Le lancé una mirada de interrogación.
— Serás mi novia.
Hernán escucha y sonríe burlón.
Yo también porque eso fue divertido.
— Lo siento pero ya estoy casada. — Le enseñe mi anillo.
— Pero tú no eres feliz con ese hombre.
Su comentario me borró la sonrisa del rostro.
¿Cómo puede un niño de 7 años saber que yo no soy feliz?.
— Hijo no digas eso. — Su sonrisa también se borró y parecía que lo estaba reprendiendo.
— Perdón, necesito ir al tocador. — Salí de ahí y entre al baño.