Alana se siente atrapada en una relación sin pasión con Javier. Todo cambia cuando conoce a Darían , el carismático hermano de su novio, cuya mirada intensa despierta en ella un amor inesperado. A medida que Alana se adentra en el torbellino de sus sentimientos, deberá enfrentarse a la lealtad, la traición y el dilema de seguir su corazón o proteger a aquellos que ama.
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La verdad
Después de salir del trabajo, decidí que era el momento de enfrentar todo. Necesitaba hablar con Darian y aclarar todo lo que estaba pasando. Me subí al autobús, sintiendo un nudo en el estómago. Cada kilómetro que recorría me acercaba más a la verdad, pero también aumentaba mi ansiedad. Al llegar a la casa de Javier, me detuve frente a la puerta, tomando un momento para reunir el coraje necesario.
Toqué el timbre, y para mi sorpresa, quien abrió la puerta fue Javier. Todo el mundo pareció paralizarse en ese instante. Estaba tan apurada en confesarle mis sentimientos a Darian que ni siquiera recordaba lo que había hecho Javier. Sin embargo, él no tardó en abordar el tema.
—¿Buscas a Darian? —dijo, su tono era seco y cortante—. No se encuentra.
Mi corazón se hundió, pero la frustración y la ira rápidamente tomaron su lugar.
—Vete a la mierda, Javier —le espeté, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de mí.
Él no se inmutó y continuó, su voz llenándose de resentimiento.
—Es justo que tu madre sepa la verdad. Tú me engañaste, me traicionaste. Sabía que esto pasaría.
Sus palabras fueron como cuchillos, y mi autocontrol se rompió. Gritando y llorando, le conté la verdad.
—¡Nunca me metí con Darian mientras estaba contigo! —exclamé, sintiendo que las lágrimas caían por mis mejillas—. Eres tú quien siempre crea suposiciones. ¡Ni siquiera me dejaste explicarte aquella vez!
Javier me miró, su expresión una mezcla de dolor y enojo.
—Después de un año juntos, ¿cómo pudiste caer tan rápido? —dije, mi voz temblorosa pero firme—. No voy a negar que después de nuestra separación empecé a sentir cosas por tu hermano. Pero tú tampoco eres inocente en esto.
La confesión lo dejó sin palabras por un momento. Finalmente, él suspiró, como si todo el peso del mundo cayera sobre sus hombros.
—Siempre supe que Darian sería un problema —dijo en voz baja, su mirada fija en el suelo—. Pero no esperaba que todo terminara así. No esperaba que tu permitieras esto.
Sentí una mezcla de tristeza y liberación. Había dicho lo que necesitaba decir, y ahora solo quedaba esperar las consecuencias.
—Lo siento, Javier —dije, intentando mantener la calma—. Nunca quise que las cosas terminaran así. Pero no puedo seguir viviendo una mentira.
Nos quedamos en silencio por unos momentos, hasta que finalmente, él levantó la mirada.
—Espero que encuentres lo que estás buscando, Alana. Pero no esperes que sea fácil, te haré la vida imposible y si crees que me conocías del todo te equivocaste. —dijo antes de cerrar la puerta.
Me quedé allí, en la entrada, sintiendo cómo el mundo seguía girando a pesar de todo. Había enfrentado una verdad dolorosa, y ahora solo quedaba seguir adelante. Tomé mi teléfono y llamé a Darian. Necesitaba hablar con él, aclarar todo de una vez por todas.
Darian contestó después de unos segundos.
—¿Alana? —preguntó, su voz llenándose de preocupación.
—Necesito verte —dije, sintiendo que mi corazón se aceleraba—. Hay muchas cosas que tenemos que aclarar.
—Estoy saliendo de comprar algo, pero puedo ir a verte —respondió.
Nos encontramos en un pequeño parque cercano. Darian llegó rápidamente, su expresión era de genuina preocupación.
—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a mí.
Le conté todo lo que había pasado con Javier, cómo me había enfrentado a él y le había dicho la verdad. Darian escuchó en silencio, asintiendo de vez en cuando.
—Sabía que esto iba a ser difícil, pero no pensé que Javier reaccionaría de esa manera —dijo finalmente.
—Lo sé. Pero necesitaba ser honesta con él. No podía seguir ocultando la verdad —respondí, sintiendo que un peso se había levantado de mis hombros.
Darian me miró con una mezcla de admiración y tristeza.
—Eres increíblemente valiente, Alana. —dijo, acercándose más.
Darian me dijo que era mejor que me acompañara a casa, ya que estaba muy tarde. Le dije que aún no había terminado de contarle todo, así que me tomó de la mano y me dijo que en mi casa podría contarle todo con más calma. Caminamos juntos hasta llegar a mi casa, y como siempre, Darian tuvo que colarse por la ventana.
Al entrar, encontré una nota de mi madre en la mesa de la cocina. Decía que tenía turno de noche y que no me preocupara. Sentí una mezcla de alivio y nerviosismo al saber que tendríamos la casa para nosotros solos. Subimos al cuarto, y me senté en la cama mientras Darian se acomodaba en la silla del escritorio.
—Bueno, aquí estamos —dijo Darian, mirándome con una sonrisa—. Cuéntame todo.
Tomé una respiración profunda, tratando de organizar mis pensamientos. Decidí empezar desde el principio, desde el día que lo vi llegar al aeropuerto. Le conté cómo me había sentido en ese momento, cómo su presencia había despertado algo en mí que no podía explicar. Continué relatando cómo mis sentimientos habían ido cambiando y desarrollándose, especialmente después de mi ruptura con Javier.
—Me di cuenta de lo que realmente sentía cuando terminé mi relación con Javier —dije, mis palabras saliendo con dificultad—. Me gustas, Darian. Desde el principio, pero no quise admitirlo.
Darian se acercó, su expresión era suave y comprensiva.
—Alana, también me gustas —dijo, tomando mi mano—. Desde que te vi por una foto que mi padre había subido vi lo hermosa que eras, se que lo que hacia no estaba bien ya que Javier es mi hermano, pero yo no podia hacer nada por mis sentimientos, me dabas tanta curiosidad. Pero sabía que estabas con Javier y no quería interferir. Después de todo solo fui un idiota y arrogante, y se veía que solo estaba celoso por la relación que tenían. Pero al pasar los días me di cuenta que no solo estaba siendo un idiota, si no que así de la nada, tu me hacías sentir diferente.
Mi corazón latía con fuerza al escuchar sus palabras. Nos miramos en silencio por unos momentos, disfrutando de la conexión que sentíamos. Entonces, Darian sacó una pequeña caja de su bolsillo.
—Quería darte esto —dijo, abriendo la caja para revelar un hermoso collar—. Es un regalo para ti, para recordarte siempre lo especial que eres.
Me quedé sin palabras, mirando el collar con asombro. Era delicado y hermoso, con un pequeño colgante en forma de corazón.
—Darian, es precioso —dije, tomando el collar con cuidado—. No tenías que hacerlo.
—Quería hacerlo —respondió, sonriendo—. Quería darte algo que simbolizara lo que siento por ti.
Me ayudó a ponerme el collar, sus manos eran suaves y cálidas. Sentí una oleada de emociones mientras el colgante descansaba en mi cuello. Nos miramos a los ojos, y en ese momento supe que todo había cambiado. No había vuelta atrás, y no quería que la hubiera.
Nos quedamos allí, sentados en la cama, disfrutando de la compañía del otro. Hablamos de nuestros miedos, nuestras esperanzas y todo lo que queríamos para el futuro. Sentía que finalmente había encontrado a alguien que me entendía completamente, alguien que estaba dispuesto a estar a mi lado sin importar las dificultades.
A medida que la noche avanzaba, el ambiente se llenó de una cálida intimidad. Darian y yo nos acercamos aún más, nuestros cuerpos casi tocándose. Sentí su aliento en mi piel, y no pude evitar sonreír.
—Gracias por hacerme sentir así —dijo en voz baja, sus ojos fijos en los míos— Tu hiciste que viajara con más ganas hasta aqui.
—No es nada —respondí, acariciando su mejilla—. Pase lo que pase, no voy a olvidarme de ti.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la conexión que habíamos creado. Finalmente, Darian se inclinó hacia mí y me dio un beso suave en los labios. Sentí una chispa de electricidad recorrer mi cuerpo, y supe que cuando se vaya de aqui lo iba a extrañar mucho.
Nos besamos durante unos momentos, dejando que nuestros sentimientos se expresaran sin palabras. Finalmente, nos separamos y nos miramos a los ojos.
—Deberías descansar —dijo Darian, sonriendo—. Ha sido una noche larga.