En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo XXIII El encuentro
Punto de vista de Andrés
Este día era el más tortuoso de mi vida, tendría que casarme con Rosa Sarmiento, la mujer más fea que hubiera conocido, pero mi tío insistió en que fuera con ella, ya que su familia era de las más poderosas del país y junto a ellos crecería más rápidamente. Estaba parado frente al altar, esperando al esperpento que sería mi esposa a partir de hoy. De repente la marcha nupcial empezó a sonar y mi prometida apareció por el pasillo. A medida que ella se acercaba, mi repulsión crecía. Imaginaba lo que sería está noche y mi estómago se revolvía. Rosa llegó hasta donde estaba yo, pero no parecía ella, aún me parecía sin gracia, pero al menos no se veía horrorosa
Me quedé mirándola por un tiempo y empecé a fingir que me gustaba y que estaba feliz a su lado, ella no podía ni siquiera sospechar que yo solo me casaba con ella por su dinero. El sacerdote hablo lo que a mí parecer fue una eternidad. No veía la hora en que este espectáculo terminara. Mi mente solo estaba en la mirada inocente de Valeria, en ese cuerpo que me prendía cada vez que la tenía cerca. Está noche pensaría que Rosa es Valeria para poder aguantar tener que cumplirle en la intimidad.
La ridícula ceremonia había terminado y los familiares de mi ahora esposa se acercaron para felicitarnos, esa gente prácticamente me había comprado y no me quedaba de otra que ser amable con ellos.
Estaba entretenido saludando a algunos conocidos, cuando escucho la voz del miserable de Leonardo, ese hombre era un verdadero demonio. Gracias a él estaba metido en problemas con mi tío, siendo esa otra razón para casarme con Rosa, tenía que pagar esa deuda.
“¡Hola Valeria! ¡no sabes lo agradecida que estoy contigo!”. Cuando escuché a Rosa decir el nombre de valeria sentí como mi alma salía de mi cuerpo, era imposible que ella estuviera ahí, frente a mi. Mis ojos se centraron en su mano entrelazada con la de Leonardo. No podía creer que fuera precisamente ese hombre quien se hubiera llevado a Valeria, pero Sofía me dijo que ella se había ido con un viejo asqueroso. Por mi mente pasaron muchas razones por la cual Valeria ahora estuviera con Leonardo y lo que me pareció lo más lógico fue que ella ahora era la zxxxx de mi peor enemigo, seguramente el viejo se había cansado de ella y quien sabe con cuántos tipos se habrá acostado hasta que llegó con Rizzo.
“Valeria me comentó que vienes del mismo pueblo de donde es ella”. Comento Leonardo con ojos de halcón, queriendo cazar a su presa.
“La señorita debe estar confundida, yo no la conozco, de hecho no soy de ningún pueblo”. Mentí, y es que para todo el mundo estaba en el extranjero estudiando.
“Si, debí haberme confundido con otra persona”. Respondió Valeria, notablemente abrumada.
“Valeria, fue un gusto conocerte, nunca imaginé que la esposa del implacable Leonardo Rizzo fuera tan linda”. Rosa intervino volviéndome a dejar sin palabras. Entonces Valeria era la esposa de Leonardo, no estaba entendiendo nada y la única que me podía sacar de dudas era la misma Valeria, tenía que buscar la manera de hablar a solas con ella.
“Nosotros solo venimos a despedirnos, mi esposa no se siente bien”. Dijo Leonardo con su mirada fija en mi.
Vi como Leonardo se llevaba a la que una vez fue mi novia, sentí melancolía por lo que ya no iba a poder ser; sin embargo, ese sentimiento solo se instaló en mi corazón unos segundos, después solo sentí deseo por ese cuerpo, no se podía negar que Valeria estaba mucho más hermosa, la alta sociedad le sentaba bien, ya no parecía la muchacha descuidada y sin educación de hace tres meses, ya no se veía como una niña, que aunque era bonita no pasaba de eso, pero ahora estaba hecha toda una mujer, haciéndome desearla aún más. Ya buscaré la forma de meterla en mi cama, le enseñaré que soy más hombre que Leonardo y así mato dos pájaros de un únicamente tiro, por un lado, hago mía a Valeria a quien siempre le tuve ganas y por el otro le doy un fuerte golpe a Leonardo en su ego, quisiera ver la cara de ese hombre cuando se entere de que me acosté con su mujer. Mi mente trabajaba a mil por hora, imaginando muchos escenarios en los que podía destruir a Rizzo, hasta que la voz de Rosa me trajo de vuelta a la realidad.
“Es hora de irnos”. La escuché decir. Le dedique una falsa sonrisa, la tomé de la mano y salimos de la iglesia, busque con la mirada a Valeria, pero al parecer se había ido.
Punto de vista de Leonardo
Valeria me tenía preocupado, ella no se veía bien, estaba pálida y era obvio que algo le preocupaba. En el auto solo me contestaba con monosílabos y por lo general era muy conversadora conmigo. Llegamos a casa y fuimos directo a nuestra habitación, está era mi oportunidad de saber que le pasaba.
“¿Te sientes bien?”. Le pregunté preocupado.
“Siento que todo me da vueltas”. Respondió en un hilo de voz.
La lleve hasta la cama y la ayude a cambiarse de ropa, ella se acurrucó quedándose dormida. Aproveche para llamar al doctor, me preocupaba el estado de salud de mi esposa.
También había algo que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza y era el hecho de que ella dijo que conocía a Andrés, pero este negó conocerla a ella, algo no me cuadraba y tenía que averiguar qué era.