Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un amigo al rescate
La sala vibraba con murmullos y susurros de admiración. Las fotografías, cada una un reflejo del alma del autor, colgaban como ventanas abiertas a mundos íntimos y personales. Algunas imágenes mostraban paisajes etéreos, otras capturaban rostros con emociones tan reales que era imposible no sentirlas. Entre estas, una destacaba: un retrato en blanco y negro de una niña sentada en un columpio, con una mirada que parecía abarcar toda la inocencia y el peso del mundo a la vez. Era una obra de Sofia, titulada "Entre sombras y sueños".
Erick se encontraba a unos metros de aquella obra, contemplándola con el ceño ligeramente fruncido. Había algo en la fotografía que lo conmovía, aunque no entendía del todo por qué. Quizás era la manera en que los contrastes entre luz y sombra parecían contar una historia, o tal vez era esa inexplicable sensación de familiaridad que le recorría el cuerpo cada vez que miraba algo relacionado con "Abigail".
—"Es impresionante cómo una imagen puede contener tanta vida y al mismo tiempo tanto vacío,"— pensó Erick mientras llevaba una copa de vino a sus labios.
Desde el otro lado de la sala, Ian lo observaba con una mezcla de desconfianza y atención analítica. Para él, Erick era un enigma, un hombre que se paseaba con la arrogancia de quien siempre consigue lo que quiere, pero con una tristeza en los ojos que no podía esconder.
—"Sofia cree que puede jugar con fuego,"— pensó Ian mientras tomaba un sorbo de su propio vino. — "Pero no sabe que los hombres como Erick no se queman; ellos son el fuego."
Por su parte, Sofi se había alejado del bullicio principal, deteniéndose frente a otra de sus obras. Era una composición vibrante, llena de colores y líneas que parecían bailar al ritmo de una canción muda. Titulada "Renacer", la pieza era un reflejo de su propio viaje personal, de cómo había encontrado su fuerza tras sentirse perdida.
Mientras la admiraba, una voz baja y profunda rompió sus pensamientos.
—Sabes, hay algo en tus obras que me intriga —dijo Erick, quien había aprovechado la distracción de los demás para acercarse.
Sofia cerró los ojos un instante, rogando por calma antes de girarse. Cuando lo hizo, su expresión era neutral, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y curiosidad.
—¿Intriga, dices? —preguntó, arqueando una ceja.
—Sí, como si contaras una historia que nadie más puede entender del todo. Como si cada imagen guardara un secreto.
La muchacha esbozó una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Tal vez sea porque no todo el mundo está destinado a entenderlo —respondió, dejando que sus palabras cargaran más peso del necesario.
Erick inclinó la cabeza, observándola con más atención. Había algo en ella, más allá de su belleza, que lo desafiaba, que lo incitaba a querer saber más.
— "Es como un libro cerrado,"— pensó Erick mientras sostenía su mirada— "Y yo siempre he sido bueno descifrando enigmas."
Ella, por su parte, notaba cómo la atención de Erick comenzaba a incomodarla. No porque la intimidara, sino porque le recordaba cuánto poder había tenido sobre ella en el pasado.
—"No voy a caer otra vez,"— se prometió a sí misma. — "Ya no soy aquella chica que esperaba que él la mirara."
—¿Y tú? —preguntó de repente Erick, cruzando los brazos y adoptando una postura relajada—. ¿Qué secretos escondes?
Sofia soltó una leve risa, como si la pregunta le hubiera parecido absurda.
—Si te lo dijera, dejarían de ser secretos, ¿no crees?
Erick sonrió ante su respuesta. Había algo magnético en ella, una mezcla de ingenio y misterio que lo atrapaba.
Mientras tanto, Ian había decidido que ya era suficiente. Se acercó al dúo con paso firme, interponiéndose entre ambos con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—¿Todo bien por aquí? —preguntó, mirando directamente a Erick.
Erick lo observó por un momento, reconociendo en Ian a alguien protector y decidido, alguien que no estaba dispuesto a dejar que él se saliera con la suya tan fácilmente.
—Perfectamente bien —respondió Erick, alzando su copa en un gesto de falsa camaradería.
Sofia aprovechó la intervención de Ian para dar un paso atrás.
—Tengo que atender a otros invitados —dijo, más para Erick que para Ian, y se alejó con una elegancia que parecía calculada.
Ian la siguió con la mirada hasta que desapareció entre la multitud. Luego, volvió a centrar su atención en Erick.
—Parece que te interesa, Abigail, ¿eh? —murmuró, con una ligera sonrisa en los labios.
Erick ladeó la cabeza, estudiando a Ian con interés.
— ¿Y tú quién eres? — preguntó Erick con curiosidad
—Digamos que, el guardián de los secretos. — le respondió el joven.
—¿El guardián de los secretos?
Ian no respondió de inmediato. En cambio, tomó otro sorbo de vino antes de hablar.
—Digamos que soy alguien que no deja que los fantasmas del pasado interfieran en el presente.
Erick soltó una carcajada baja, como si hubiera escuchado algo divertido.
—¿Fantasmas, dices? No sabía que ahora también jugabas a ser poeta.
—Y tú no pareces tan buen Casanova como crees ser —replicó Ian, con un tono tranquilo pero firme.
La tensión entre ambos era palpable, pero antes de que pudiera escalar, la voz de una mujer anunciando el cierre de la penúltima noche de la exposición rompió el momento.
Erick miró hacia donde Sofia se encontraba, despidiéndose de los últimos asistentes. Había algo en su postura, en la manera en que mantenía la cabeza en alto, que lo fascinaba.
— "No sé quién eres, Abigail,"— pensó Erick— pero voy a descubrirlo."
Por su parte, Sofia sentía que había ganado una pequeña batalla, pero sabía que la guerra apenas comenzaba.
—"Si quiere jugar, jugaremos,"— pensó mientras observaba cómo Erick abandonaba la sala, aunque estaba segura que esto no terminaría tan fácilmente.
Esa noche, mientras la ciudad dormía bajo un manto de estrellas, tres almas se debatían entre el pasado, el presente y lo que estaba por venir. Erick, decidido a conquistarla. Sofia, resuelta a no dejarse vencer. E Ian, dispuesto a protegerla de cualquier daño, incluso si ese daño era el propio corazón de Sofia.