Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap. 6 ¿Cómo reaccionaste al verlos juntos?
Así pasamos varios días, él se ocupaba de muchas cosas dentro de la cabaña, ya casi no podíamos salir, la nieve afuera estaba casi a dos metros de alto, si abríamos la puerta, entraría mucha nieve y frío.
Éramos cautivos por unas 3 meses más que tardaría en bajar la nieve y poderla retirar.
Las noches eran más íntimas, él había decidido averiguar toda mi vida, hacía muchas preguntas, aunque eran secas y cortantes, podía ver que le interesaba y me escuchaba atentamente.
—¿Cuánto tiempo fuiste novia de ese tipo? — me pregunto.
—Bueno, como 5 años, fue mi primer novio, siempre me decía que mi hermana no le agradaba, que era muy fastidiosa y coqueta, pues parece que no lo era tanto — digo y él me acurruca más a su cuerpo haciéndome dar un suspiro.
—¿Cómo reaccionaste al verlos juntos? — me dice directo a la yugular.
—No lo sé, estaba enojada, furiosa, triste, pero más furiosa que triste, les dije que los arruinaría, que nos destruirá, le dije a esa zorra que debía abandonar mi casa. Pues sí, la casa es mía, es mía, y la muy perra se acostaba con mi prometido mientras vive de arrimada en mi casa, o más bien de mi ex prometido. Solo esperaba un poco de apoyo de mi padre, de esa mujer que dice ser su esposa no esperaba nada, pero de él, de él sí esperaba — dije casi entre lágrimas, eso creo que había sido lo que más me dolió ese día, eso me había marcado definitivamente.
—Si eres la dueña de todo, ¿por qué no quieres volver? — me increpó y sé que tiene razón, pero yo…
—Tengo miedo, estoy sola, esa gente ya trató de asesinarme, estoy segura de que ellos tienen algo que ver, así que solo quiero ordenar mi vida, quiero un memento de paz — digo con aflicción en mi pecho, nunca creí sentirme tan sola.
—Te entiendo, pienso que sé exactamente lo que sientes en este momento — me responde con una gran carga de melancolía en la voz y no sé qué decir, se supone que la de la tragedia aquí soy yo, pero creo que este gruñón tiene más penas que yo.
Decido cambiar de tema, ahora está más hablador.
—¿Cuántos años es que vives aquí? —indago y él da un suspiro profundo.
—Cinco años, hace cinco años que llegué y no he salido, solo después de la tormenta, un comerciante del pueblo viene con provisiones para ayudar, solo eso — dice mientras que yo no puedo creer que lleve tanto tiempo en este fin del mundo.
Entonces, yo y mi cochina bocota, se me ocurre algo y lo digo directamente, si ese comentario que te hace pensar seriamente, si no tienes algún tipo de problema mental o eres bruta directamente.
—Cinco años es mucho, eso quiere decir que no tienes sexo hace mucho tiempo, yo no tuve sexo con mi prometido desde hace un año, él no quería, decía que estaba cansado, que tenía gripe, que el estrés era muy fuerte por el compromiso y bla, bla, bla. Pues la verdad, en el último mes ni siquiera me apetecía estar con él después de que me haya rechazado tantas veces.
—Lo que yo no sabía era que él le estaba siendo fiel a la zorra de Fátima, es irónico.
—¿cómo le haces para no tener deseo? —dije parpadeando como una tonta, en ese momento, me di cuenta de que él me miró directamente y sentí que me había convertido en una lechoncita en bandeja de plata y con manzana en la boca.
Lo vi que tragó en seco, y luego sentí que me apretó un poco, aunque no parecía internacionalizando, pero lo que me dijo me puso más nerviosa, aunque un poco halagada.
—En realidad, no había tenido tentaciones, pero hay una ratoncita ruidosa que no se quiere ir, y me ha estado tentando demasiado, y más cuando quiere estar enroscada a mí todo el tiempo — habla apartando su mirada de mí y cierra los ojos como indicando que quiere dormir.
Lo más extraño es que estoy en pánico, pero no puedo alejarme de él, debí ver la situación, un hombre solo hace tiempo, llega una chica sola, medio loca, que se queda con él y comparte su cama todas las noches y ahora sus arrumacos por el frío.
La verdad es que sería raro que no esté tentado, aunque no me considero una belleza despampanante, pero fea no estoy, ahora lo que me inquieta es mi entusiasmo por cómo se siente él sobre mi presencia y… ¿Cómo que ratoncita ruidosa?, no soy tan bajita y no soy ruidosa.
Pude ver que se durmió mientras me abraza y yo sigo su ejemplo, por alguna razón siento que él no se aprovecharía de mí, no sé si es una alegría o una desgracia.
Después de esa charla, él no volvió a hablar mucho como antes, parecía un poco parco conmigo, casi como antes, así que me gano la tóxica, sí, me molesta que me haga la ley del hielo.
—Al…, ¿estás molesto conmigo?, ¿hice algo malo? —dije bastante preocupada, él me mira y el silencio me ahoga y sigo hablando como una tonta.
—Estos días no me hablas mucho, sé que no eres de hablar mucho, pero no así, ¿he hecho algo malo? —parloteo y sí…, creo que soy un poco ruidosa.
Él me mira y se acerca a mí dejando de hacer la comida, me mira y me dice algo que me deja muy confundida.
—Bianca, quiero tener sexo contigo, solo no quiero tentarme más de lo que debería, es doloroso a veces, no es fácil esperar que una erección baje por sí sola. Así que no es nada contra ti, solo quiero calmar mi cuerpo para no sentirme tan pervertido contigo — y casi me desmayo, sí, me quiere comer literalmente y me lo dijo directamente, sin anestesia, directo a la yugular, el asunto es…, ¿ahora que hago?
Me alejé de él retrocediendo un poco, creo que me puse roja como un tomate y salí de ahí metiéndome en el baño, nunca había estado en una situación tan incómoda, pero no quiero hacer un drama de esto. Aunque no tengo como, no es que mañana me voy y listo, hay como 2 metros de nieve apoyados en la puerta y ventanas, así que creo que debo meditar esta situación, dormiré con un ojo abierto y el otro cerrado.
Ese día lo vi alejarse más de mí y eso me pone como un puerco espín, me molesta que se aleje, antes era porque quería estar solo y ahora se aleja porque ya no quiere estar solo, ¿quién lo entiende?
La gota que rebasó el vaso fue a la hora de dormir, me acurruque en las pieles frente a la chimenea que él había alimentado con mucho esmero, pero no venía y cuando me fijo detrás de mí, estaba la silla incómoda con algunas frazadas y se acomodaba ahí para dormir. Todas mis inseguridades se agolparon, tal vez no soy lo suficientemente guapa como para que su abstinencia sea un poco más atrevida, o tal vez no le gusta mi personalidad, y cree que seré un fastidio si se involucra conmigo, así que decidí enojarme al cohete.
—Al, no necesitas dormir ahí, es tu casa y es tu cama, yo dormiré en la silla, y sé que debo estar incomodando demasiado, me iré mañana, sé que se puede cavar en la nieve para salir, no sé, pero no me gusta esto, dame campo — digo empujándolo y quitándole las frazadas.
—Bianca, ve a la cama, no seas necia — me dice y yo lo ignoro, sigo tratando de acomodarme y de repente siento que me levanta y me lleva a la cama, creo que se me salieron algunas lágrimas y él me miraba confundido, creo que no había visto una mujer tan fluctuante como yo.
—Bianca, ¿qué te pasa, que tienes?, si es por lo que dije, no debes preocuparte, Ratoncita…, no te haré daño — me dice y solo atino a enrollar mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura, si me rechaza, juro que estoy dispuesta a cavar por la nieve para salir de ahí.
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