Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 22: En el limbo [Ver. Sebastiano]
— Está aquí – Él lo sabía, estaba más que seguro de que allí estaba, pero la cuestión era que no sabía el qué. Estaba comiendo tranquilamente cando de repente sintió un tirón extraño en lo profundo de su pecho, su parte animal se revolvía ansiosa por ese algo misterioso de lo que él no tenía idea de cuál podría ser su verdadero rostro. Durante lo largo de su vida jamás sintió una sensación igual; sí, sentía que algo le faltaba, pero nunca supo identificar lo que era.
Durante su adolescencia se llegó a replantear algunas de sus decisiones, cuestiones sin respuestas claras que solo le confundían y le hacían sentir estúpido por no ser capaz de razonar por su propia cuenta sobre el origen de sus propias inquietudes. Muy fácilmente pudo ir donde el sabelotodo de su hermano, pero sinceramente nunca fue devoto de él y eso era precisamente lo que le frenaba a la hora de pedir su ayuda. No hay una razón clara del porqué no le agrade mucho su hermano, aunque realmente no lo odiaba; quizás todo se resumía a celos estúpidos desencadenados por estereotipos absurdos que él mismo se había autoimpuesto por la envidia que cargaba sobre sus hombros; porque sí, lo que sentía era una envidia de lo más pura; no era nada que ver con la condición de su hermano como omega, claro que no, no era tan tonto como para venir con esa clase de cosas incluso después de viejo, era solamente que buscaba algo con lo cual poder esconder sus verdaderos sentimientos y jamás revelarlos ante nadie.
Podría sonar estúpido, claro que sí; pero no es como si lo hubiera podido evitar. Y en su situación actual solo podía pensar en cuan idiota era en realidad. Llevaba media hora ignorando al tipo que quería acostarse con él, no estaba de humor para sexo y definitivamente nunca lo haría con un hombre, pero ya no sabía qué más hacer para que aquel espécimen le dejara en paz.
Cuando una mano tocó su entrepierna fue su cuerpo el que reaccionó por sí solo. Su codo salió disparado hasta dar con el rostro ajeno; fue intuitivo, su cuerpo reaccionó por sí mismo y pronto se vio involucrado en una pelea. Los golpes iban y venían, estaba seguro de que el beta lo lamentaría al día siguiente a diferencia de él que para el otro día no sentiría dolor alguno por el único golpe que se le fue encestado.
Tan perdido estaba que no se molestó en batallar cando fue arrojado sin mucho cuidado a la calle; no le importó, ni siquiera cuando su rodilla empezó a sangrar, ¿A quién le iba a importar si él no estaba allí? No, ¿Qué estaba diciendo?, no era eso lo que debería de estar recitando, la pregunta era, ¿A quién le iba a importar si ella no estaba allí? Oh sí, eso sonaba mucho mejor, él no era un marica como su hermano, era un hombre alfa grande, fuerte amante de las mujeres, era por eso que era mejor que el otro y nadie podía decir nada al respecto.
En medio de la calle se rio de sus pensamientos absurdos y continuó su rumbo directo a otra cantina donde estaba seguro de que sí le iban a aceptar. Al llegar se sorprendió al estar rodeado de hombres por todos lados, ¿Dónde estaban las lindas Omegas?; no lo sabía, pero sinceramente estaba más interesado en ir a beber más para poder ahogar ese feo sentimiento que tenía en su interior.
— Quiero una botella de cerveza – Pidió al llegar a la butaca, y era realmente lo único para lo que le alcanzaba.
El peculiar barman se limitó a sonreírle de una manera que no supo identificar antes de ir a cumplir con su mandato. No le importó lo necesario como para preocuparse por eso, ni siquiera cuando tuvo su bebida frente a sus ojos le volteó a mirar; en cambio, arrugó la nariz en una mueca extraña al escuchar la rara elección de canciones y temática del bebedero. No se le hacía normal tanto brillo, colores fluorescentes y rosados por aquí y por allá; pero tan ido como estaba solo le quedó tomarse el resto de su botella a un ritmo lento para poder disfrutarla al máximo antes de abandonar la estancia e ir quizás a dormir a la casa de alguna de sus amigas que bien le recibirían en su cama.
10 minutos después, con un sorbo, la botella se acabó, él observó la última gota rodar por el interior del cristal hasta perderse entre sus labios semiabiertos y llegar a su paladar. Lo lamentó, principalmente porque no quería irse todavía, no cuando su noche apenas había comenzado.
Cuando estuvo a punto de pararse un sujeto llegó a su lado y fueron sus palabras las que evitaron que abandonase aquel lugar.
— Me da una botella de Whisky dos vasos para mí y para el compa porfa – Obviamente mirando en su dirección.
No supo qué decir, sinceramente estaba más que incómodo en aquel bar rodeado de flores, pompas de colores y pelusas horribles, pero si le estaban invitando a tomar por qué no se quedaría. Tomó asiento nuevamente y agradeció a su patrocinador. Una mirada y supo que era de los hombres más normales que había visto esa noche.
— De nada amigo, la noche es larga y ya luego me lo agradecerás – Le dijo el extraño personaje. Él sonrió, y pronto se sumergieron en una plática. Con aquel extraño se sentía extrañamente cómodo.
...
Realmente no pasó mucho hasta verse vuelto un desastre. Desde su perspectiva el cielo se veía más claro y el mundo mucho más colorido, o simplemente su mente seguía en aquel lugar del que su compañero de tragos le acababa de sacar sirviéndole como peso con uno de sus hombros.
— Wow amigooooo – Rio – Eres muy fuerteeee – Soltando una carcajada cando su mundo dio vueltas una vez más.
— ¿Debo serlo, no? – Le respondió el otro extremadamente feliz, él no había tomado más de un trago y se sentía excelentemente sobrio – ¿A dónde quieres ir? – Le preguntó al otro alfa en mal estado.
— Donde tu quieraaas – Obtuvo como respuesta.
Seguido de esto, el desconocido murmuró un "Perfecto" antes de avanzar unos pasos más con el cuerpo ajeno a cuestas hasta dejarlo recostado en la puerta de su auto. Estaban a unas cuadras alejadas del bar donde absolutamente nadie se detendría a reparar en dos alfas borrachos. Justo como lo quería.
— Es hora de que me pagues – Le dijo al ojiverde al borracho, luego con un movimiento fluido le sentó en los asientos traseros del auto, de frente a él y con la perta abierta.
— Peero yo noo tengo plataaaaa – Respondió sebastiano.
— No hace falta el dinero – Tras estas palabras se escuchó el sonido de una cremallera al bajar — Me pagarás con esa dulce boca de puta que tienes – Antes de que el desconocido pusiera su erección caliente frente a los labios del otro.
Sebastiano no procesó la información a tiempo. Al instante siguiente su nariz fue tapada y él tuvo que abrir su boca para poder respirar, momento exacto que el otro aprovechó para asaltar su garganta hasta lo más profundo.
Tosió.
Sentía al invasor grueso y caliente, su garganta ardía y sentía arcadas. Lo peor era que sus fuerzas no le respondían y de esa manera no lograba apartar al otro de él. Sintió terror por lo que pasaría a continuación; pero realmente solo bastó un bar de estocadas más para que el más alto se corriera en sus labios y un poco alrededor de sus ojos.
— Uff, eso fue realmente bueno – Observando al de menor estatura recuperar el aire con su rostro rojo. Rio – Espero que lo hayas disfrutado – Antes de empujar el cuerpo ajeno fuera de su vehículo, subirse en él y arrancar; dejando el otro solo, borracho, abusado y desorientado, sin saber qué hacer y sin energías más allá que lo único que le permitieron fue caer dormido. Justo al lado del linde de un bosque, un lugar por el que ninguna persona transitaba y donde se encontraría solo sin más camino que seguir.
Quizás estaba enfermo, pero le había gustado la sensación en sobremanera de ser usado al antojo de alguien más…
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del papel también está en tu imaginación para poder entender también