Continuación de la novela La esposa del emperador...
Marcos ha conocido a la mujer que va a ser su emperatriz y hará todo para tenerla a su lado.
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12
Capítulo 12
Unos días después de la reunión que tuvieron, Marcos llegó de improvisto a la mansión en donde estaba viviendo Ema con su tía.
Desde la última vez que la vio no se podía quitar de la mente las ganas tan grandes que tenía de ir a verla. Por suerte para él, anoche en la madrugada, su hombre de confianza, él que mandó a investigar el asunto de la mina de diamantes y la participación del conde Víctor allí, llegó y le confirmó que todo lo que le dijo Ema era verdad.
Víctor sí era el encargado de una mina que estaba ubicada en unas tierras cercanas a las fronteras de su imperio, para la cual traían a personas esclavizadas de otro imperio para trabajar y así obtener dinero con su explotación y miseria. Él estaba muy enojado cuando se enteró, pero tenía que tener mucho cuidado para poder atraparlo y hacerlo pagar por el sufrimiento de esas personas, no iba a permitir que ese desgraciado se le escapara así porque sí.
Por ese motivo se esperó hasta el otro día en la mañana, para ir a ver a Ema y contarle que ya tenía toda la información de la ubicación de la mina para ir hasta allí con sus hombres y atrapar a todos los bandidos.
Cuando él llegó a la casa en la que estaba viviendo, pidió hablar con ella. El mayordomo quien lo había recibido le comentó que Ema estaba en el campo de entrenamiento, atrás de la casa, practicando con la espada, ya que su maestro había llegado de las tierras de Daniela, para continuar con sus clases.
Como Marcos no sabía que ella tomara ese tipo de clases, se sorprendió mucho y le pareció algo estupendo. Queriendo verla mientras ella practicaba, le pidió al hombre que lo llevara con ella, diciéndole que esperaría a que ella terminara su práctica y que no la interrumpiría.
Cuando llegó al campo de entrenamiento y vio a Ema haciendo esos movimientos con la espada, en medio de la práctica, quedó más que fascinado. Jamás había visto a nadie moverse así, Ema era muy buena con la espada y el mayordomo le contaba muy orgulloso a su lado que fue hace muy poco que ella aprendió a manejar la espada, sorprendiendo aún más a Marcos.
Aun sin ser nada de ella, él ya estaba empezando a sentirse orgulloso de ella, llenándosele el pecho de orgullo al escuchar las palabras del mayordomo. Esa era su Ema.
Poco después, al terminar la clase, Ema notó a Marcos y al mayordomo de la mansión, viéndola de forma embobada desde un rincón del campo, haciéndole un poco de gracia, pues, era la primera vez que ella tenía esta clase de espectadores y le gustaba. Además, ellos la miraban con gran admiración, siendo uno de ellos un emperador, eso era mucho que decir.
Suspirando, se acercó a ellos y saludó al emperador.
-Saludos, majestad. ¿Cómo está?
Dijo cordial como siempre.
-Saludos, Lady Ema. He estado muy bien y ¿usted?
Preguntó Marcos fascinado por haberla visto en esta nueva faceta.
-Muy bien, por suerte.
Dijo ella empezando a caminar, mientras que con la mano le hacía una seña para que la siquiera.
-Me alegro, le traigo noticias importantes que debe saber, sobre lo que hablamos la última vez.
-Ok, espere y hablamos en el despacho a solas.
Le dijo ella mientras lo guiaba por la propiedad hasta llegar allí. Una vez que entraron lo primero que hace Marcos fue cerrar la puerta con traba. Ema lo miraba extrañada por lo que había hecho, pero solo entendió su motivo hasta que lo vio acercándose a ella y abrazarla con fuerza contra él.
Ella estaba sorprendida al principio, pero después decidió que no iba a solo dejarse llevar por el destino. Ema iba a forjar su propio camino y si era con Marcos a su lado, ella le daría la bienvenida más que agradecida por tenerlo a su lado, ya que él le estaba demostrando ser un hombre increíble. Como no iba a dejar pasar la oportunidad, lo tomó de las mejillas, alejando un poco su rostro para poder empezar a besarlo en los labios, como aquella primera vez que se vieron en esa fiesta en el palacio, dándolo todo de ellos.
Después de un rato, Marcos se alejó de sus labios para besar suavemente su cuello, mientras le decía:
-No me esperaba un beso así.
-Perdón, pero he esperado muchos días para poder hacer eso.
Al sentir la lengua de él en su cuello haciendo suaves caricias, Ema deja salir un gemido mientras le dice:
-Majestad...
-No, no me llames así. Para ti no soy el emperador, para ti, solo soy Marcos.
Dijo él alejándose de su cuello para poder hacer que ella entendiera esas palabras. Ema asintió con la cabeza, comprendiendo bien lo que él le decía. Sin embargo, los labios de ambos se volvieron a encontrar durante unos ricos e inolvidables momentos más.
Cuando por fin terminaron de darse besos un rato después, Marcos se alejó de ella y le dijo recordando a lo que venía:
-Era verdad que tenía que hablar contigo. La persona que mande a investigar ya volvió y lo hizo con toda la información que necesitábamos.
Momentos después, Marcos, le contó todo lo que su informante le había dicho, dándole la ubicación de la mina de diamantes y entre los dos empezaron a planear como sería el ataque a dicho lugar y como harían para capturar al maldito del conde Víctor en la ciudad, antes de que este descubra algo de lo que estaba pasando.
Con un plan ya en mente, él le dijo que organizaría una misión para esa misma noche en donde sus hombres se meterían en medio de la noche a la casa de él y lo apresarían de una buena vez.
Ema le dijo que si hacía eso era importante ir esa misma noche al sitio de la mina e invadirla antes de que las personas que estaban allí asegurando todo no se enteraran de que Víctor ya había sido capturado. Con eso en mente, Marcos se levantó y se acercó a darle un suave beso en los labios a Ema para retirarse y poder ir a hacer todo lo que habían planeado entre los dos.
Sin embargo, antes de que él tocara la puerta, ella lo detiene y le dice:
-No creerás que te irás a esa mina sin mí, ¿verdad?
-¿Quieres ir?
Le pregunto él con una sonrisa en los labios. En verdad, esa faceta de ella le gustaba mucho, no lo iba a negar, pero quería estar seguro de que ella se podría proteger sola antes de que la dejara ir a luchar en esa emboscada. No quería que nada le pasara, por lo cual debía estar muy seguro de eso.
-Necesito estar completamente seguro de que eres capaz de protegerte, eres buena con la espada, pero hace poco que has aprendido y no tienes experiencia...
-No te preocupes si no puedo en un combate de armas solo los haré cenizas.
Dijo Ema levantando su mano con la palma para arriba, haciendo que de esta saliera una pequeña, pero poderosa flama de fuego negro, dejando más que sorprendido a Marcos, quien se acercó alargando la mano para tocar la flama.
Ema al ver sus intenciones la hizo desaparecer de inmediato y le dijo:
-Si la hubieras tocado ya estarías muerto, cariño.