En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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Quiero que te cases con ella
En otro lado de la ciudad
—Cristopher, te he estado buscando y llamando. Te necesito hoy en la casa, y no aceptaré un no por respuesta.
El abuelo Orwell colgó la llamada, visiblemente enojado. Su único nieto había estado evitando sus llamadas y lo había dejado plantado en las últimas cenas familiares que había organizado. Desde la muerte de su hijo mayor y su nuera, lo único que le quedaba era su nieto y su hijo menor, este ultimo vivía en el extranjero.
Una voz lo sacó de sus pensamientos.
—Señor Francisco, la joven Danna de la familia Lum está aquí.
Una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Por fin está aquí. Dile que suba.
El anciano esperó ansiosamente a la joven princesa de la familia Lum. Para él, Danna era la candidata perfecta para su nieto. Sería una excelente señora Orwell.
Llamaron a la puerta del despacho.
—Adelante.
La puerta se abrió y entró Danna, con una sonrisa resplandeciente.
—Abuelo, te he extrañado mucho.
Se acercó para abrazarlo, y el abuelo Francisco correspondió al gesto con afecto.
—Yo también, jovencita. ¿Cómo has estado?
—Abuelo, estoy triste. He querido ver a Cristopher, pero últimamente está muy ocupado. Además, no asistío a la cena con mis padres y contigo, él no quiere casarse conmigo.
—No pienses eso mi niña, él solo está muy ocupado, debes entender que él es el CEO de la compañía más grande de Corea. Sobre sus hombros hay una gran responsabilidad. Ten paciencia; pronto serás la señora Orwell.
—Está bien, abuelo. Seré paciente.—Una amplia sonrisa iluminó su rostro.
Esa noche, en la mansión del abuelo Orwell
Cristopher salió de su auto con su habitual actitud fría e imponente. Al entrar a la casa, fue recibido por el mayordomo.
—Señorito, su abuelo lo está esperando en el comedor.
Mientras se acercaba al comedor, empezó a escuchar murmullos y risas sueltas.
—¡Oh, Cristopher, estás aquí!—exclamó Danna con una sonrisa.
Cristopher observó la escena. En el comedor estaban su abuelo, Danna y los padres de ella. Sentía unas ganas enormes de huir, pero la mirada severa de su abuelo se lo impidió. A pesar de todo, el único al que respetaba y obedecía era al anciano.
—Cristopher, ven y siéntate al lado de Danna. Los señores Lum vinieron a charlar un rato y decidieron quedarse a cenar. ¡Acompáñanos!
—Un gusto saludarlos, señores Lum. Señorita Danna—dijo con frialdad mientras tomaba asiento.
—Por cierto, señor Cristopher, ¿qué opina de nuestra princesa Danna?—preguntó la señora Lum con una sonrisa expectante.
—Es una señorita dedicada y agradable—respondió sin mucho entusiasmo.
La señora Lum no pudo contener una sonrisa emocionada.
—Muy bien, muy bien.
La cena transcurrió entre conversaciones animadas, aunque Cristopher apenas hablaba lo necesario. Mientras tanto, Danna intentaba constantemente acercarse a él.
Cuando la cena terminó, los señores Lum se despidieron, no sin que Danna lanzara una última sonrisa coqueta a Cristopher.
En la sala
El abuelo esta mirando por el ventanal hacia el patio, cuando de repente siente la llegada de su nieto.
—Cristopher, quiero que te cases con la señorita Danna. Es una buena mujer: bella e inteligente—dijo el abuelo mientras tomaba un sorbo de té y mira al horizonte.
—Sobre eso, tenemos que hablar—replicó Cristopher con tono serio.
—Dime.
—No me casare con ella. Tengo a alguien más en mi vida.
El abuelo lo miró fijamente.
—No estoy de acuerdo. La próxima semana celebraremos el compromiso—dijo con firmeza, caminando para irse.
—No lo haré, ya te lo dije. Si quieres que ella esté en la familia, dile a mi tío. Así será tu hija política.
Sin decir más, Cristopher salió de la mansión con una actitud sombría.