En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo III La propuesta
Leonardo Rizzo, un hombre de 27 años que irradia poder y confianza. Su presencia es innegable; con una estatura imponente y una postura erguida, se mueve por el mundo con la seguridad de alguien que ha alcanzado el éxito. Su cabello oscuro está siempre perfectamente peinado, y su rostro, angular y bien definido, está adornado con una barba bien cuidada que acentúa su masculinidad.
Como empresario exitoso, Leonardo ha construido un imperio a base de decisiones frías y calculadas. Su vestimenta refleja su estatus: trajes a medida que resaltan su figura atlética, siempre en colores oscuros que transmiten seriedad y determinación. Sin embargo, detrás de esa fachada de éxito se oculta un hombre sin corazón, que ha aprendido a desconectar sus emociones para sobrevivir en un mundo despiadado.
Su carácter fuerte y dominante a menudo intimida a quienes lo rodean. Leonardo es conocido por ser implacable en los negocios, y su ambición desmedida lo ha llevado a sacrificar relaciones personales en favor de su carrera. A pesar de su exterior duro, hay momentos fugaces en los que se vislumbra una vulnerabilidad oculta, especialmente cuando se encuentra con Valeria. La atracción entre ellos es intensa e inesperada; ella representa todo lo que él ha perdido de vista en su búsqueda por el éxito.
Punto de vista de Leonardo
Llegue a este pueblo de mala muerte a buscar a un sujeto que me debe una gran suma de dinero. Soy dueño de muchos casinos en el país, las personas que suelen visitar las instalaciones de mi negocio siempre son personas de alto nivel. Aún no entiendo como un pobre diablo que vive en un sitio así pudo tener acceso a las instalaciones de uno de mis casinos.
Muy pocas veces iba yo mismo a cobrar deudas, para eso tenía a mi gente de confianza, pero este sujeto estaba siendo un verdadero dolor de cabeza, ya que se había escapado varias veces.
Llame a la puerta y para mí sorpresa el tipo fue quien abrió, estaba sorprendido al verme en eso que el llamaba casa. Estaba por partirle la cara cuando vi a un ángel salir de una habitación, iba vestida con un vestido floreado que le quedaba espectacular. No podía quitar la vista de tan hermosa mujer, algo dentro de mi se despertó y unas ganas enormes de llevarmela se instalaron en mi cabeza.
Estaba perdido en la belleza de la joven, hasta que nombró a un tal Andrés. Volví a la realidad y confronte al ladrón de Lorenzo. Vi que la muchacha se sentó cerca de una ventana y fue entonces que me pude centrarme en la conversación con Lorenzo.
“Solo quiero mi dinero, así que ve a buscarlo”. dije con frialdad.
“Lo siento mucho señor Rizzo, pero como le dije hace rato no lo tengo”. Respondió el sujeto retándome.
“Mira sabandija, quiero mi dinero y si no obtengo hoy mismo le diré a mis hombres que te partan las piernas y hagan con tu hija lo que ellos deseen”. Lo amenacé con la hermosa joven que estaba en la ventana con la mirada perdida.
“No me haga nada señor, mire ella no vale nada, pero puedo dársela en garantía”. Respondió el sujeto haciéndome enojar aún más.
Iba a partirle la cara por lo que acababa de decir, pero la joven se interpuso y sin una pizca de miedo en sus ojos se enfrentó a mí para defender a ese sujeto que acababa de regalármela.
“Como ve no tengo nada de valor aquí?”. Dijo el perdedor.
“Yo veo algo muy valioso aquí”. Respondí sin poder quitar la vista de la muchacha.
Lorenzo envió a su hija a la habitación, mientras que conversábamos. Sabía esto que pretendía hacer no estaba bien, pero igual él vendería a su hija al mejor postor, así que era mejor que yo me quedara con ella a cambio de la deuda de su padre.
“Mañana vengo por ella, te daré esta noche para que consigas el dinero”. Le dije a Lorenzo antes de salir de aquel tétrico lugar. En las afueras de la casa una muchacha que no me inspiro mucha confianza empezó a coquetear conmigo, odiaba a las resbalosas y este era una de ellas. Sin detenerme a mirarla, subí a mi auto y salí de aquella propiedad.
“¿Está seguro de lo que está haciendo, señor?”. Pregunto Maicol, mi mano derecha.
“Si lo estoy. Desde hace mucho tiempo no me interesaba una mujer tanto como me interesó esa muchacha”. Respondí con seguridad.
“Sabe que esto es lo mismo que pagar por compañía y eso a usted nunca le ha gustado”. Comento Maicol mirándome.
“Ya tome una decisión y es mi última palabra, mañana vengo por mi pago y no quiero que nadie comenté esto”. Di una orden para después distraerme con mi teléfono. Realmente no quería que nadie me juzgara por lo que estaba haciendo, ya yo mismo estaba mal con mi comportamiento.
Esa noche no pude pegar el ojo, pase la noche en vela recordando los azules de la muchacha que estaba comprando.
Al día siguiente salimos temprano a la horrible choza donde vivía Lorenzo con su hija. Estaba nervioso, pero contaba con que las cosas no se salieran de control.
“Señor Rizzo, por favor pase”. Dijo el desagradable de Lorenzo a penas me vio.
“No tengo tiempo. ¿Donde esta la muchacha?”. Respondí de manera fria temiendo que este sujeto haya hecho algo durante la noche.
“Ella saldrá en breve, solo está terminando de arreglarse un poco”. Contesto Lorenzo mostrando una sonrisa hipócrita.
“Vaya por ella, tengo cosas que hacer”. Lorenzo asintió con la cabeza y fue en busca de su hija.
No tardaron mucho en salir de la habitación, ella se veía muy mal, sus ojos estaban apagados, no tenían el mismo brillo del día anterior, su mirada era de rabia y odio. Me sentí culpable al saber que seguramente estaba así por mi culpa, por mi terquedad de quererla como forma de pago. La estaba tratando como si ella fuera una mercancía y yo estaba pagando por ella.
Perdón es mi punto de vista.