Sahara es una chica dulce y amable, que para salvar la vida de su hermana tuvo que entregarse a un mafioso; pero ella se equivocó, da todo por una familia egoísta y esa decisión cambia su vida, ahora ella tiene que empezar a vivir sola, a valerse por si sola, sus problemas empiezan con esa desicion.
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CAPITULO 22. TU, NO TIENES DERECHO DE ESTAR AQUÍ.
A Nil le estaba doliendo y molestando lo que sus pequeños le decían, no le gustaba nada por todo lo que habían tenido que pasar, en ese momento pensó “maldita sea, como es esto posible, que mis hijos sufran estos problemas, estas decadencias, no lo puedo permitir más; ellos tienen un padre y soy yo, nadie tiene derecho a menospreciarlos, a tratarlos de esta manera. Si yo no hubiera sido tan irresponsable, ellos nunca hubieran pasado por esto, tuvieran una vida perfecta a mi lado y sobre todo tu Sahara, cuanto tuviste que sufrir todo porque yo no te cuide, odio esto” trata de sonreír, a pesar de que le dolía enterarse de eso y en ese momento les dice.
· Lín, no te preocupes, yo no le diré nada a tu mamá, pueden contarme todo y que les parece, si yo les ayudo, puedo hacer que esos niños, que esa niña los deje de molestar; si ustedes me dejan, yo les puedo ayudar, así su mamá va a estar más tranquila. Puedo preguntar sobre su papá, ¿Qué les dijo su mamá? ¿Dónde está?
La pequeña Lía se puso contenta y sin control empezó hablar.
· Gracias, señor, por favor, si puede ponerlos en paz, se lo agradecemos; sobre nuestro padre, mamá nos dijo, que él no podía estar en este momento con nosotros, que pasaron algunas cosas, que a nuestra edad no podríamos entender. Mamá, nos dijo que cuando seamos adultos nos dirá donde está y sería decisión de nosotros si queríamos ir a verlo; pero mamá dijo, que nosotros no podíamos odiar a papá, solo teníamos que esperar, para que supiéramos la verdad sobre papá.
Lín algo inseguro dice.
· Gracias, señor, por no decirle nada a mamá, no me gusta verla triste y cada que nosotros tenemos problemas, ella se mete al baño cuando cree que dormimos, la escucho llorar; pero ya no vamos a darle más problemas que la pongan triste. Mamá es buena con nosotros y nos quiere mucho, si ella dice que tenemos que esperar para saber sobre papá así va a ser, porque ella nos quiere mucho y solo hay que esperar.
Nil sintió alivio, saber que Sahara no les hablo mal de él, fue algo bueno de su parte y ver a sus dos pequeños tan atentos con su madre, preocupados por su felicidad, le gusto, eso quería decir que eran buenos niños, que ella logró hacer bueno con ellos, a pesar de todo lo que había tenido que pasar.
Nil ya no pudo haber más preguntas, después de desayunar los llevo de compras, fueron a varias jugueterías, donde les compro tantos juguetes como quisieron; pero con lo que más se emocionaron fue con unas bicicletas, termino comprándolas, de ahí los llevo a un parque para enseñarlos andar en bicicleta. Nil había preparado otras cosas para ellos, pero esas bicicletas los acapararon completamente, estuvieron en el parque hasta que se enseñaron andar sin las llantas pequeñas que estaban en la parte trasera; solo pararon para ir a comer, los llevo a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, el más elegante y caro, pidió la mejor mesa, quería darles lo mejor.
La pequeña estaba emocionada, ella estaba disfrutado de todo, pero le dieron ganas de ir al baño; para Nil fue un problema, él no podía entrar al baño con ella, no sentía apropiado esa situación, a pesar de ser su hija, era algo no se atrevía hacer, en ese momento llamo a una de las meseras y le ordeno que la acompañara, tenía que estar a su lado hasta que regresara con ella.
La mesera se puso nerviosa, la mirada y la voz de Nil, tenía un tono amenazante, en ese lugar sabían quien era, ya que cada que estaba en la ciudad iba a comer ahí; la mujer se dio cuenta de que la pequeña tenía que ser alguien importante, para que Nil se portara de esa manera, le ayudo a la pequeña a pasarse, la acompaño al baño, hubo un momento que la mesera se distrajo para atender su celular.
La pequeña Lía entró al baño, hizo sus necesidades y al salir tuvo la mala suerte de encontrarse con Dalia y su mamá; ella se sintió incómoda, trato de ir a lavarse las manos y salir rápido de ahí, en ese momento Dalia la mira, se para frente a ella evitando que avanzara.
Lía se sintió molesta, pero al verla con su mamá se sintió intimidada, la mujer traía un vestido elegante pegado a su cuerpo con un escote bastante atrevido, era corto, unas zapatillas de tacón de aguja bastante altas, su pelo chino debajo de los hombros, un maquillaje bastante seductor, se podía ver lo elegante y seductora que era la mujer; la pequeña no quería meterse en problemas le pidió permiso para pasar, pero Dalia no la dejó pasar, con su voz altanera le dice.
· ¿tú que haces aquí?, este no es lugar para ti mujercita, mira la ropa que tares, estas toda sucia, mira tu pantalón roto, ni siquiera estas peinadas; deberías irte, no me gusta estar donde tú estas, cuando lo vas a entender.
Lía la miro, ella traía un vestido hermoso de color rosa, unos zapatos nuevos, su pelo chino sujetado con un elegante moño, una cadena con su nombre, una pulsera, un anillo en su dedo medio, todo en ella se miraba perfecto; Lía después de verla se compara con ella y era todo lo contrario, ella traía su pantalón que al andar en la bicicleta término roto de las rodillas, su blusa desgastada con algunos pequeños hoyos que ya se hacía visibles en diferentes partes, sus tenis ya desgastados, tallados por lo viejitos que estaban, su cabello lo traía agarrado en una mala cola floja, ya despeinada.
Lía se sintió mal, solo quería salir de ahí, sentía ganas de llorar, quiso contestarle, pero no pudo hablar, tampoco quería llorar delante de ella; Lía agacha la cabeza y desesperada por salir de ahí, la avienta haciéndola caer al suelo, en ese momento que la pequeña iba a correr, la madre de Dalia la toma del brazo y furiosas le dice.
· Como te atreves a tratar a mi hija de esa manera, ¿tú como entraste aquí?, mírate, no creo que tus padres puedan pagar un lugar como este, eres una niña corriente, discúlpate con mi hija.
Lía no quería disculparse, no era justo, Dalia la había molestado primero, con su voz quebrada, dice.
· Yo no hice nada malo, ella me molesto primero.
La madre de Dalia molesta le dio una bofetada y con su voz furiosa le dice.
· Eres una niña maleducada, como te atreves a contestarme, tu madre no te enseño a respetar a tus mayores; pero en este momento te voy a educar, te voy a enseñar a comportarte.
La mujer le dio varias nalgadas y dos bofetadas más, ella empezó a llorar, porque le dolía las bofetadas, las nalgadas, pero más le dolía su agarre, que sostenía su brazo con fuerza; la pequeña lloraba, le pedía que la soltara, en ese momento la mesera entra al baño y mira lo que estaba pasando. La mesera se puso pálida de ver como golpeaba a la pequeña, pensaba en lo molesto que se iba a poner Nil, se acerca a toda prisa, la cubre con su cuerpo y desesperada mente le pide que la suelte; la mujer al ver a la mesera, le da una bofetada y furiosa le dice.
· Deberías de enseñarle modales a tu hija, acaba de lastimar a mi pequeña, no entiendo como te atreves a traerla a un lugar como este; tú deberías de saber que estos lugares no son para gente como tú y salvaje hija, pero en este momento voy a hacer que te echen, esta insolencia no la dejaré pasar.
La mujer no soltaba a Lía, ella lloraba por el dolor que le provocaba, mientras que la mesera desesperadamente le suplicaba que la soltara y Dalia se burlaba de Lía, se sentía orgullosa de lo que había provocado.