ESCRITORA || No es raro, es diferente, y lo diferente es interesante.
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⚠️ Historia 100% mía. @SenioritaRMDeJeon
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#23 Búscate otra esposa.
De aquella bonita noche ya hacía un mes.
A la mañana siguiente ella esperaba despertar con él a su lado acariciando su cabello rojo, pero despertó con la cama vacía y por el estruendoso sonido de su alarma.
Él se había marchado, el libro descansaba sobre la mesita del salón, estaba cerrado sin señales de haber sido usado pero lamentablemente eso aparentaba aquel libro.
Llevaba un mes tratando de aparentar que no había leído aquella nota que él le dejó:
Recuerda alimentarte bien.
Usa lo que te di para lo que gustes.
Nos veremos pronto.
Con mucho amor, Jeon JungKook.
Había una extensa pero bonita firma al pie de la nota, ella la guardó con mucho amor durante todo ese tiempo y en las noches la leía y se dormía creyendo que él regresaría bien.
Una semana después de que el Rey se marchase, habían llegado los caballos de él. El señor que los trajo le había dicho a la pelirroja que habían llegado tarde, porque hubieron problemas mientras los traía el barco, pues se trataban de unos hermosos pura sangre españoles. El señor le dió indicaciones de cómo cuidarlos y alimentarlos pero ella le pidió a él mismo que aceptara el puesto para cuidar de los caballos, a lo que el hombre aceptó porque necesitaba más ingresos para el hogar y esa paga era buena.
──────────────────🏰
Dos meses pasaron.
No sabía nada de él.
Había salido bien en sus exámenes y se encontraba de vacaciones. Antes se mantenía ocupada estudiando sentada en el suelo de su enorme casa, pero ahora solo podía llorar, y vomitar.
—Aigoo. —dijo su madre preocupada mientras le sostenía el cabello y le daba palmaditas en la espalda.
Ella había llamado a sus padres al iniciar sus exámenes porque no quería dejar la casa sola. La señora min había formado un escándalo al enterarse de parte de la verdad, pues solo sabía que su hija estaba “saliendo” con el chico bonito que vió en su departamento aquella vez que fue, y que él se había ido al extranjero por un tiempo. Y han estado viviendo con ella haciéndole compañía y cuidando del lugar, su padre estaba muy feliz porque él amaba la naturaleza igual que su hija y aquel lugar era mejor de lo que alguna vez hubiese soñado.
La pelirroja se levantó del suelo del baño y se fue al lavado para enjuagar su boca y cepillar sus dientes con el rostro pálido.
—Vamos mi niña, te prepararé un té para ver si se te quita ese malestar.
Su madre la ayudó a caminar cuando HeeRa terminó de cepillar sus dientes. Pero sintió mareo justo cuando vió entrar a su padre.
—Mamá, no me... siento bien... —terminando de decir aquello cayó en los brazos de su padre, que corrió al notar sus ojos perdidos.
Comenzó a despertar viendo un techo que no era el de casa, se escuchó una máquina que denotaba su pulso y luego escuchó la voz alegre de su madre.
—Hija mía que bueno que despiertas. SiHan, llama al médico, HeeRa ha despertado. —dijo la señora Min a su marido, el hombre salió casi corriendo. La pelirroja intentó sentarse pero su madre se puso de pié y le impidió que eso sucediera—. Debes mantenerte recostada HeeRa, estás débil.
—¿Qué hago aquí mamá? —la mencionada sonrió.
—Voy a ser abuela hija mía ¿es de ese chico verdad? Sabía que no era una dramatización aquello, eso explica que lleves ese anillo.
—¿Abuela?... Eso es imp- —a su mente llegaron pequeños flashbacks de hace dos meses. Se cubrió la cara ¡¿no había tomado la jodida pastilla?! Sí se la había tomado ¡Santo cielo!
En eso entró el doctor.
—Doctor, debe haber un error yo... yo me tomé la pastilla yo-
—No es un error señorita, está usted encinta.
Se escucharon dos aplausos, ella miró a su madre para nada feliz con la noticia.
Cuándo le dieron el alta médica aquella misma tarde, se fueron a casa donde la pelirroja lloró.
Lloró porque en primer lugar extrañaba al hombre que la había embarazado, en segundo lugar porque ahora su futuro se vería afectado y en tercer lugar, ella lloraba porque tenía miedo de ser madre. Ella lloraba porque el padre de aquella cosita pequeña era de un mundo diferente y seguramente pasarían más tiempo separados que juntos y eso la ponía triste.
Secó sus lágrimas y miró el libro sobre la mesita de noche.
Muchas veces, durante aquellos dos largos meses, se controló por no abrir aquel libro, porque quería esperarlo con paciencia pero ahora, ahora no aguantaba más. Ella necesitaba saber de su futuro esposo, ella necesitaba decirle que estaba embarazada y ella necesitaba estar a su lado.
Se puso de pie cuando sintió un pinchazo en su corazón. Sentía que algo no andaba bien y que debía ir ella a buscarlo a él.
Vestía con un vestido blanco que usó para salir del hospital, le quedaba bonito, tenía tirantes finos que se agarraban al escote con forma de corazón y la saya le quedaba por sobre las rodillas. Sus pies eran calzados con unas zapatillas blancas que hacía ver su vestuario a la moda con su tiempo, más no con el del Reino de Corea.
Había aparecido en la cocina, la cocinera se asustó al verla allí de repente y su semblante triste desapareció unos segundos, para las chicas de la cocina también duró poco la sorpresa en sus rostros. En medio del silencio llegó el mayordomo con el rostro demacrado.
—Hemos perdido al Rey. —anunció él sin notar la presencia de la pelirroja.
—¿Qué? —el hombre la miró con sorpresa y se asustó cuando se acercó a él—. ¿Sabes que es una falta de respeto eso que dices? Le diré al Rey que te eche a los perros.
El hombre, sintió lástima.
—Ojalá mi Rey echara a los perros. —cayó de rodillas al suelo sin contener el llanto.
Al estar de rodillas pudo notar el anillo en el dedo de la pelirroja, la miró desde abajo como una lágrima cayó de sus ojos directo a un vuelo de aquel vestido corto y blanco. HeeRa corrió y detrás de ella corrió el mayordomo y la cocinera.
A la entrada de la puerta de la habitación del Rey, lloraba la princesa que era abrazada por el escolta Kim quien sostenía sus lágrimas, tenía muchos rasguños y su ropa estaba rasgada, la pelirroja irrumpió en la habitación encontrando el cuerpo del Rey sobre su cama que estaba rodeado por mujeres que, parecían enfermeras, pues lo vendaban a pesar de estar inmóvil.
—¡Saquen sus manos de él! —ordenó ella y se acercó a la cama y le pegó en el pecho con fuerza varias veces creyendo que él fingía—. ¡¿Cómo te atreves a incumplir tu promesa?! ¡Te esperé durante dos meses y no fuiste a verme! —le reclamó mirándolo desde arriba— ¡¿Qué clase de marido hace eso, ah?! ¡¿Qué clase de marido deja a su mujer con un hijo sola?! —le pegó en el pecho una vez más— ¡No pienso hacerme cargo de tu hijo yo sola! Así que levántate de esa cama, o pienso tirarte a los perros.
Guardó silencio y al no recibir respuesta cayó de rodillas en el suelo comenzando a llorar mientras sostenía la mano de él.
Los empleados, el curandero, la princesa, el escolta, el mayordomo, la cocinera, todos lloraban en silencio fuera de la habitación escuchando a la pelirroja sollozar, el joven Rey sería padre y no pudo enterarse. Aquella noticia alegraba a los presentes, pero la tristeza en el ambiente era mayor.
—No pude decirte que te amo —dijo más bajo mientras lloraba—, creí que despertaríamos juntos pero te fuiste incluso antes de casarnos, dijiste que siempre ganabas tus batallas, ¿Por qué te vas justo ahora que vas a ser papá? ¿Que le diré a nuestro hijo, ah?
Una tos llamó la atención de todos, el hombre que creían muerto seguía con vida, el curandero no había notado eso ya que su pulso y respiración eran lentas casi imperceptible, su corazón se había detenido por unos segundos pero había echado a andar con los golpes que la pelirroja le había dado en el pecho. Se llevó una mano al pecho con acción lenta y se quejó con voz ronca apretando sus párpados.
—Golpeas duro cielo.
Al escuchar la voz del Rey, ella levantó la mirada y lo vió mirándola, él trató de apartar su mano para tomar las de ella pero la pelirroja se separó bruscamente poniéndose de pie. Se sacó el anillo y se lo tiró.
—Búscate otra esposa que soporte tus bromas pesadas.
Dicho aquello salió llorando de la habitación. El médico se acercó y el Rey le sonrió.
—Que mujer. —dijo con ojos enamorados.
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