"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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Quiero cuidarte
Desperté por la mañana con un ruido constante de cosas moviéndose. Al principio, pensé que era un sueño, pero al abrir los ojos y oler el aire, supe que algo estaba mal. Un olor fuerte y embriagador llenaba la casa, haciendo que mi cabeza diera vueltas. Me levanté tambaleándome y fui a buscar el origen del caos.
Cuando llegué a la sala, vi a Terry. Estaba en el suelo, con la piel perlada de sudor y su respiración entrecortada. La visión me mareó aún más, pero sabía que tenía que mantenerme firme.
—Terry, ¿qué demonios está pasando?— pregunté, intentando mantener mi tono indiferente a pesar de la situación.
Terry levantó la vista, sus ojos vidriosos y su cuerpo temblando. No respondió, solo dejó escapar un gemido bajo y desesperado. Sabía que estaba pasando por algo intenso, pero no tenía ni idea de qué hacer.
Una vez escuche sobre esto, tenía en cuenta que Terry era un omega pero había olvidado que esto les podía suceder cierto tiempo, o quizás solo había olvidado que Terry podía ser vulnerable en ciertos ámbitos, el celo de los omegas era una desventaja.
Y yo por completo olvidaba también mi casta y que está situación era peligrosa si no tenía el cuidado correspondiente.
Me acerqué con cautela, intentando no dejarme llevar por el instinto que comenzaba a hervir en mi interior. Podía sentir mi control resquebrajarse, pero sabía que debía mantenerme sereno.
—Vamos, Terry, dime qué necesitas,— dije, arrodillándome a su lado.
Terry me miró, sus ojos llenos de una mezcla de desesperación y algo más oscuro. —Ayúdame... por favor,— susurró, su voz apenas un hilo.
Respiré hondo, luchando contra el deseo de simplemente dejarme llevar. —Está bien, tranquilo,— dije, tratando de sonar calmado. —Voy a ayudarte.—
Le tomé del brazo y lo llevé con cuidado hasta el sofá. Mientras lo hacía, su cuerpo se aferraba al mío, aumentando la tensión en el aire. Podía sentir su respiración rápida y el calor que emanaba de él. Cada fibra de mi ser me decía que lo tomara, que reclamara lo que era "mío", pero me forcé a mantener el control.
Una vez que lo dejé en el sofá, Terry se aferró a mi camisa, tirándome hacia él. —No me dejes,— murmuró, su voz cargada de necesidad.
—No lo haré,— dije, sorprendiéndome a mí mismo por la suavidad de mi tono. En ese momento, no podía evitar sentir una cierta compasión, una necesidad de protegerlo.
Me senté a su lado, manteniendo una mano en su hombro para asegurarlo. —Respira hondo, Terry,— le dije. —Vamos a pasar por esto juntos.—
Terry asintió lentamente, su agarre en mi camisa aflojándose un poco. —Gracias,— murmuró. —Sabía que podía contar contigo.—
Su voz tenía un tono calculador, incluso en su aparente vulnerabilidad. No estaba seguro de si era sincero. Pero, de cualquier manera, estaba atrapado.
—Siempre puedes contar conmigo,— dije, aunque sabía que mis palabras eran huecas. No sabía cuánto tiempo más podría mantener esta fachada.
Nos quedamos en silencio por un momento, el olor en la habitación aún fuerte pero menos abrumador. Podía sentir mis propios instintos comenzando a calmarse, aunque todavía estaban presentes, justo bajo la superficie.
Terry me miró, sus ojos ahora más claros, pero aún llenos de esa oscuridad que parecía nunca desaparecer. —Eres diferente a los demás, ¿sabes?— dijo suavemente.
—No soy diferente,— respondí, sintiendo la necesidad de mantener mi distancia emocional. —Solo hago lo que tengo que hacer.—
Terry sonrió débilmente, un gesto que no alcanzó sus ojos. —Eso es lo que te hace especial,— dijo. —Tu capacidad de mantener el control, de no dejarte llevar.—
Sentí un escalofrío recorrer mi columna. Pero en ese momento, no tenía la energía para resistir.
—Tal vez,— dije, mi voz más suave de lo que pretendía. —Pero no siempre es fácil.—
—No, no lo es,— dijo Terry, su tono más sombrío. —Pero es por eso que estás aquí. Porque puedes manejarlo. Porque eres fuerte.—
Asentí, aunque no estaba seguro de creerle.
Nos quedamos en silencio de nuevo, la tensión en la habitación disminuyendo lentamente. Sabía que esto no era el final. Pero por ahora, solo podía mantenerme firme, resistir tanto como pudiera y esperar que, de alguna manera, encontrara una salida.
El olor en la casa seguía impregnando el aire mientras me preparaba para salir y comprar los supresores para Terry. Tenía que asegurarme de que estuviera bien y evitar que su estado se prolongara más de lo necesario. Me acerqué a la puerta, listo para irme, cuando sentí una mano en mi brazo.
—¿A dónde vas?— murmuró Terry, su voz suave y seductora, con una mirada intensa en sus ojos.
—Voy a comprar tus supresores,— respondí, intentando mantener mi tono neutral.
—No necesitas irte,— dijo Terry, su mano deslizándose lentamente por mi brazo. —Podríamos… manejar esto de otra manera.—
Sentí una oleada de deseo recorrer mi cuerpo, pero me obligué a mantenerme firme. Sabía que Terry estaba vulnerable, y aprovecharme de eso sería cruzar una línea que no estaba dispuesto a cruzar.
Y no es como que el me gustará, no porque no tuviera una apariencia agradable, si no más bien porque no había nada de por medio entre nosotros.
—Sabes que no voy a hacer eso, Terry,— dije, apartando su mano suavemente.
Terry se rió, un sonido que resonó en el aire cargado. —Eres demasiado moral para tu propio bien, ¿sabes? Podríamos estar disfrutando de esto.—
—No me interesa,— respondí, aunque mi voz sonaba menos firme de lo que quería. —No de esta manera.—
Terry frunció el ceño, pero no insistió. En cambio, se dejó caer en el sofá, mirándome con una mezcla de desafío y algo que casi parecía enojo. —Haces las cosas difíciles, ¿sabes? Pero eso es lo que te hace… interesante.—
Ignoré su comentario y me aseguré de que estuviera cómodo antes de irme. —Voy a volver rápido. Quédate aquí y descansa.—
Terry asintió, su mirada aún fija en mí. —Te estaré esperando.—
Salí de la casa, sintiendo el aire fresco contra mi piel, una bienvenida distracción del calor y la tensión dentro. Encendí un cigarrillo y me dirigí a la tienda más cercana, cada paso ayudando a calmar mis nervios.
Mientras caminaba, no podía evitar pensar en lo que acababa de pasar. Terry tenía una forma de meterse bajo mi piel, de hacerme cuestionar mis decisiones y deseos. Pero sabía que mantener mi control era lo correcto. No podía dejar que mis instintos dictaran mis acciones, especialmente cuando estaba tratando con alguien como Terry.
Llegué a la farmacia y compré los supresores, agradecido por la breve distracción. Al regresar a casa, me encontré pensando en cómo nuestra relación había cambiado en tan poco tiempo. Terry había encontrado formas de meterse en mi vida, en mi mente, y estaba claro que no iba a detenerse.
Cuando llegué de vuelta, Terry estaba en el mismo lugar donde lo dejé. Sus ojos se iluminaron al verme entrar, aunque su expresión permaneció impasible. —¿Lo conseguiste?— preguntó.
—Sí,— respondí, entregándole los supresores. —Tómate esto y descansa.—
Terry tomó la caja, mirándola por un momento antes de levantar la vista hacia mí. —Gracias,— dijo, su voz más suave de lo que esperaba.
—No hay de qué,— dije, sentándome a su lado. —Solo quiero que estés bien.—
Terry se rió de nuevo, un sonido amargo. —¿Es eso lo que quieres? ¿Que esté bien?—
—Sí,— respondí, aunque sabía que mis palabras no lo convencerían. —Es lo que cualquier persona decente haría.—
Terry me miró fijamente, su expresión difícil de leer. —Eres un enigma,— dijo finalmente. —No sé si debería admirarte o tenerte lástima.—
—No necesito tu admiración ni tu lástima,— respondí, manteniendo mi tono firme. —Solo quiero que te cuides.—
Nos quedamos en silencio por un momento, el aire entre nosotros cargado de tensiones no resueltas. Finalmente, Terry tomó los supresores y se recostó, cerrando los ojos.
—Te voy a dejar descansar,— dije, levantándome para irme.
—Gracias,— murmuró Terry, ya medio dormido.
Me dirigí a mi habitación, sintiéndome agotado por la tensión del día. Sabía que estaba en un juego peligroso con Terry, uno que podría consumirnos a ambos si no tenía cuidado. Pero por ahora, solo podía seguir adelante, manteniendo mis límites y esperando que, de alguna manera, encontrara una salida a este laberinto.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético