La familia de Lilian fue cruelmente asesinada por su recién esposo, está muere envenenada por el mismo hombre que decía amarla. Ahora despierta en el cuerpo de una emperatriz abandonada y un esposo que le acusa de ser infiel. Lo único que quiere es el trono para así llegar a su venganza y no le importará hacer lo que sea para obtenerlo.
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capitulo 23- Rosas y espinas
— Tú… ¿Qué hiciste? — Mira la escena aterrizando mientras que Alise pasa la flecha a los guardias.
— Hice lo que debía hacer hace mucho tiempo. —Alise mira el Emperador limpiando sus manos.— Según, el mandamiento de la emperatriz, las concubinas que han entrado en el palacio sin mi consentimiento, tengo derecho de hacer lo que quiera con ellas, debido a que rompieron las reglas que todos han seguido durante años, les di tiempo para que se fueran sin embargar me subestimaron.
—¿Te has vuelto loca? —El emperador se acerca furioso hacia Alise, pero la chica lo detiene a mitad de camino apuntándole. —Tú también rompiste el mandado de la emperatriz emperador. —Sonríe, mirando el rostro furioso de Jacob. —¿Qué pasaría si eso se llegará a saber en los ministros de la corte?
—¡Estás yendo demasiado lejos, no crees! —exclama furioso y Alise baja el arco junto a las flechas sonriendo.
—Y eso que apenas es el comienzo. —Se acerca quedando al lado del emperador, quien aprieta los puños. —Eso es solo el principio, me aseguraré de quitarte todo, justo como te acabo de quitar esas concubinas. — Dicho eso, camina alejándose, pero Jacob se da vuelta gritando lo siguiente.
—¡Agárrenla y lévensela al calabozo! —Alza la voz mirando a los guardias, quienes no saben si seguir el orden, ya que desde el principio la emperatriz tenía razón. Las concubinas solo habían recibido el castigo que se parecía, pero al final deciden seguir el orden acercándose a la chica.
—¡Qué crees que haces, Jacob! —El emperador voltea tras escuchar la voz de su madre entrando en el palacio.
—Madre. —Sonríe, ya que está seguro de que su madre estará de su lado, por lo que ha hecho Alise, pero lo primero que recibió cuando su madre estuvo cerca fue una bofetada tan fuerte, que el rostro de Jacob se giró para el otro lado, dejándolo sorprendido.
—Nadie toca, Alise. —Dice que la mujer se gira mirando los guardias que se estaban acercando, y Alise retrocediendo de inmediato.
—No has visto lo que ella ha hecho. —Señala las concubinas muertas en el suelo. —Ha matado a mis concubinas.
—Y por eso estás dando el orden que la meten en el calabozo.
—¡Ella no puede quedarse así! —exclama furioso, se niega a que Alise se quede sin ningún castigo tras haber asesinado a sus concubinas. Para él, ella merecía un castigo del mal que había hecho.
No puede creer que su madre esté a favor de ella, algo que le enoja más saber.
—A mí me bajas la voz, Jacob —— mira furiosa a su hijo. —Desde el principio tu padre y yo te pasamos ese trono por Alise, sabíamos que con ella a tu lado serías una mejor persona, pero fue todo lo contrario. Metiste a esas concubinas en este palacio sin el consentimiento de tu esposa. ¿Crees que esto está bien? — Jacob se queda callado —. ¿Pasaría si la corte supiera? La primera regla más importante de un matrimonio dentro del país, Jacob, y has roto la más relevante. ¿Crees que si los ministros de la corte se entrarán, te quedarás ileso? No porque tienes la sangre real significará que nadie pueda sacarte.
—Madre.
—Si sigues con esa actitud tan mediocre, tuyo, créeme que incluso yo, estaré a favor de que te quiten el trono. —Los ojos de Jacob se abren sorprendidos de las palabras de su madre.
—Imposible.
—Créeme que sí será posible. —Voltea, mirando a los guardias. —Recogen los cuerpos de las concubinas, déjalos afuera del palacio desde el principio, ellas se metieron sin permiso.
—¡Madre! —exclama sorprendido.
—La emperatriz, solo hizo lo que debía, esas concubinas rompieron mis reglas, reglas que todos han seguido por años y tú. —Fulmina Jacob con la mirada. —No me hagas arrepentirme de haberte dado el trono, Jacob, no camine entre rosas para haberlo conseguido, te lo advierto, esta será mi última advertencia. —Camina hacia Alise. —Vamos, querida.
El emperador estaba tan sorprendido que no le salían ningunas palabras y simplemente mira cómo la espalda de su madre junto a Alise se aleja.
¿Quitarle el trono? Jamás podría permitir eso. Después de todo lo que ha hecho para conseguirlo, no podría dejar que se lo quitarán tan fácilmente. Incluso tuvo que mandar a su hermano en la guerra solo para estar en el lugar donde está, y ahora enterándose de que sí hay oportunidad de quitar el trono.
No eso jamás.
Por otro lado, Alise había llegado a su palacio junto a la emperatriz, donde una sirvienta les sirvió té en el jardín.
—Lo siento, lo hice sin pensar. —Toma la palabra primero, y no estaba mintiendo. Su cuerpo había reaccionado de tal manera que ella no fue capaz de tenerse a tiempo. Su plan nunca fue matar a las concubinas en público. Si no fuera por Alesha en este momento estaría en el calabozo.
Todo su plan casi se arruina por un simple ataque de rabia.
—Debo decir que has madurado bastante, querida. Antes ni siquiera era capaz de sostener un espada, pero ahora te defiendes con diente y garra y eso es sorprendente. Me alegro saber que he dejado el puesto de emperatriz en buenas manos.
—¿A qué se refiere? —Alise mira a la mujer.
—Para haber llegado al trono no fue tan fácil como se parece, tuve que caminar entre espinas y entre enemigos que me querían muerta. ¿Sabes? —Alesha sonríe. —Me recuerdas a mí, cuando comenzó a gobernar como Emperatriz.
—¿También fue así?
—Porque crees que puse esas reglas, es porque no quería que ninguna mujer viviera la misma situación que yo, y si llegaran a vivir lo mismo, ella tenía el permiso de hacer lo que quieran con esas mujeres que no han seguido las leyes. No te preocupes, tú solo seguiste los órdenes. —Toma la tasa de té tomando un sorbo. —Sé que mi hijo es un tonto, pero lo único te voy a pedir es que no lo mates. —Alise abre los ojos sorprendida tras haber escuchado las palabras de la mujer.
—Yo. —Sin embargo, fue interrumpida.
—Tranquila, querida, bromeó. —Deja la tasa nuevamente en la mesa sonriendo.
Alise respira aliviada.