¿Dónde estoy?.
En el espejo había una persona diferente a mi pero eso no fue todo.
Ella fue la mala de su familia y ahora era expulsada.
¿Que será de mi si no sé nada de este lugar?.
Al menos debieron dejar que me comiera mis tacos antes de morir.
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Peligro
Me sorprendí al escuchar al joven conde.
"¿Te disculpas por él?".
"Si".
"Es mi mejor amigo, es normal que vea por mi amigo y su futura esposa".
"..."
Él tenía una sonrisa en su rostro.
En mi mente solo decía aléjate, esto no es bueno.
"Será bueno que mi prometido lo diga, gracias por estar al pendiente por su alteza".
Con eso huyó.
La sensación de incomodidad continuo durante un tiempo.
"..."
Bruno es un miembro del campo de combate y uno de los mejores amigos del príncipe.
Me dirigí al campo de entrenamiento y con Ubaldo empecé a entrenar, pero Bruno llegó con una sonrisa en su rostro.
Él había llegado con el príncipe al campo del club de combate.
"Me he preguntado, ¿qué hace la futura esposa del príncipe en este lugar?".
"..."
En medio del combate el príncipe se dirigió a mí para que Ubaldo y yo dejáramos de entrenar.
"Saludos a su alteza".
Lo saludé mientras él fruncía el ceño.
"Te ves que te diviertes en este lugar, ¿sabes que solo eres una molestia para todos los que entrenan?".
El príncipe mencionó con una sonrisa maliciosa.
"Cuando me inscribí solo me dijeron que podría salir herida, no que estaba prohibida mi participación en el club".
"Sin mencionar que es interesante el arte de la espada".
El príncipe suspiró como diciendo no entiendes lo que trato de decir.
"¿Qué te gusta de este lugar?".
"¿Por qué ves a los hombres?".
Él sonrió como si se le hubiera ocurrido algo divertido.
"No creí que mi prometida fuera tan fácil".
"¿?".
El príncipe sólo había venido a fastidiar, pero de repente el príncipe se acercó y me tomó del brazo.
"Suélteme".
Dije molesta.
"¿Por qué?".
"Se supone que eres mi prometida y tengo que hablar contigo".
"¿Es necesario que ejerza fuerza para llevarme?".
Con ansiedad pregunté, pero él solo me jalo para salir del lugar.
Parecía la escena de un hombre que no soportaba ver a su mujer del lugar y se la llevaba por la fuerza.
Salimos y él me observó de pies a cabeza.
"¡Suélteme!".
Grité enfadada.
"Eres mi prometida, ¿no deberías de tratarme como tú prometido?".
"¿Desde cuándo me trata como su prometida?".
Nunca había sido un prometido ni el día cuando nos comprometieron.
Solo me dio una sonrisa comercial como si fuera un buen negocio.
"¿Realmente se dice llamar príncipe?".
"..."
La mirada fría del príncipe hizo que se estremeciera, se enojó porque lo había juzgado.
"Apestas".
Estaba sudada por el entrenamiento pero era exagerado que el dijera que apestaba y solo fruncí el ceño.
"Cómo tu prometido te prohíbo que vengas al club de combate".
¿Qué dijo?.
Observé al príncipe que estaba loco.
"No haré eso".
¿Por qué viene y me da órdenes?.
Él no merecía nada de mi.
"¿Qué?".
El se quedó incrédulo y preguntó.
"Es mi vida escolar y mi persona".
"Si gusta dígale al emperador que le cambié de pareja de compromiso porque yo no dejaré de hacer lo que yo quiera".
La sonrisa fría del príncipe hizo que se estremeciera, ahora él se veía aterrador como si en algún momento fuera a dar un golpe.
"Interesante".
Las palabras frías salieron de la boca del príncipe.
"Bien, hagamos esto".
"Hazme caso, no vengas más a este lugar".
"Y con gusto te daré lo que quieras".
Como si fuera una clase de negociación él habló fríamente y pesadamente.
"Ximena Sullivan conmigo hará lo que yo diga".
"Entonces usted busque a otra mujer".
"Yo no haré eso, no le quita nada a usted para que venga y me diga que puedo y no puedo hacer".
Después de la competencia los rumores sobre mi habían cambiado.
La reputación se estaba recuperando.
"¿No debería de ser sumisa si quiere vivir como familia real?".
¿Qué tontería está diciendo?.
"No".
No quería ni ser familia de ese hombre.
Cómo pude me solté y empecé a caminar para alejarme.
"Aún no hemos terminado".
"Espero que le diga a su padre el emperador que sería bueno que busque alguien más para ser su prometida".
"Yo no quiero ese puesto".
"Primero sería comería terrones de tierra antes de firmar un contrato nupcial".
Con eso hui del lugar no quería verlo más, fue algo aterrador, pero no flaqueo.
Al otro día fue cuando Ubaldo me dijo que su majestad el emperador le ordenó al príncipe entrar al club de combate para ayudar en la relación que iba mal.
A pesar de ir en el mismo salón, pero en extremos diferentes ahora quería que lo tratara en el club.
Al príncipe no le gustaban las armas así que siempre estuvo en el estudio.
En clase fue cuando Bruno se acercó con una sonrisa algo extraña.
"¿Le gustaría darme algo de su tiempo más tarde?".
"No".
Respondí secamente al compinche del príncipe y este frunció el ceño.
"Soy una persona que tiene muchas cosas que hacer así que lo siento, no tengo tiempo".
"..."
Intente ser lo más cortés.
Bruno se acercó y susurró.
"Vamos, es algo interesante".
Volví a negar con mi cabeza.
"No tengo la intención de ir".
Al menos la posición social era más elevada y así pude darle el cortón con más autoridad".
El regresó a su lugar y se sentó con un rostro divertido.
Se puso a hablar con sus amigos.
Un sentimiento extraño llegó al verlos platicar.
Tenía miedo.
Justo cuando se acabaron las clases ella llegó al campo de entrenamiento para no encontrar a nadie en él.
No pudo evitar estremecerse.
Ubaldo llegó y vio el campo vacío.
"¿Llegamos primero?".
"No, sabes mañana vendré".
"Algo me dice que esto no es normal".
Ubaldo miró el campo y asintió.
"Si, no dejes que te generen más problemas".
"Mañana le diré a una amiga que vaya a verte para ver qué estás bien".
Asentí con mi cabeza.
Ubaldo fue amable y le empezó a tener aprecio como amigo.
Con eso regresé al dormitorio.
Escondido el príncipe solo vio como ella se alejó y lo que tenían planeado no funcionó.
Desperté de un brinco al sentir el miedo que Ximena sintió.
"Haa".
Jadee de la sorpresa.
Maldición estoy es una locura.
La mayor locura.
Ese maldito planeaba acorralarla para que ella se convirtiera en sumisa.
La iba a lastimar.
Sintió peligro y terminó huyendo del lugar.
Si, todo está bien.
Estaba íntegra.
El hijo del conde Méndez.
Un maldito chamaco.
Lo interesante es que Jorge estaba atacando el negocio del conde.
Por ahora está siendo por debajo de las pérdidas, pero no tardarán mucho en que las pérdidas sean más grandes.
En menos de un mes ya estaba a punto de abrir la segunda tienda.
y con una salsa de Chile morirá... el manjar más exquisito
me sentiría como una usurpadora de ese cuerpo