En un mundo donde las jerarquías de alfas, omegas y betas determinan el destino de cada individuo, Hwan, un omega atrapado en un torbellino de enfermedad y sufrimiento, se enfrenta a la dura realidad de su existencia. Tras un diagnóstico devastador, su vida se convierte en una lucha constante por sobrevivir mientras su esposo, Sung-min, y su hija, Soo-min, enfrentan el dolor y la incertidumbre que su condición acarrea.
A medida que los años avanzan, Hwan cae en un profundo coma, dejando a su familia en un limbo de angustia. A pesar de los desafíos, Sung-min no se rinde, buscando incansablemente nuevas esperanzas y tratamientos en el extranjero. Sin embargo, la vida tiene planes oscuros, y la familia deberá enfrentar pérdidas irreparables que pondrán a prueba el amor que se tienen.
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Romance
Así pasaron tres días, sumidos en el deseo, inmersos en un ciclo de caricias y sensaciones que parecían no tener fin. Sólo cuando la cordura regresó, finalmente saciados, pudieron desprenderse de la embriaguez del placer. Ryu, con la mirada en su Alfa dormido, se levantó sintiéndose renovado, como si nunca hubiese necesitado sus medicamentos. Su mente estaba clara, libre de cualquier sombra que solía atormentarlo.
Con pasos decididos, recorrió la casa como si le perteneciera. Se movía con ligereza, con una confianza que había renacido en él. Puso la ropa a lavar, la suya mezclada con la de Lee, sin pensarlo dos veces, y empezó a preparar el desayuno, disfrutando de la rutina como si siempre hubiese sido parte de su vida.
Pero entonces, lo sintió. Esa mirada. Una mirada que lo devoraba, cargada de deseo. Antes de que pudiera girarse, Lee ya lo tenía rodeado, sus manos firmes en la cintura de Ryu. "Nunca nadie había hecho esto por mí," murmuró Lee, su voz profunda y sincera. "Nadie había cocinado para mí, ni puesto a lavar mi ropa. Nunca tuve a alguien que me cuidara."
Ryu sintió un escalofrío recorrer su piel ante el contacto y las palabras de Lee, y cuando lo escuchó continuar, se dio cuenta de que este hombre estaba abriendo su corazón. "Estoy agradecido por tenerte." Lee hablaba con una honestidad que Ryu no había esperado. "Estos días contigo han sido suficientes para llenar mi soledad. Quiero esas caricias, esos abrazos... los quiero por el resto de mi vida."
Ryu lo miraba en silencio, sintiendo una mezcla de sorpresa y curiosidad por lo que estaba escuchando. Lee, tomando aire profundamente, siguió: "No tengo mucho que ofrecer. Estoy en mi último año de estudios, trabajo... pero esta casa es mía. Podemos vivir juntos. Tengo dinero ahorrado, y te prometo que no te faltará nada."
La sinceridad en los ojos de Lee lo desconcertaba. Ryu no podía entender por qué alguien como Lee querría mantenerlo. ¿Qué había en su mente? Pero decidió no interrumpir, simplemente lo miraba atentamente, escuchando cada palabra.
Lee dio un paso atrás, poniendo los brazos en sus bolsillos mientras le lanzaba una mirada intensa. "Escuché del dueño de la tienda que antes eras rico," dijo con un tono neutro, como si no supiera cómo abordar el tema. "Que te echaron de una empresa, que te desheredaron. Y por eso estás aquí, viviendo en este lugar." Hizo una pausa antes de añadir: "No es que haya querido investigar sobre tu vida, fue algo que escuché de paso."
Ryu, con una sonrisa amarga, preguntó: "¿De verdad quieres hacerte cargo de alguien inútil como yo después de saber todo eso?"
Ryu rió suavemente ante las palabras de Lee, una risa que mezclaba sorpresa y diversión. "Tú estás loco," respondió sin dudarlo. "¿Por qué quieres agregar más carga a tu vida?"
Lee lo miró fijamente y, con una tranquilidad que no coincidía con la intensidad de la conversación, dijo: "No pienso que seas una carga. Quiero ser parte de tu familia, y que tú seas parte de la mía. Quiero estar siempre junto a ti."
Ryu, un poco avergonzado, se sentó nuevamente, acercándose a Lee. Tomó su rostro entre las manos y lo besó suavemente, un beso en cada parte de su rostro como si estuviera sellando un pacto. "Acepto," dijo con una sonrisa traviesa. "¿Me estás proponiendo matrimonio? Está bien... vamos a casarnos." Y rió, claramente disfrutando del desconcierto de Lee.
Lee, sorprendido, sonrió, algo nervioso. "Bueno... sí, eso también estaría bien," respondió, sin poder ocultar su alegría. "Pero no te vas a arrepentir. No tengo nada maravilloso que ofrecerte ahora, pero te prometo que haré lo posible para que no te falte nada." Luego, añadió preocupado: "¿Tienes tus documentos? Cuando te busqué, no tenías identificación ni celular."
Ryu lo miró con una expresión seductora, levantando una ceja en desafío. "Lo olvidé en casa. Además," dijo con un suspiro, "todo lo que te han contado sobre mí no es real. Me gustaría explicártelo, pero más adelante. Ahora, debo regresar a casa."
Lee, claramente alterado, comenzó a ponerse los zapatos con la intención de acompañarlo. Pero Ryu lo detuvo con un suave gesto de la mano. "¿Te parece si anotas tu número?" dijo mientras ofrecía su brazo. "Me pondré en contacto contigo."
Lee, sin saber dónde escribir, aceptó con una sonrisa, anotando su número en la piel de Ryu. Antes de despedirse, Ryu lo miró a los ojos con una intensidad seductora. "Te ofreciste a mí, me hiciste tuyo y yo te hice mío. Esa es una promesa." Luego, en un tono más bajo y enigmático, añadió: "Pero debes saber algo... estoy loco. No hagas nada que me enloquezca aún más."
Y con una última mirada, Ryu se fue, dejando a Lee con más preguntas que respuestas y una promesa que resonaba en el aire.
me encanta la escritura....
ánimo 😁