Cuando Marion se muda al complejo de departamentos de su familia, se encuentra con su vecino, el playboy Adrián, quien constantemente necesita su ayuda para alejar a sus conquistas de una noche. A medida que su vecindad se desarrolla, la tensión sexual entre ellos aumenta y el juego de ayudar a Adrián se vuelve cada vez más complicado y emocionante. Aunque Marion está decidida a independizarse y enfocarse en su carrera como contadora y en sus pasantías en la empresa de su padre, se descubre a sí misma cada vez más atraída hacia Adrián, y la línea entre la amistad y algo más comienza a difuminarse. Hay mucho en juego para ambos y puede que estén a punto de descubrir que la conexión entre ellos va más allá de la simple vecindad, pero ¿serán capaces de manejar las consecuencias de sus acciones? Sigue a Marion y Adrián en esta emocionante historia llena de romance, risas y intrigas.
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perpetua
NARRA ADRIAN:
El resto del sábado lo pasamos tirados en su sofá, no precisamente mirando películas, pero haciendo el intento. El domingo despertamos cerca del medio día sin ganas de movernos, solo mirándonos y jugando con nuestros dedos mientras hablábamos banalidades. Hasta que recordé que mañana debo viajar.
—Mañana debo viajar —digo, mientras juego con los dedos de sus manos. Todavía estamos en mi cama, ella sobre mi pecho la tengo abrazada.
—¿El asunto tuyo de los bares? —pregunto y dirijo mi mirada a sus ojos asistiendo— nunca me dijiste bien de que se trata.
—Bares swingers comenzando en la ciudad y luego quiero seguir en las otras ciudades importantes, a medida que balla generando más ganancia, claro está —confió y espero a su reacción.
—¿Son bares de intercambio de parejas? —pregunta y me mira.
—Algo así —digo pensando en mi idea—. El bar que manejo aquí tiene un anexo donde se puede disfrutar de la diversidad del placer. Eso es lo que busco con mis bares. Que se especialice en el placer personal más que nada. Donde las parejas tengan la oportunidad de experimentar con el sexo —confieso y sigo esperando que reaccione espantándose.
—¿Eso nos incluye? —pregunta y me quedo atónito mirándola, sus ojos presentan un brillo que no esperaba ver.
—Depende de lo que quieras experimentar, porque de una cosa estoy seguro —digo y ahora moviéndome para dejarla debajo de mí, aprisionándola con mi mirada—. Yo no comparto.
—Pues yo tampoco, pero tengo curiosidad —confirma y posa sus manos en mi trasero apretándolo descaradamente para volcar mi atención a otro lado.
—Esta noche podemos saciar algo de tu curiosidad si está interesada —murmuro besando su cuello, presiono mi cadera en la suya para recibir un gemido de su parte y de ahí la cosa se vuelve caliente, intima.
Decidimos almorzar los panchos que habían quedado suspendidos el día de ayer. Sentados en una de las bancas de la plaza comemos tranquilos. Ella recibe un mensaje de su amiga y luego la llama.
—Bueno Syl te espero en mi departamento —murmura luego de hablar por un rato con su amiga, una tal Syl. Se acerca a mi nuevamente y besa mis labios para sentarse a mi lado, toma mi mano y juega con mis dedos—. Mis amigas van a pasar por mí, están ansiosas por saber que paso con Briza y su cita.
—Ok, volvamos y luego esta noche nos vemos en el bar ¿Te parece? —sin soltar su mano caminamos hasta mi coche— Mañana iras a trabajar bien relajada, porque te aseguró que te voy a follar tan fuerte que me recordaras toda la semana que no esté.
La siento estremecerse a mi lado y luego pasa saliva. Volvemos a su departamento y me quedo con ella, mirando como va de un lado a otro, acomodando cosas, cambiándose de ropa y casi desfilando para mí para que la ayude con su atuendo.
A la hora indicada en la que amiga pasaría a buscarla casi me hecha de su casa dejándome confundido, soy su novio no un terrorista.
—Enserio, Sylvanas es intensa y no estoy preparada para una ronde de peguntas —dice poniendo esa cara que me dan ganas de tenerla contra la pared gimiendo.
—Esta vez lo dejo pasar, pero la próxima no —mis manos se dirigen a su rostro, acaricio su mejilla y me acerco para besar sus labios, un beso que deja en evidencia lo excitado que estoy.
Salgo de su departamento y me dirijo al mío, de todos modos, ya tengo que r al bar, anoche no fui y tengo que inspeccionar que todo haya marchado en orden, como se debe; confió en Lucrecia como lo hace mi primo, pero nunca deposito mi entera confianza en las personas, cuando se trata de dinero hasta el más fiel amigo puede dejarse influenciar por él.
Me quedo cerca de la puerta vigilando que su amiga la venga a buscar. Veo que llega una cica alta, elegante con el cabello negro, por un momento posa su mirada en mi puerta y puedo denotar que sus ojos tienen una tonalidad extraña. Mi princesa abre la puerta y esta voltea a verla.
—Esperaba encontrarte follando con tu vecino y así tener una mejor imagen de su paquete que según Cecilia es de tamaño olímpico —murmura está tratando de meterse en su departamento como buscando algo. Rio ante su comentario, percatándome que algo de idea tienen sobre nosotros, pero sospecho que no les a contado nada en realidad.
—Deja de buscar fantasmas, Syl —dice mi princesa rodando sus preciosos ojos y me atrapa espiándola—. Ni que fuera una ninfómana que se la pasa follando —espeta ahora volteando hacia su amiga, cierra la puerta de su departamento y le pone llave.
—Si acete la santa que de seguro ya te a despelucado bastante bien —dice la tal Syl y me atrapa mirándolas atreves de la ventana saluda sin que mi princesa se percate de ello ya que sigue concentrada en la puerta de su departamento. Solo respondo con un asentamiento de cabeza.
Las veo partir y solo así me adentro a mi departamento para darme un ligero baño y marchar al bar.
NARRA MARION:
Llegamos a casa de Briza luego de pasar a buscar a las demás. Llegamos y como siempre que venimos sin avisar, nuestra querida amiga no responde a lo que Amy muy habilidosa como siempre saca sus ganzúas y abre la puerta.
Entramos para encontrarla jugando en su pc, con los auriculares puesto. Ahí está la razón por la que no nos ha escuchado.
—¡Vieron, ya sabía yo que estaría jugando esa porquería! —exclama Sylvanas, haciendo que Briza se sobresalte y brinque en su silla.
—Hay Sylvanas, ¿Quieres matarme de un susto? —exclama nuestra querida amiga sacándose sus auriculares y dejándolos a un lado.
—Ni así te darías cuenta que tienes visitas —responde Syl y deja las bolsas que habíamos comprado con anterioridad. Briza nos saluda una por una, pero Cecilia se queda como sabueso.
—¿Qué es ese aroma? —pregunta esta luego de olfatear el ambiente, hago lo mismo tratando de adivinar a que se refiere, pero no me percato de nada.
—Mmm... ese olor es a fragancia de hombre con un deje a sexo —completa silvanas y la verdad no sé si se confabularon para fantasear o mi nariz solo capta la esencia de mi vecino— ¿Acaso estuviste copulando con tu jefe y no pensabas compartirlo con tus amigas? —yo miro hacia otro lado, si supieran me mandan a perpetua seguro.
—Bueno... —murmura la acusada en un acto reflejo todas gritamos para que suelte la olla y nos cuente sobre su romance, siempre que se trate de ella y no se enfoquen en mí, cualquier cosa.
El momento se convierte en un confesionario o algo parecido, todas alucinan con la historia de Briza, mientras comemos las chucherías que trajimos.
Pasado el momento estrella, la susodicha se percata de la hora y todas nos ponemos manos a la obra para que ella tenga una espectacular noche con su jefe, aunque peciento que es muchísimo más que eso.
Llegado el momento en el que la puerta es tocada sutilmente, todas nos abalanzamos para darle cierta aprobación al nuevo integrante de esta familia gigante.
Como siempre Sylvanas cumple muy bien con su papel de anfitriona y a la vez de intimidatoria. Una a una da su claro ejemplo de consejo hasta que doy el mío y todas casi me matan porque le aconsejo que tengan cuidado cuando tengan sexo en la ducha.
—¡Marion! —todas exclaman y me miran como queriendo matarme— se supone que intentamos intimidarlo no alentarlo —finaliza Sylvanas y yo ruedo los ojos.
—Bueno, saben cómo soy... —me defiendo desviando la mirada.
Llega Briza para salvar la situación y que dejemos en cierta forma de atosigar a su jefe, porque eso de intimidarlo está muy lejos. Quien con el tamaño de un mastodonte se intimidaría de unas flacuchas parlanchinas que solo pretende proteger a su amiga, claro que él lo sabe y por eso su sonrisa no desaparece.
Luego una a una nos vamos despidiendo a la vez que le desean una buena noche, pero como siempre mis palabras las altera a todas. No puedo ni siquiera aconsejar que los callejones con un buen lugar para un rapidito sin que me quieran matar.
Por suerte Briza termina con la incertidumbre y prácticamente nos hecha de su departamento haciendo la tremenda lista que debe tener en cuenta.
—Si, ya sabemos, nos cuidaremos, tendremos en cuenta los callejones y si algo malo me pasa sabrán esconder bien su cuerpo, ahora déjenme para que tenga mi cita con mi Dan antes de que lo espanten —enumera a medida que nos va empujando a la salida, yo rio porque tiene en cuenta mi consejo, pero las demás le hacen señas al susodicho de que lo tienen vigilado, como no Amy y Sylvanas son buenas en eso.
La primera porque su familia la crio para ser una matona y la segunda porque su padre es agente y sus hijos saben cómo defenderse. Como sea, salimos todas felices de que nuestra amiga la esté pasando de maravilla con su jefe que resulto ser ese amor de una noche en la universidad del cual nunca lo olvido.
Ya en el auto de Sylvanas vamos de camino cada una a sus dependencias, siendo la última en dejar, pero no lejos de recibir alguna alusión.
—Esta bueno tu vecino —grita está, dejándome desconcertada, a la vez que arranca su coche y me deja meditando en la acera. ¿En qué momento lo ha visto?
Creo que solo quería molestarme. Me adentro al mi departamento para prepararme para mi cita con mi gigolo.
Felicidades
me encantó
me encantó
bien escrita candente sin enredos