Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 22.
CAPÍTULO 22.
Por Isabella.
Al día siguiente, desperté temprano y me vestí para regresar al trabajo. Opte por un vestido floreado, corto y elegante y unas bonitas sandalias en mis pies. Luego me maquille suavemente, retocando mis labios con rojo. Peine mi cabello y luego de perfumarme, ya estaba lista.
Baje por las escaleras y me encontré con Valentino en la cocina desayunando. Se veía muy elegante, con un traje color azul marino y un moño en su cuello.
-Hey, creí que no bajarías. -Exclamó.
-Lo siento. Estaba preparándome para volver al trabajo. -Respondí depositando un beso en su frente.
-¿Estás segura de que estarás bien?
-Valen. Ya hablamos de esto.
-Okeeey. -Exclamó levantando ambas manos. -Iras conmigo en mi coche.
-¿Crees que es bueno que nos vean llegar juntos?
-¿Crees que eso me importa? Por favor Issi.
-Bien. Yo solo… No quería que tengas problemas.
-Claro que no… Eres mi asistente de todos modos.
Asentí a su comentario. Aunque algo se formó en mi garganta. Creí que diría que soy algo más que su asistente. Aunque quizá solo haya comprendido mal su comentario.
Luego de haber desayunado nos dirigimos a la compañía, Valentino conducía. Íbamos en silencio. Un silencio cómodo. Aunque yo sentí unos nervios terribles por reincorporarme a mi trabajo. Cuando llegamos, Valentino aparcó el coche en los estacionamientos subterráneos de la empresa. Antes de bajar, se dirigió a mí:
-Se que estás nerviosa por regresar al trabajo, pero todo saldrá bien. -Luego depósito un pequeño beso en mis labios. -Creo que debemos tomar un momento para hablar sobre nosotros, ¿no crees?
-Gracias por el apoyo. Creo que tienes razón.
-Bien. Ahora arranquemos un nuevo día.
Luego de subir al ascensor para ejecutivos, Valentino presionó un botón y mientras subíamos se acercó a mí y comenzó a besar mis labios lentamente. Le correspondí de igual manera, abrazando su cuello y dándole lugar a meter su lengua en mi boca. El beso era apasionado y caliente, cuando oímos el ruido del ascensor nos separamos a regañadientes.
Al ingresar al piso donde estaban nuestras oficinas, todos los empleados se nos quedaron mirando. Algunas secretarias murmuraban entre ellas, clavando sus ojos en nosotros. Esa situación me era incómoda, no estaba acostumbrada a ser el centro de atención de todos.
Valentino se frenó en medio del lugar y luego dijo:
-¿Qué es lo que hacen observando? ¿Acaso no tienen trabajo que hacer? No se olviden que una nueva línea de vinos está por ser lanzada al mercado y necesitamos acabar con esto lo antes posible. -Exclamó Valentino con notable molestia. Y ahí estaba, nuevamente, el ogro.
Los empleados asintieron y volvieron su mirada a sus asuntos. Valentino me dio un guiño y se dirigió a su oficina. Tome asiento en mi escritorio y encendí mi computadora. En ese momento, vi a Mariana salir de la oficina de Felipe bastante abrumada. La observé con una expresión de intriga. Ella lo notó y se ruborizó. Tomo asiento en su escritorio al lado del mío y me hizo una seña para darme a entender que hablaríamos en el almuerzo.
Y así fue, ya que en el almuerzo, pedimos comida desde la oficina y Mariana me contó acerca de Felipe. Pues resulta que luego de aquel beso, nuestros tortolitos la siguieron en otro lugar. Y la verdad es que me alegro, me encanta ver a mis amigas felices. Aunque últimamente Julia se comporte de una manera extraña, por lo menos tengo a Mariana para compartir estos momentos.
-Y dime… ¿Cómo estás tú? -preguntó ella.
-Bien… Eso creo… Estoy pasando algún tiempo con Valentino y la verdad es que… me agrada.
-¿Solo dirás eso? -preguntó ella, pícara.
-Pues luego de habernos ido del bar fuimos a mi apartamento y él… nosotros…
-¿NO ME DIGAS QUÉ?… -Mariana no terminó de hablar, ya que la interrumpí de inmediato.
-Cállate, baja la voz. Recuerda donde estamos.
-Lo siento. Lo siento. ¿Eso significa que ustedes?
-No sé lo que significa. No lo hemos hablado. Es difícil. Ayer… Él me llevó al cementerio.
-¿Qué?
-Lo que oyes. Me llevó a visitarlo. Dijo que él estaría feliz de verme. Y yo me sentí aliviada, creo que necesitaba hablar con él. Decirle lo que siento.
-Es un gran avance amiga mía. Verás que Valentino Marshall es el sol que iluminará tu vida de aquí en más.
-¿Tú crees? -Pregunte.
-Te lo aseguró preciosa. Es hora de que sueltes el pasado y vivas el presente. No lo olvides. Es imposible. Pero date una oportunidad de ser feliz. Te lo he dicho muchas veces, Ezequiel no querría verte sufriendo. Y tal vez… Tal vez él lo puso en tu camino y a ti en el suyo porque ambos necesitaban acabar con el dolor.
Las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas. Sé que mi amiga tiene razón, pero no se que hacer con esto que estoy sintiendo, con lo que me está pasando. Lo único que sé es que lo que siento por Valentino crece día a día.
gracias autora