⚠️Quinto libro de la dinastía Lobo⚠️
Desde su infancia, Jazmín Lobo ha estado atrapada en un amor silencioso y casi prohibido por Damir Novikov, el enigmático heredero de la temida mafia rusa. A medida que crece, la dulce y dedicada estudiante de medicina lucha por reconciliar su amor por él con la brutal realidad de sus respectivas familias. Hija de los líderes de la mafia italiana, Jazmín ha sido testigo del profundo amor entre sus padres, un ideal que anhela para sí misma, pero teme que Damir no sea capaz de ofrecerle lo que su corazón desea.
Después de un reencuentro en la fiesta de compromiso de su prima, la conexión entre Jazmín y Damir se intensifica, llevándolos a un romance clandestino lleno de promesas y pasión. Sin embargo, cuando el destino les juega una carta devastadora, Jazmín se ve forzada a confrontar no solo su amor por Damir, sino también su propia identidad y lealtades familiares en un mundo donde el peligro acecha en cada esquina.
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Con sabor a fuego.
♥️ JAZMÍN LOBO🍬
El reloj marca las tres de la tarde y el motor del jet privado que Damir envío para mí ruge suavemente, listo para despegar. Estoy sentada en uno de los cómodos asientos, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo que burbujea en mi interior. Este fin de semana en San Petersburgo es más que una escapada; será un sueño hecho realidad. He esperado este momento desde que Damir y yo comenzamos a construir nuestra relación, y ahora estoy dispuesta a entregarle mi corazón y mi cuerpo al hombre que ha llenado mis pensamientos desde que era una bambina.
El vuelo dura aproximadamente tres horas y media. Mientras el avión se eleva, miro por la ventana, observando cómo las nubes se arremolinan bajo nosotros, sintiendo que cada metro que avanzamos nos acerca a nuestro destino. Pienso en lo que nos espera: un fin de semana lleno de amor, pasión y promesas. Quiero vivir mil y un millón de cosas con él.
Al aterrizar en San Petersburgo, el sol brilla mientras se esconde en el occidente, y el aire fresco me recibe cuando abren la puerta del jet. Y allí está Damir, esperándome en la pista privada, con una sonrisa que ilumina su apuesto rostro. Mis latidos se aceleran mientras él avanza hacia mí, y en un instante, me levanta por la cintura como si fuera una niña pequeña, girando con alegría.
—¡Caramelo! —exclama, y yo no puedo evitar chillar de emoción.
Nos llenamos de besos, cada roce de nuestros labios es un recordatorio de cuánto nos hemos extrañado, desde la boda de Yulia no nos habíamos visto en persona. Entre risas y caricias, el mundo a nuestro alrededor se desdibuja. Cuando finalmente me deja en el suelo, nuestros labios se encuentran de nuevo, y la chispa entre nosotros se enciende como una llama voraz. Siento su deseo, y me sonrojo, atrapada entre la emoción y la anticipación. Me lo quiero devorar.
Tomados de la mano, nos dirigimos al auto que nos llevará a esa casa para el fin de semana. Sus dedos se entrelazan con los míos, y en cada mirada dulce y cómplice, siento que el tiempo se detiene. El trayecto dura unos cuarenta y cinco minutos, y me pierdo en la belleza del paisaje que nos rodea, mientras el coche avanza por las calles de esta ciudad mágica.
Al llegar, la casa se alza ante nosotros como un cuento de hadas. Es una mansión antigua, con una fachada elegante adornada con enredaderas y flores de colores vibrantes. Al entrar, el interior es aún más deslumbrante: techos altos, molduras exquisitas y una decoración que combina lo moderno con lo clásico. Todo parece sacado de un sueño.
Damir se vuelve hacia mí, con su voz varonil y profunda llena de sinceridad.
—¿Confías en mí, caramelo?
—Sí, confío en ti, mi ojos de amazonita —respondo, sintiendo que mi corazón late cada vez con más fuerza. Me encantan sus ojos y el sonido de su voz grave.
Con una venda en los ojos, me guía con su voz hacia el segundo piso. El suspenso es electrizante. Cuando me quita la venda, descubro una hermosa terraza con una vista impresionante. La ciudad se extiende ante nosotros, y en el centro, hay una mesa elegantemente preparada para los dos.
Parada en puntillas, me cuelgo de su cuello y le doy un beso lleno de amor y gratitud.
—¡Es todo tan hermoso!
—Confieso que necesité ayuda para crear todo esto para ti —confiesa Damir, con su ardiente mirada llena de ternura—. Lo hice con mucho amor, solo para tí.
_Gracias, todo está precioso. ¡Me encanta!
Lo vuelvo a besar con amor, con ansias, me encanta sentir como el pierde sus dedos en mi cabello, el mordisco que deja en mi labio inferior, me prende mucho, haciendo que los picos de mis pechos se pongan erectos y rozen mi sostén.
Tomamos asiento en la mesa, y él, como todo un caballero, me ayuda a acomodarme. Pronto, un hombre vestido con un traje elegante aparece para atendernos. Sirve un vino blanco, mi favorito, y el aroma del vino fresco llena el aire.
—Espero que te guste —dice Damir, levantando su copa.
_Está delicioso, es mi favorito _digo luego del primer sorbo.
_Lo sé _dice y yo le sonrío encantada.
La cena comienza con un antipasto de mariscos frescos, donde cada bocado es una explosión de sabores: gambas al ajillo, pulpo a la parrilla y aceitunas marinas. Cada plato es presentado con un arte que despierta mis sentidos. Luego, el plato principal llega: un filete de ternera perfectamente cocido, acompañado de puré de papas trufado y verduras al vapor.
—Esto es increíble —susurro, saboreando cada bocado mientras nuestros ojos se encuentran, llenos de complicidad _. Todo está delicioso.
_Mi chef personal cocina muy bien.
Para el postre, un tiramisú suave y cremoso se presenta ante nosotros, y no puedo evitar sonreír al probarlo. La conversación fluye, y cada risa, cada mirada, nos acerca más, llenando el aire de promesas no dichas.
_Si sigues jadeando con cada cucharada, no voy a poder esperar más _me advierte Damir, con una mirada de depredador y yo no puedo evitar sonrojarme.
_Es que está muy delicioso _me excuso.
_Estoy seguro que tú debes estar más deliciosa _pasa su pulgar por mi labio inferior y yo sin pensarlo, lo lamo.
_Eres una florecita traviesa.
_Solo contigo.
_¿Sí? _pregunta y yo asiento.
Sin esperar más, me toma de la cintura y me hace sentar a horcajadas sobre él, nos fundimos en un largo beso con sabor a tiramisú y a fuego.
_Te quiero mía, caramelo.
_Yo quiero ser tuya y que tú seas mío.
_Soy tuyo desde que nací.
_¿Seguro?
_Sí.
Mientras la noche avanza, siento que la atmósfera se carga de una intensidad palpable. La conexión entre nosotros es innegable, y puedo ver en sus ojos que este fin de semana será uno que jamás olvidaremos. La anticipación crece mientras nos miramos, sabiendo que lo mejor está por venir.
Por lo que entendí, el siempre estuvo enamorado de ella y no le perdonaba que no llegara virgen al matrimonio... Otro troglodita que no entendió que a veces no importa ser el primero ,sino el último amor de una mujer....