Lissa Rosette una joven doctora del siglo XXI cae en coma después de salvar a una niña de ser atropella por un camión. Sin saberlo queda atrapa en una de las mejores novelas de harén inverso y erotismo escrita por su autora favorita. Ahora Lissa es Eyra una extra que muere cuando el príncipe heredero del reino de Eldoria se aburre de ella, al fijar sus ojos en la dulce protagonista. Pero ahora Lissa siendo Eyra cambiará su destino, se vengara del príncipe que jugo con ella como si fuera un objeto y de la protagonista que no le importo arruinar las vidas de las demás para su lograr sus objetivos. Todo esto antes de que la maldición que posee el cuerpo de Eyra la mate. ¿Lograra Lissa cumplir sus objetivos?
NovelToon tiene autorización de Libi 2 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
La Semana de los Lazos de Valdoria se acercaba con rapidez. En Eldoria, los pasillos del palacio se llenaban de movimiento, listas, telas, aromas y rumores. Era el evento más importante del año: una celebración diplomática donde se renovaban contratos de comercio, tratados de paz y alianzas entre los reinos e imperios del continente. Durante siete días, Eldoria se convertía en el corazón político de Valdoria.
Los preparativos eran meticulosos. La reina Sibylla supervisaba personalmente la decoración de los salones, la selección de los menús, y la distribución de los invitados. Eyra, como parte de su círculo cercano, se encargaba de coordinar los tratamientos de belleza para las damas nobles que asistirían, además de preparar tónicos especiales para los diplomáticos que llegaban agotados por los viajes.
Rosalind, por su parte, se movía entre clases y reuniones, manteniendo su fachada intacta mientras observaba cada movimiento de la corte. Adryel continuaba ganando terreno, participando en las reuniones, proponiendo ideas que agradaban tanto al rey como a los ministros. Su presencia comenzaba a eclipsar la de Alexander, quien prefería pasear por los jardines y salir con Sunna que atender sus deberes.
Y mientras el palacio se agitaba con preparativos, en las afueras de la ciudad, en la elegante mansión del marqués Greenwood, un carruaje se detenía frente a las rejas de entrada.
Los guardias lo reconocieron de inmediato y lo dejaron pasar.
En la entrada principal, una mujer de unos treinta y ocho años, de cabellos negros recogidos con elegancia y ojos ambarinos cálidos, esperaba con una sonrisa en los labios. Al ver descender del carruaje a un joven de cabellera rojiza y ojos del mismo tono que los suyos, su rostro se iluminó.
—¡Oliver! —exclamó, corriendo hacia él.
El joven apenas tuvo tiempo de bajar cuando fue envuelto en un abrazo firme y cálido.
—Te he extrañado tanto, cariño. No vuelvas a irte por tanto tiempo —dijo la marquesa, acariciando su rostro.
—Pensaba quedarme en el reino por una temporada —respondió Oliver con una sonrisa traviesa—. Aunque sabes que mi espíritu es un alma libre.
La marquesa negó con la cabeza, suspirando.
—Oliver, cariño… no puedes seguir así. Tienes que sentar cabeza, conocer a una bella chica, casarte… y darme nietos.
Oliver soltó una carcajada suave.
—Por ahora no pienso casarme, madre. Pero… hay una chica que me tiene a sus pies desde hace tiempo. Aunque no sé si ella siente lo mismo.
La marquesa lo miró con curiosidad y una sonrisa cómplice.
—Quiero conocerla. Y no te desanimes, hijo. Eres guapo, carismático… si te lo propones, esa chica caerá ante ti.
Oliver tomó un dulce de la mesa que los sirvientes habían preparado en el salón. Había té recién servido, pasteles de frutas, galletas de almendra y bocadillos de crema.
—¿Y qué ha pasado en mi ausencia? ¿Alguna novedad interesante?
La marquesa se acomodó en el sillón, pensativa.
—Todo ha estado normal. Aunque entre las damas nobles hay una novedad que no deja de comentarse… la nueva doncella de la reina. Dicen que es un prodigio en botánica y alquimia. Que fue ella quien curó la alergia de la reina y ahora se encarga de sus productos de belleza.
Oliver se detuvo, con el dulce a medio camino de su boca. Una sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿Y cómo se llama esa chica prodigio?
La marquesa tomo una taza de té en sus manos sin prestarle mucha atención al interés que su hijo había mostrado
—Creo que su nombre es Eyra Rosenberg.
Oliver se recostó en el sillón, saboreando el dulce lentamente.
—Lo sabía —murmuró para si mismo, con una sonrisa que decía más de lo que sus palabras podían expresar—. Tenías que ser tu naranjita. Me pregunto qué andarás tramando.
El día había sido largo y agotador para todos en el palacio. Los preparativos para la Semana de los Lazos de Valdoria drenaban la energía de la servidumbre, más aún con lo exigente que era la reina Sibylla. Ya entrada la noche, Eyra se encontraba en su habitación, pensativa. Aunque había estado cerca de la reina durante meses, lo único que había descubierto era su obsesión por ver a Alexander en el trono. Pero Eyra sentía que Sibylla escondía algo más. Algo que no se revelaba en sus gestos ni en sus palabras, pero que se filtraba en sus silencios.
Decidió salir rumbo a los aposentos de la reina. Desde que trató su alergia, Eyra no solo elaboraba sus productos de belleza, sino que también los aplicaba personalmente. Sin embargo, una de las doncellas personales le informó que esa noche Sibylla había pedido no ser molestada.
Eyra regresó a su habitación. Se quitó el traje de doncella, se recogió el cabello y se colocó ropa más cómoda. Encima, una capa con capucha y una máscara que cubría su rostro, dejando ver solo sus ojos violáceos. Salió en silencio, rumbo al área del palacio en donde se encontran los aposentos de la reina, le resultaba algo extraño que la vanidosa Sibylla no se aplicara hoy sus tratamientos de belleza.
No necesitó colarse en los aposentos de la reina. Sibylla salía a hurtadillas, cubierta para no ser reconocida. Eyra la siguió hasta los establos, donde la esperaba un viejo carruaje. La reina subió, y el vehículo partió por el área de empleados. Eyra tomó uno de los caballos y lo siguió a distancia prudente.
Dos horas y media después, el carruaje se detuvo en un claro, cerca del inicio del bosque denso. Allí se alzaban las ruinas de una antigua capilla. Sibylla descendió y entró con paso firme. Dentro, activó un pasaje secreto que conducía a túneles subterráneos. Eyra la siguió con cautela, hasta que las luces de cristales mágicos revelaron un pequeño templo oculto.
Varios hombres y mujeres vestían túnicas oscuras, adornados con anillos, pulseras y collares de símbolos extraños. Sibylla fue escoltada hasta el centro del templo, donde se alzaba una estatua de piedra negra con vetas rojizas brillantes. Representaba a una mujer sentada en un trono de espinas invertidas, con una mano extendida al cielo y otra al suelo. Su expresión era de desprecio absoluto. Los ojos, dos rubíes que brillaban con luz propia. La base estaba rodeada por serpientes talladas que se mordían entre sí.
Sibylla se inclinó ante la estatua mostrando sus respetos. Un hombre mayor, vestido como un alto sacerdote, apareció entre las sombras. Eyra observaba desde lejos, reconociendo que aquello era parecido a un culto. Uno que parecía venerar a la figura de aquella mujer de la estatua. Antes de ser descubierta, Eyra se retiró con cuidado, montó su caballo y partió de regreso al palacio. Sonreía. Aquello podía ser la clave para hacer caer a la reina. Solo debía descubrir qué papel jugaba Sibylla en ese culto.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos.
Más adelante, un grupo de mercenarios rodeaba un pequeño campamento. Eyra bajó del caballo y se acercó sigilosamente. En el centro, un joven pelinegro luchaba con habilidad feroz. Su espada se movía como si conociera el destino de cada enemigo. Uno a uno caían ante él, pero los mercenarios seguían apareciendo como plaga.
Eyra lo observaba con creciente curiosidad. Ese chico tenía algo familiar. Algo que resonaba en su memoria.
Una flecha lo alcanzó en el hombro. El joven giró y lanzó una daga con precisión letal, matando al arquero escondido. Pero estaba rodeado. La sangre corría, y sus movimientos comenzaban a perder fuerza.
Entonces, el aire cambió.
Látigos de agua surgieron de la oscuridad, azotando a los mercenarios con fuerza brutal. Una joven apareció entre las sombras, canalizando magia de agua con elegancia letal. Sus ataques eran precisos, mortales. Se posicionó junto al pelinegro, y ambos comenzaron a luchar espalda con espalda, como si hubieran entrenado juntos toda la vida.
Los mercenarios comenzaron a caer. Pero cinco figuras encapuchadas se alzaron: magos oscuros. Sus manos se alzaron al unísono, conjurando un hechizo devastador. Una esfera de energía negra se formó, dirigida al pelinegro. No había tiempo para esquivar.
Pero justo antes del impacto, varios sellos mágicos de color morado aparecieron frente a él. La barrera absorbió el hechizo y lo devolvió con el doble de fuerza. Los magos fueron lanzados por los aires. Tres murieron al instante. Los otros dos quedaron inconscientes.
El pelinegro y la chica se quedaron paralizados. Miraban a su alrededor, buscando al responsable.
Y entonces lo vieron.
Los mercenarios restantes comenzaron a caer, degollados por una figura que se movía como una sombra. Silenciosa. Letal. Cuando el último cayó, la figura se detuvo.
Eyra emergió de entre las sombras.
Encapuchada. Enmascarada. Solo sus ojos violáceos brillaban bajo la luz de la luna.
El pelinegro levantó su espada, pero al ver sus ojos, la bajó lentamente. La chica también se tensó, pero no atacó.
Eyra los observó en silencio. Luego, sin decir una palabra, desapareció entre los árboles.
Media hora después, Eyra regresaba al palacio. Dejó el caballo en el establo, entró sin ser vista y se dejó caer sobre su cama. Su cuerpo estaba agotado, pero su mente vibraba con lo que había descubierto.
Sonrió de lado, recordando unos ojos verdes que había visto hace años.
—¿Acaso de verdad eras tú, Raven? —susurró para sí misma—. Esta noche me he encontrado con cosas muy interesantes.
Eyra tuvo su final feliz e hizo a dos hombres felices /Shy//Awkward//Awkward//Facepalm//Facepalm/
Me encanto de principio a fin.
Una noche de pasión y lujuria desenfrenada para la parejita y el trío /Awkward//Awkward//Awkward//Awkward//Awkward/ años de abstinencia desbordada 🥵🥵🥵🥵🥵