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EL DRAGÓN OLVIDADO QUE VUELVE A NACER

EL DRAGÓN OLVIDADO QUE VUELVE A NACER

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Viaje En El Tiempo / ABO / Traiciones y engaños / Reencarnación / Fantasía LGBT
Popularitas:2.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Gabitha

El fallecimiento de su padre desencadena que la verdad detrás de su rechazo salga a la luz y con el poder del dragón dentro de él termina con una era, pero siendo traicionado obtiene una nueva oportunidad.
— Los omegas no pueden entrar— dijo el guardia que custodia la puerta.
—No soy cualquier omega, mi nombre es Drayce Nytherion, príncipe de este reino— fueron esas últimas palabras cuando ellos se arrodillaron ante el.

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ATAQUE

Todos inclinaban el rostro ante la llegada del emperador y Drayce a la fiesta. Las lámparas iluminaban el salón con destellos dorados, la música se mezclaba con las risas y el murmullo de los nobles, pero debajo de esa apariencia de calma había miradas cargadas de veneno. Algunos los saludaban con sonrisas ensayadas, otros huían de la aplastante aura que desprendían padre e hijo.

—Pequeño dragón, parece que esa beta no planea despegar sus ojos de ti —dijo Vhagar con voz grave al sentir la mirada asesina de Freya.

—No te preocupes, no hará nada mientras mi padre esté a mi lado —respondió Drayce, aunque por dentro un escalofrío recorrió su espalda. La hostilidad que emanaba de ella lo hizo sentir como si una daga invisible le rozara la piel.

Drayce respiró profundo y decidió moverse por su propia cuenta. Se sentó en el lugar dispuesto para “La bendición”. El salón estaba colmado de nobles, pero en las calles del imperio la gente común celebraba con júbilo.

Entonces, una voz familiar lo sorprendió.

—Veo que no te divierten las fiestas —dijo su abuela, inclinándose cerca de su oído.

El niño la miró con asombro por la acción.

—Es una fiesta… debería estar feliz —susurró, pero sus ojos delataban que algo lo perturbaba.

Ella le acarició el hombro con ternura.

—Tus pensamientos parecen más pesados que tus años.

Drayce dudó un instante, pero la curiosidad lo venció.

—¿Te dolería si preguntara… cómo es que te casaste con el abuelo?

—Pensé que era otra cosa lo que ocupaba tu mente. Pero si quieres saberlo... tu abuelo y yo éramos amigos desde pequeños. Cuando alcanzó la edad que hoy tiene tu padre, tu bisabuelo le ordenó buscar pareja. Pero él era tosco con las damas, poco hábil para encantar. En una de esas citas conoció a un omega… hermoso, dulce… pero no era de nuestra clase. Tu bisabuelo lo prohibió, sin embargo tu abuelo se escapaba para verlo.

Hizo una pausa, bajando la voz.

—Cuando estalló la amenaza de la frontera sur, él y tu bisabuelo partieron a la guerra. El omega, embarazado y creyéndose abandonado, vino a mí. Lo cuidé hasta que dio a luz… pero murió en el parto. Un mes después tu abuelo volvió victorioso. Decidimos fingir un embarazo y presentamos al niño como mío. Ese niño fue tu padre. Él lo sabe, y por eso me otorgó el lugar de madre emperatriz.

Finalizó con unas tiernas palabras.

—No nació de mi vientre, pero lo he criado como a mi hijo.

—Pensé que mi padre era hijo tuyo… —susurró Drayce, con un nudo en la garganta.

Ella lo miró con amor, un amor tan cálido que le hizo arder los ojos. Nadie le había mirado de esa forma en su vida pasada. Y justo en ese instante, la voz de Vhagar interrumpió en su mente como un trueno:

—Parece ser que tendremos compañía. Están rodeando el salón.

El aire se le atascó en los pulmones. Drayce se giró hacia su abuela con urgencia.

—Abuela… ve con padre. El dragón siente energía fuera del salón. ¡Dile que estamos rodeados!

Ella lo miró aterrada, pero no dudó. Caminó con firmeza hacia el emperador. Nadie más parecía darse cuenta; los invitados reían, brindaban, bailaban… ignorantes de la tormenta que estaba a punto de desatarse.

Drayce buscó a Hamir con la mirada. El eunuco apareció jadeante.

—¡Príncipe, los he encontrado! —dijo, pero Drayce no le dio tiempo de explicarse.

—Hamir, escucha. Ve por los guardias a través de los pasadizos, y tráelos de inmediato. Diles que el enemigo rodea el salón.

Hamir palideció. Sus labios temblaron, pero obedeció sin rechistar. Drayce sabía que si fallaban, todos morirían.

El niño llamó después a Christian.

—Corre y dile a los guardias de adentro que se preparen. Y a un sirviente… que busque un mago para encender fuegos artificiales.

El corazón de Christian latía tan rápido que parecía golpearle el pecho, pero asintió.

Poco después, la voz poderosa del emperador retumbó en todo el salón:

—Por favor, un fuerte aplauso para mi hijo Drayce, príncipe omega del reino y bendición del imperio.

El niño avanzó hacia su padre. Cada paso pesaba como plomo, pero su mirada brillaba con decisión. Christian le devolvió una seña rápida, y poco después el cielo afuera se iluminó con destellos. Los supuestos fuegos artificiales ocultaban la llegada de los guardias por los pasadizos.

De pronto, las puertas principales se abrieron de golpe. El estruendo hizo callar la música. Soldados de otro reino entraron con espadas y armaduras ennegrecidas. Sus ojos brillaban con furia.

—¡¿QUIÉNES SON Y QUÉ HACEN AQUÍ?! —rugió el emperador Vladimir, desenvainando su espada.

Un anciano con corona se adelantó, su sonrisa era venenosa.

—Venimos por el niño. Entréguenlo ahora y no habrá necesidad de que todos mueran. Están rodeados.

El silencio pesó como una losa. La tensión hizo temblar hasta las copas de vino.

—¡ESO JAMÁS! —gritó Vladimir, poniéndose delante de su hijo.

—Entonces será tu culpa si todos aquí perecen —respondió el anciano, alzando la mano —. ¡ATAQUEN!

El salón explotó en gritos. El acero chocó contra el acero, las antorchas se apagaban bajo el viento de la batalla. Vladimir blandió su espada con una fuerza imponente, bloqueando el golpe de un general enemigo. El sonido metálico retumbó como un trueno.

Mientras tanto, Drayce cerró los ojos un instante y gritó en su mente:

—¡Hamir, ahora!

Desde los pasadizos secretos, los soldados imperiales descendieron con cuerdas, cayendo sobre los enemigos como sombras. La batalla se tornó caótica. El olor a sangre llenó el aire.

Drayce, llevado por un impulso, se lanzó hacia un grupo de soldados que intentaban rodear a su abuela. El miedo le paralizó un segundo, pero entonces sintió un calor abrasador recorrer sus venas. Era Vhagar.

—Déjame guiar tus pasos, pequeño dragón.

Sus manos se movieron con precisión sobrehumana, esquivando una espada, derribando a un soldado con un golpe que no parecía provenir de un niño. Sus ojos brillaban con una luz escarlata, y un rugido profundo resonó en el fondo de su pecho.

Los enemigos lo miraban con terror. Un aura dragónica lo envolvía.

Un guardia, atónito, murmuró:

—¿Ese… ese niño…?

Antes del amanecer, el campo quedó cubierto de cuerpos. Los soldados que sobrevivieron fueron encadenados y llevados a los calabozos. El eco de la lucha aún vibraba en los muros.

Drayce, jadeante, corrió en busca de su padre. Lo encontró sentado en el trono, con la espada aún goteando sangre, y el falso rey arrodillado y vencido frente a él.

El emperador lo miró con orgullo y rabia contenida. Si no hubiera creído en las advertencias de su hijo, todos habrían muerto.

Drayce tembló, no solo por el cansancio, sino porque sabía algo: esa apenas había sido la primera prueba.

Había acabado cansado que cuando su padre le miro, las fuerzas le abandonaron y se desmayo.

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Priscy Agudelo
me encanta tu novela, cada capítulo me llena de intriga y no puedo parar de leer. 👏👏👏felicitaciones.
Gaby Rodriguez: Gracias por tus palabras y me alegra que te esté gustando 🤭☺️
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Limaesfra🍾🥂🌟
🐲🐉
Gaby Rodriguez: Me alegra que te esté gustando🥰
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Adeilis
Más capítulo por favor
Adeilis
La historia es muy interesante, me gusta mucho
Gaby Rodriguez: Me alegra que te guste y gracias por darle una oportunidad 🤗😘
total 1 replies
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