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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:983
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 20

Esa noche, Ariana se tiró en su cama, pero el sueño nunca llegó. El ramo de flores de Jhonar seguía en la mesa, intacto, pero ella ni lo miraba. Su mente estaba en otro lado, justo al frente de su puerta.

Se volteaba una y otra vez, suspirando con frustración.

—¿Cómo demonios terminó viviendo ahí? ¿Desde cuándo? —susurraba en la oscuridad.

Cada sonido en el pasillo, cada pisada, cada sombra, le recordaba que justo al frente estaba él. Ethan Moretti. El mismo que decía ser su enemigo, el mismo que la había protegido, el mismo que acababa de confundir su mundo entero.

Se llevó una mano al pecho, intentando calmar la tormenta de su corazón.

—Esto es una locura… —dijo en voz baja, apretando los ojos. Pero ni aun así pudo dormir.

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Al día siguiente

Ariana salió de su apartamento temprano, con el cabello suelto y su uniforme impecable, aunque debajo de esa apariencia perfecta escondía las ojeras de una noche en vela. Cerró la puerta con suavidad y al girar, el destino la golpeó de frente.

La puerta de enfrente también se abrió.

Ethan salió, con el mismo porte dominante de siempre, camisa oscura remangada y una chaqueta colgando de un hombro. Su mirada se cruzó con la de Ariana y por un segundo el pasillo se volvió demasiado estrecho para ambos.

Ella tragó saliva, intentando sostenerle la mirada con orgullo.

—Así que… ¿vecinos? —soltó con tono sarcástico, como si quisiera restarle importancia.

Ethan arqueó una ceja, inclinando apenas la cabeza, y respondió con voz grave:

—Vecinos, enemigos, aliados forzados… llámalo como quieras, pero al final siempre termino estando demasiado cerca de ti.

El corazón de Ariana dio un vuelco, pero no se permitió mostrarlo.

—Pues no te acostumbres, Moretti. No pienso soportar tus juegos.

Ethan dio un paso hacia ella, tan cerca que el aire se cargó de electricidad.

—¿Juegos? —repitió con una media sonrisa peligrosa—. Créeme, Ariana… si yo jugara contigo, no estarías aquí para discutirlo.

Ella lo sostuvo con la mirada, sus labios temblando de rabia contenida, pero en el fondo había algo más, algo que no podía admitir ni a sí misma.

Finalmente, Ethan se apartó con calma y caminó hacia el ascensor, dejando atrás esa tensión ardiente.

—Nos vemos en la escuela, vecina —dijo sin girarse, pero con esa voz que la desarmaba sin pedir permiso.

Ariana apretó los puños, respirando con dificultad.

—Maldito… —susurró entre dientes, mientras lo veía alejarse.

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El silencio aún pesaba en el salón después del cruce de palabras entre Ariana y Jhonar. Camila y Valentina apenas se movían, como si no quisieran interrumpir aquella tensión que podía estallar en cualquier segundo.

Pero Jhonar, en lugar de seguir discutiendo, cambió de tono de repente. Se inclinó un poco hacia Ariana y dijo con una media sonrisa:

—Bueno… dejando eso de lado. Este sábado hay una fiesta en la mansion q orillas del mar. Y claro, tú estás invitada, Ariana… junto con tus amigas.

Camila abrió los ojos como platos y de inmediato soltó un gritito emocionado.

—¡¿Fiesta?! ¡Obvio que vamos! —dijo, girándose a Valentina, que ya sonreía de oreja a oreja.

Valentina asintió con entusiasmo, mirando a Ariana.

—Sí, Ari, vamos a necesitar esto. ¡Un poco de diversión no nos vendría mal!

Ariana parpadeó, confundida por el repentino cambio de tema de Jhonar. Sabía que él no daba puntada sin hilo; si la estaba invitando, tenía un motivo detrás.

—No sé si tenga tiempo… —respondió con frialdad, aunque Camila le dio un codazo en el brazo.

—¡Vamos, Ari! No seas aguafiestas —insistió su amiga con una sonrisa traviesa—. Además, podría ser divertido.

Ethan, desde su asiento al fondo, escuchó cada palabra. No levantó la vista de su cuaderno, pero la fuerza con la que apretaba el bolígrafo delataba su rabia contenida. Una fiesta. Con Jhonar. Y Ariana parecía al menos considerarlo.

Jhonar, notando el gesto tenso de Ethan aunque intentaba disimularlo, sonrió con aún más satisfacción. Se enderezó y agregó en voz más alta, asegurándose de que todos lo escucharan:

—Perfecto. Entonces las espero el sábado. Será una noche inolvidable.

Camila y Valentina intercambiaron miradas cómplices, casi saltando de la emoción. Ariana, en cambio, se quedó en silencio, con la mirada fija en el escritorio.

Y Ethan… aunque no levantó la vista, una tormenta se acumulaba tras esos ojos oscuros.

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El timbre sonó y los estudiantes comenzaron a dispersarse a sus asientos. Ariana sacaba sus cosas en silencio cuando Jhonar se acercó de nuevo, bloqueándole el paso con una expresión seria.

—Ariana —dijo en voz baja, pero lo suficiente para que Camila y Valentina lo escucharan de fondo—. No faltes el sábado. Tengo algo importante que decirte… algo que solo podrás saber esa noche.

Ariana lo miró con el ceño fruncido, incómoda por la forma en que insistía.

—¿Qué es eso tan importante que no puedes decir ahora?

Jhonar sonrió con misterio, inclinándose un poco hacia ella.

—El sábado lo sabrás. Pero te advierto… puede cambiar muchas cosas.

Valentina se cruzó de brazos, dándole una mirada desconfiada a Jhonar.

—más te vale que no sea una de tus típicas jugadas, porque no lo voy a tolerar.

Jhonar se encogió de hombros, con esa sonrisa autosuficiente que tanto lo caracterizaba.

—Confíen en mí. Será una noche que nadie olvidará.

Ariana lo observó con desconfianza, pero no respondió. Había algo en su tono que le erizó la piel, algo que no era simple insistencia… sino una advertencia velada.

Las clases avanzaban lentamente, pero para Ariana parecían eternas. Cada vez que levantaba la vista, sentía la mirada de Ethan clavada en su nuca, aunque cuando giraba apenas encontraba sus ojos fríos y aparentemente distraídos en el cuaderno. Esa indiferencia fingida era casi peor que un enfrentamiento directo.

Finalmente sonó el timbre del final de la jornada. Camila y Valentina se lanzaron sobre Ariana en cuanto guardó sus cosas en la mochila.

—¡Ari, vamos de compras! —exclamó Camila, tomándola del brazo como si no hubiera opción.

—Sí, necesitamos ropa para el sábado. No podemos ir con lo primero que encontremos en el clóset —agregó Valentina con una sonrisa cómplice.

Ariana arqueó una ceja, suspirando con cansancio.

—¿En serio? Apenas si quiero ir a esa fiesta, ¿y ustedes ya planean gastar dinero en ropa?

Camila la miró con fingida indignación.

—¡Apenas si quieres ir! No, querida, tú vas a ir. Y vas a ir divina. No voy a permitir que llegues con esa carita de ‘me obligaron’.

Valentina asintió de inmediato.

—Exacto. Además, no sabemos qué va a pasar allí… y es mejor estar preparada.

Ariana bajó la mirada, pensativa. La palabra “preparada” tenía un doble filo para ella. ¿De qué exactamente debía estar preparada? ¿De Jhonar? ¿De Ethan? ¿De la guerra silenciosa que parecía seguirla a todos lados?

Camila agitó su brazo con insistencia.

—Anda, Ari, di que sí. No seas tan terca.

—Además, podríamos aprovechar y tomar un café. Hace mucho no pasamos un rato de chicas —añadió Valentina con dulzura.

Ariana soltó un suspiro resignado.

—Está bien… pero no pienso gastar demasiado.

Camila sonrió victoriosa.

—Con que digas que sí, ya ganamos.

Mientras caminaban hacia la salida, Ariana sintió un escalofrío en la espalda. Instintivamente giró la cabeza y allí estaba Ethan, de pie junto a la ventana del salón, con las manos en los bolsillos. Sus ojos oscuros seguían cada movimiento, en silencio, como una sombra imposible de sacudirse.

Ariana apretó los labios y volvió la vista al frente, intentando convencerse de que no le importaba. Pero en el fondo… la tensión la estaba consumiendo.

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En el centro comercial...

El eco de las voces y risas se mezclaba con la música que sonaba en los altavoces del centro comercial. Ariana caminaba entre Camila y Valentina, todavía con la mente enredada en lo que había dicho Jhonar.

—¡Vamos, Ari! —dijo Camila entusiasmada mientras entraban a una tienda de ropa—. Este sábado no puedes aparecer con esos jeans y esa chaqueta de siempre. Necesitas algo que diga boom.

Valentina rió y agregó con picardía:

—Traducción: algo que haga que Jhonar se quede sin palabras… o mejor dicho, que le cierre la boca de una vez.

—¿Por qué todo lo tienen que relacionar con él? —se quejó Ariana, cruzándose de brazos.

—Porque él mismo no para de rodearte como mosca —contestó Valentina con sinceridad. Luego le guiñó un ojo—. Y porque sabemos que te gusta llamar la atención… aunque lo niegues.

Camila sacó un vestido negro corto del perchero y se lo puso frente a Ariana.

—Mira esto, Ari. Sexy, elegante, pero con carácter. Perfecto para ti.

—No pienso ponerme eso —replicó Ariana de inmediato, quitando el vestido de su vista.

—Entonces, ¿qué tal este? —Camila mostró uno rojo, con tirantes finos y un corte atrevido en la pierna.

Valentina aplaudió.

—¡Ese sí que grita Ariana Moretti! O mejor dicho, Ariana “peligro andante”.

Ariana puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonrojarse.

—Están locas…

Mientras tanto, Camila y Valentina seguían sacando prendas y arrojándolas sobre sus brazos hasta que quedó con una pila que casi no podía sostener.

—¡Al probador, ya! —ordenó Camila con tono mandón.

Dentro del vestidor, Ariana se miró al espejo con fastidio… hasta que se probó el vestido rojo. El reflejo le devolvió una imagen distinta: fuerte, decidida, con un magnetismo que incluso a ella le incomodaba.

—Vaya… —murmuró.

Cuando salió, Valentina silbó en broma.

—Si llegas así el sábado, ni Jhonar ni nadie va a poder decirte nada. Hasta Ethan…

Se interrumpió al notar cómo el nombre lo cambió todo en el rostro de Ariana: de inmediato bajó la mirada y volvió al probador, sin dar explicaciones.

Camila y Valentina se cruzaron miradas en silencio, sabiendo que había más de lo que Ariana les contaba.

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Camila y Valentina, emocionadas, llenaron más bolsas de ropa y zapatos de lo que Ariana había planeado comprar en un mes.

—¿Y si te llevas este conjunto también? —preguntó Valentina, levantando un top brillante.

—Ni loca —contestó Ariana, negando con la cabeza.

—Claro, porque en el fondo quieres que cierto alguien se quede con la intriga —insistió Camila, dándole un codazo.

—Ya dejen de inventar cosas —bufó Ariana, aunque su ceño fruncido no convencía a ninguna de las dos.

Mientras caminaban hacia la sección de accesorios, Valentina se detuvo en seco frente a un maniquí con un collar plateado.

—¡Míralo, Ari! —exclamó, poniéndoselo en el cuello a su amiga—. Con ese vestido rojo y este collar, nadie te quitará los ojos de encima.

Ariana se observó en el espejo de la tienda. Por un instante, se vio distinta… como otra versión de sí misma, más segura, más peligrosa. Pero enseguida apartó la mirada, incómoda con lo que esa imagen despertaba.

—Creo que no necesito llamar tanto la atención… —susurró.

—Por favor, Ariana —replicó Camila con una sonrisa cómplice—. Tú ya llamas la atención sin intentarlo. Con esto solo vas a hacerlo oficial.

Las tres rieron mientras seguían comprando, pero Ariana no podía apartar de su cabeza las palabras de Jhonar: “No faltes, tengo algo importante que decirte.”

En el fondo, algo en su pecho le decía que esa fiesta no sería solo una fiesta. Y, aunque intentaba ocultarlo, también pensaba en Ethan… ¿qué haría él si la veía con ese vestido? ¿Le daría igual? ¿O la miraría con esos ojos fríos que fingían no sentir nada?

Camila interrumpió sus pensamientos al sostener dos pares de tacones frente a ella.

—Negros o plateados, ¿cuáles?

—Ninguno, porque no pienso ir con vestido —contestó Ariana, aunque sabía que estaba mintiendo.

—Negros —dijo Valentina sin esperar más—. Son más de tu estilo: elegantes pero listos para patear a cualquiera si se pasa de la raya.

Ariana no pudo evitar sonreír.

—Está bien, negros… pero ustedes cargan las bolsas.

Las tres salieron de la tienda riendo, cargadas de bolsas, pero en el fondo Ariana llevaba un peso distinto: la sensación de que el sábado marcaría un antes y un después.

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Llegó la noche del sábado.

La mansión estaba iluminada como si la luna misma hubiese decidido descansar allí. Música alta, copas en mano y risas que se confundían con el murmullo lejano del mar. Ariana bajó del auto con sus amigas, impecable en un vestido rojo que parecía hecho a su medida. Camila y Valentina la aplaudieron apenas la vieron terminada de arreglarse.

—Si Jhonar no se rinde después de esto, es que está ciego —bromeó Camila.

—O es imbécil —añadió Valentina, riendo.

Ariana sonrió con un aire discreto, aunque por dentro sentía un nudo en el estómago.

La fiesta transcurrió entre saludos, miradas curiosas y música envolvente. Ariana bailó un rato con sus amigas, pero Jhonar pronto apareció, elegante, confiado, como si el lugar fuera suyo. La tomó de la mano y la apartó de todos hacia una terraza iluminada por luces tenues.

—Sabía que vendrías —dijo él, mirándola fijo.

—¿Qué era eso tan importante que tenías que decirme? —preguntó Ariana, alzando una ceja.

Jhonar sonrió, pero no fue la sonrisa dulce que solía mostrar. Fue una mueca cargada de soberbia.

—La verdad… nunca me gustaste, Ariana. ¿De verdad creíste que eras especial? —soltó con frialdad—. Para mí, tú solo eras un juego, una distracción de una noche.

El golpe no fue físico, pero Ariana lo sintió como un puñal directo al pecho. Se quedó inmóvil, procesando sus palabras. No lloró, no gritó, no se quebró frente a él. Solo lo miró con un silencio gélido, sus labios apretados, y luego giró sobre sus tacones para alejarse.

Jhonar la observó marcharse, riéndose para sí. Dentro de la casa, frente a un grupo de chicos, comenzó a burlarse en voz alta:

—¿Vieron su cara? ¡De verdad creyó que me interesaba! Qué ingenua… las de su tipo solo sirven para pasar el rato.

Camila y Valentina, al escucharlo, quedaron en shock, incapaces de creer lo que oían.

Mientras tanto, Ariana salió por la puerta principal. Afuera, la lluvia caía con fuerza, mojándola de inmediato. Caminó hasta el balcón que daba directo al mar. Las olas chocaban contra las rocas y, por primera vez en mucho tiempo, dejó caer las lágrimas. La lluvia ocultaba su llanto, pero su corazón ardía en silencio.

Dentro de la casa, Ethan, que había llegado acompañado de un par de conocidos de su círculo, caminaba entre la multitud cuando, por casualidad, chocó hombro con hombro con Jhonar.

—¿Estás ciego o qué? —espetó Jhonar con fastidio. Luego lo reconoció y sonrió con veneno—. Ah, eres tú… ¿vienes a consolar a la princesita? Ya la hice pedazos, ¿sabes? Esa chica no es nada, y tú, con tu cara de hielo, tampoco vas a salvarla. Solo fue un capricho mío… y cayó como una tonta.

Ethan guardó silencio, su mandíbula marcada por la tensión. El simple hecho de escuchar cómo hablaba de Ariana lo estaba consumiendo por dentro.

—¿Qué? ¿No vas a decir nada? —provocó Jhonar, dándole un empujón—. Al final ella y tú son lo mismo: pura fachada.

Eso fue suficiente. En un instante, Ethan lo sujetó del cuello de la camisa y lo estampó contra la pared. Su mirada era fuego puro, contenida por años de oscuridad. El primer golpe fue seco, directo al rostro. El segundo, al estómago. Luego vino una ráfaga que hizo que Jhonar apenas pudiera respirar.

El silencio se apoderó del lugar; los que estaban cerca no se atrevieron a intervenir.

Ethan lo dejó caer al suelo, sangrando, pero con vida. Se inclinó apenas, lo suficiente para que solo Jhonar escuchara su voz fría como el acero:

—Aprende esto: no vuelvas a pronunciar su nombre… o te entierro yo mismo.

Se incorporó, ajustó su chaqueta como si nada hubiese pasado, y con la calma de un depredador que ya había marcado territorio, salió de la casa en dirección al balcón.

La lluvia lo recibió con un golpe helado. Caminó hasta verla, allí, de espaldas, con el vestido pegado a su piel mojada y los hombros temblando por el llanto.

Ethan se quedó a unos pasos, en silencio, observándola. El mar rugía, la tormenta caía, y por primera vez no supo si debía acercarse… o dejarla romperse sola.

---

Continuará...

1
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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