Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 22
Maggie estrechó la mano de su pequeño y lo atrajo hacia ella para abrazarlo.
—Eres mi vida. Te amo con todo mi corazón —le susurró al pequeño y recibió un beso en la mejilla como respuesta.
—Yo te amo a ti. Eres mi mami mía. —le dijo el pequeño rozando su nariz con la de su mami. Pero para su pequeño corazón ella era su única madre. Aunque él sabía que su verdadera madre estaba de viaje y que pronto iba a volver. El pequeño siempre le pedía a Dios que esa señora siguiera de viaje por siempre y que fuera muy feliz por allá.
Santiago Jr. los abrazó a los dos y no perdió tiempo de besar la mejilla de Maggie.
—Papá, no. —le dijo el pequeño y pasó su mano por el lugar donde Santiago Jr. había besado a su esposa y miró a Santiago Jr. con el ceño fruncido. Dejando claro que no estaba dispuesto a compartir a su titi.
Santiago Jr. Soltó una pequeña risa y despeinó un poco a su pequeño.
—David. Ella es tu mami, pero es mi esposa. También puedo besarla y abrazarla. Pero solo nosotros. Nadie más. ¿Verdad, amor? —le preguntó a Maggie y el pequeño Dereck giró su cabeza hacia su mami para mirarla fijamente para esperar la respuesta.
Maggie no pudo evitar sonreír ante la mirada inquisitiva de los dos.
Ella entrecerró los ojos y miró a Santiago Jr.
—Ya está bien de besos. Ahora ve a jugar Dereck que tengo que hablar con tu padre.
Dereck asintió, regresó a su habitación y se acostó en la cama para ver las estrellas y las figuras que estaban en el techo. Él cerró sus ojitos y le suplicó a Dios que alargara el viaje de la señora porque se sentía muy feliz como estaba ahora.
Maggie agradeció ver a su pequeño acostarse. Era evidente que el cansancio estaba haciendo estragos en el pequeño y que se quedaría dormido de un momento a otro, pero Santiago Jr. tenía otros planes.
—Dereck. Vamos a ducharte para que estrenes una pijama.
El pequeño recordó ese detalle y se levantó corriendo hacia las bolsas con las compras y sacó una de las pijamas nuevas. Mientras tanto, Santiago Jr. entró al baño y comenzó a climatizar el agua para su pequeño.
Maggie se sorprendió al ver a Santiago Jr. abrir el closet del cuarto y sacar una toalla nueva. Definitivamente, este hombre había pensado en todo para consentir a su pequeño. El corazón de Maggie se estremeció. Ella no podía creer que este hombre frente a ella fuera el mismo "mujeriego cornudo" que le pidió el divorcio varios meses atrás.
Santiago Jr. Sintió la mirada penetrante de su esposa y la miró fijamente.
—¿También quieres tu pijama? Escoge una abrigada. En nuestra habitación hace mucho frío.
Maggie parpadeó varias veces, para tratar de procesar las palabras de su esposo, e inmediatamente soltó una carcajada y negó con la cabeza.
Santiago Jr. Ignoró la ironía de su esposa y acompañó a su hijo al baño.
Maggie se acercó a ellos y se sorprendió al ver a Santiago Jr. explicarle a su pequeño koala cómo debe asear su parte íntima. Maggie se sintió avergonzada. En realidad, ella aseaba al niño. Lo creía muy pequeño para hacerlo solo, pero ahí estaba Santiago Jr. de pie junto al pequeño y le explicaba paso a paso como hacerlo y el pequeño estaba atento a las instrucciones de su padre
Maggie se enterneció con la escena ante sus ojos y Santiago Jr. la miró de reojo y le susurró.
—Esto es cosa de hombres.
Maggie no pudo evitar reír al ver al pequeño lavar su cabello y mostrarle una sonrisa de emoción.
Minutos después, el pequeño estaba acostado y su padre se sentó a su lado.
—Ahora si, campeón. Vamos a dormir.
El pequeño Dereck vio a su madre con una mirada de súplica y Maggie no pudo evitar reír.
Hasta ahí le había llegado la papitis al pequeño. Él quería dormir con su titi.
Santiago Jr. siguió la mirada del pequeño y dio con el destino.
—¡Ja, ja, ja! No, no y no. Ningún Santibáñez duerme en las faldas de la mamá. ¿Qué pasó, campeón? Vas a manejar un imperio, nada de mami, mami.
El pequeño Dereck soltó una pequeña risa y se cubrió la cabeza apenado.
Santiago Jr. lo descubrió y le despeinó un poco el cabello.
—Niño mimado. Bueno solo por hoy. Dejaré que tu mamá te duerma. Pero rápido que yo también la necesito para dormir. —le dijo Santiago Jr. y Maggie no dudo en acercarse y golpearle levemente la cabeza.
Santiago Jr. Le sonrió y salió de la habitación.
—Sí, mejor vete. —le susurró Maggie.
—Te espero en nuestra habitación. Yo también quiero cariño.
Maggie sintió un vacío en su estómago. Al parecer, ella, en vez de salir del problema, se estaba hundiendo más.
Santiago Jr. caminó hacia el bar y se sirvió un trago. Tal vez no debía tomar con su familia en la casa, pero tenía un torbellino de pensamientos y preguntas que lo agobiaban.
Algunos minutos después Maggie salió de la habitación. Ella había visto un hermoso balcón y pensaba aprovechar para tomar un poco de aire. Cuando una voz la detuvo.
—Ahora sí. Querida esposa. Vamos a hablar tú y yo. Llegó la hora de la verdad. Nos tienes a todos locos. Necesitamos saber, ¿qué demonios está pasando? —le preguntó Santiago Jr. sentado en el sillón principal de la sala.
Maggie sintió un vacío en su corazón. Ella tomó una gran bocanada de aire para después dejarla escapar poco a poco.
—Está bien. Esposo mío. Pero primero, bríndame un trago.