**Saga Vannecelli**
Sandra es una joven encantadora y divertida, apasionada por las carreras ilegales de motocicletas. Es hija adoptiva de Santiago Vannecelli, sublíder de la mafia italiana, y de la empresaria María Romero. Desde los 15 años, Sandra se enamoró de su primo Thyler Vannecelli, y juntos hicieron una promesa: informar a su familia sobre su relación cuando ella cumpriera 17 años. Sin embargo, el gran día llegó y nada salió como esperaban. A partir de ese momento, la vida de Sandra se convierte en un caos, repleto de traiciones, lujuria, odio y amor.
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Capítulo 22 Ella lo provocó.
Sandra Vannecelli
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-Desde que inicié una relación con Renzo, me he sentido muy bien. Es un chico atento que siempre está pendiente de mí; me espera a la salida de la escuela con pequeños regalos y siempre trae una rosa azul que me recuerda que soy su pitufina. Desde que estamos juntos, él me ha dado mi espacio, lo cual aprecio mucho. No es fácil para mí mantener esta relación, ya que tengo la inquietud de que en cualquier momento podría aparecer Thyler. Siento miedo por cómo podría reaccionar él al enterarse de mi relación con Renzo. Intento no pensar demasiado en esto, aunque a veces me resulta complicado. Al descender por la escalera, observo a Renzo vestido como un conde; realmente se ve impresionante, aunque su porte es más bien el de un príncipe. Él me asiste en el descenso y puedo notar cómo sus ojos brillan al decirme lo hermosa que me veo. Yo también aprovecho para elogiarlo. Al llegar a la fiesta, mostramos nuestras invitaciones y noto su expresión de sorpresa. Me pregunta acerca del tema de la seguridad, a lo que respondo que es consecuencia de los incidentes ocurridos en su fiesta anual. Ustedes cuatro habían mezclado bebidas alcohólicas con los jugos y habían intoxicado a los profesores. La situación se tornó caótica al iniciarse una riña en la fiesta, lo que llevó a la intervención de la policía y los paramédicos, ya que varios profesores presentaron complicaciones de salud. Como consecuencia, en los años siguientes se adoptaron medidas de precaución más estrictas. Imagino que lo recuerda, ya que al mencionar el asunto, su expresión se ilumina con una sonrisa maliciosa, insinuando que le agrada el resultado de lo sucedido. Lo tomé de la mano y caminé hacia la mesa donde estaban Brayan y Fernando. Los presenté, aunque ellos ya se conocían. En ese momento, llegó la intensa de Carla. Aunque me sonrió, se comportó como una amiga, a pesar de que sé que ha esparcido rumores sobre mí, aunque nunca me ha importado. Me pidió que la presentara, así que lo hice de mala gana. Noté cómo ella le sonreía de manera provocativa mientras se estrechaban las manos; solo pude suspirar con pesadez. Renzo retira su mano con cierta molestia, mientras ella continúa mirándolo. Él la ignora y se acerca a mí, diciéndome- ¿Te gustaría bailar, mi princesa?
-Con una sonrisa, le respondo- Por supuesto, querido caballero.
-Él me toma de la mano y comenzamos a bailar. Me sorprende lo bien que interpreta estas canciones, ya que yo pasé una semana practicando con esta música. Él baila con mucha destreza y a medida que bailamos varias canciones, siento como si estuviéramos en otra época. Me siento muy feliz. Al finalizar una de las canciones, Brayan se acerca y solicita bailar conmigo. Renzo, por su parte, accede y se aleja hacia la mesa donde se encuentran los jugos. Mientras tanto, sigo disfrutando del baile con Brayan, quien me mira con curiosidad y me pregunta- Sandra, ¿tú y Renzo tienen algo?
- Quedé sorprendida ante su pregunta y le comenté- ¿Acaso somos tan obvios? ¿Por qué lo preguntas?
- ¿Entonces sí? -me respondió.-
- Suspiré y le respondí en voz baja- Sí, somos novios, pero por favor, no le cuentes a nadie. Debe ser un secreto.
- Él sonrió y me dijo- Qué traviesa, pero no te preocupes, tu secreto quedará seguro entre nosotros tres.
- Arqueé una ceja y le pregunté con curiosidad- ¿Entre los tres?
-Él me sonríe y me dice- Sí, los tres. No creas que no le voy a decir a Fernando.
-En ese momento, me suelta la mano y se dirige hacia él. Yo lo sigo para evitar que le cuente. Al notar que Carla se aproxima a Renzo, comienzo a observar una conversación entre ellos. Ella le toma la mano, pero él, visiblemente molesto, retira su mano. Camino hacia ellos y, al ver la situación, ella se aleja con cierta incomodidad. Le pregunto- ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
-Él me respondió- Debes ser selectivo con las personas que te rodean; esa chica habla mal de ti.
-Ya me había cansado de su comportamiento, y debí haber tomado medidas hace tiempo, pero lo haré hoy mismo. Cuando la vi entrar al baño, sonreí y le dije a Renzo que iba al baño. Al llegar, noté que ella se estaba retocando. Aseguré la puerta y me di cuenta de que solo estábamos las dos. Ella me miró con una sonrisa hipócrita y me dijo- Hola, he sabido que él es tu primo. ¿Podrías ayudarme a conquistarle? A pesar de que tiene un carácter algo fuerte, me atrae. Tal vez podríamos formar una familia en el futuro, ¿no crees, amiga?
-Yo camino hacia ella con una sonrisa, la tomo del cabello y la golpeo contra el lavamanos varias veces. Le digo- Eres una zorra hipócrita. Sé que has hablado mal de mí, has inventado que tengo un poliamor con los hermanos degli, y ahora hablas mal de mí a mi novio. Más de eso, ahora quieres enredarte con él. Eres una perra, te enseñaré a no ser una boca sucia.
-Le propiné un puñetazo en la cara, y ella cayó al suelo, inconsciente. La arrastré hasta uno de los inodoros, sintiendo incomodidad por su vestido. Colocando su cabeza en el agua, la observé patalear. La saqué del agua y le advertí- Si vuelves a hablar mal de mí o comentas lo que sucedió, te prometo que te haré sufrir.
-Volví a sumergir su cabeza en el inodoro durante varios minutos. Cuando finalmente la saqué, ella comenzó a toser. Me alejé para lavarme las manos y, al salir, ella me dijo- Maldita loca, te juro que esto no quedará así. Voy a denunciarte, te haré refundir en la cárcel.
-Intenta tomarme del cabello, pero yo le doy un puñetazo en la cara. Ella cae al suelo y se arrastra hacia la puerta para salir del baño. Yo la tomo del cabello, la golpeo contra el suelo y le digo- Qué bruta eres, siempre supe que no tenías cerebro. Ahora debo callarte para siempre.
-Comienzo a golpear el suelo varias veces, luego la volteo para que quede frente a mí y le propino dos puñetazos en la cara. Agarro su cabeza y la tuerzo. Noto que algunas gotas de sangre caen sobre mi vestido, lo cual me irrita. La arrastro hacia el último baño y la dejo sentada en el inodoro. Me observo en el espejo y me lavo las manos, que están cubiertas de sangre. Con cuidado, limpio mi vestido y salgo del baño para dirigirme hacia Renzo. -