Cuando el Odio Encuentra la Nostalgia

Arlen arrojó un documento envuelto en una carpeta roja sobre la cama.

"Firma ese acuerdo", le dijo fríamente a Kalila, que aún llevaba el kebaya de su boda, que acababa de terminar hacía una hora.

"¿Qué acuerdo es este?", preguntó Kalila, confundida y sin entender.

"No finjas que no entiendes nada, Lila", dijo Arlen. Miró fijamente a la mujer que acababa de convertirse en su esposa mediante un matrimonio arreglado. "¿Crees que no sé que aceptaste este matrimonio por dinero?"

Kalila guardó silencio.

Por su expresión, estaba claro que quería explicar algo, pero en ese momento la alta tensión de la emoción de Arlen no le permitía explicar nada.

"En realidad sabes que amo mucho a Miranda. Pero por dinero, eres capaz de impedir que obtenga la bendición de mamá para Miranda. Así que no me culpes si, a partir de ahora, para mí ya no eres mi amiga".

Arlen sabía que lo que había dicho era bastante cruel, pero recordando cómo Kalila no había rechazado el matrimonio arreglado por sus padres, aunque Arlen le había suplicado que lo rechazara, hizo que la compasión se congelara en su corazón.

Antes, nunca le habría dicho cosas malas a Kalila, para él Kalila era su amiga más sincera, alguien en quien podía desahogarse, incluso sobre Miranda. Por eso estaba tan decepcionado con Kalila. El dinero lo había cambiado todo.

Había cambiado a su Kalila.

"Está bien", dijo Kalila finalmente. "Entonces, ¿qué acuerdo debo firmar?"

"Este matrimonio solo durará un año a partir de hoy. Tú y yo no podemos entrometernos en asuntos personales, incluido que no puedes impedir que siga teniendo una relación con Miranda. Y solo pareceremos armoniosos delante de mi mamá".

"Bien. ¿Algo más?", preguntó Kalila. Parecía fuerte.

Arlen sacó una tarjeta de débito de su billetera y la arrojó sobre la cama, justo encima de la carpeta de documentos. "Puedes usar ese dinero para satisfacer tus necesidades materialistas durante este matrimonio. Pero recuerda, mantén la boca cerrada sobre mi relación con Miranda delante de mamá".

Se notó que la comisura de los labios de Kalila se movía formando una sonrisa irónica que Arlen ignoró. Sus ojos se movieron para ver la carpeta y la tarjeta de débito que estaban sobre la cama llena de pétalos de rosa blanca.

Kalila solo tosió, luego firmó el acuerdo sin leer su contenido. Luego tomó la tarjeta de débito que Arlen había arrojado antes.

Arlen sonrió con cinismo al verla.

"Bien, a partir de ahora, no te acerques a mí si estamos solos. ¿Entiendes?"

Kalila asintió. "Siendo así, también tengo una condición".

Arlen levantó una ceja, "¿Estás proponiendo una condición?"

"Sí", respondió Kalila levantando la barbilla.

"Bien, ¿qué?", dijo Arlen con su tono frío.

"No puedes prohibirme acercarme a otras personas y seguir permitiéndome hacer mi trabajo".

Arlen resopló. Sus ojos miraron con cinismo a Kalila. "Me da igual. No me importa lo que quieras hacer. Lo importante es que no interrumpas mi relación con Miranda".

"Una cosa más", respondió Mala. "Pase lo que pase, no puedes tocarme".

"Cih, no te creas demasiado. Ahora solo eres una extraña que odio".

Sus ojos captaron cómo Kalila apretaba la tela que llevaba como parte inferior de su kebaya.

Arlen luego dejó a Kalila así sin más, dejando a la mujer a la que acababa de prometer hacer feliz. El documento que Kalila ya había firmado también se lo llevó con él.

Sus pies caminaron rápidamente por el pasillo del hotel que era el lugar donde él y Kalila deberían disfrutar de su noche de bodas.

* * *

Una hora después, Arlen acababa de llegar al apartamento de alguien que lo estaba esperando. La mujer extendió sus brazos para recibir a Arlen y lo abrazó con fuerza. El pijama de satén algo delgado hizo que Arlen se sintiera un poco incómodo.

"¿Por qué te vistes así?", preguntó Arlen con un tono cansado. Soltó el abrazo de Miranda suavemente.

"Oh, no he tenido tiempo de cambiarme de ropa, me acabo de despertar. Ayer estuve filmando hasta las 2 de la mañana. Llegué aquí a las cinco", explicó Miranda con su tono de voz siempre mimado delante de Arlen.

"¿Puedes cambiarte de ropa primero?"

"Vale, espera un momento", Miranda se levantó y entró en su habitación. Mientras tanto, Arlen se dejó caer en el sofá. Sus dedos masajearon el puente de su nariz. Su cabeza se sentía aturdida con todos los acontecimientos de hoy. La ceremonia y la recepción de la boda que nunca había deseado. Sobre todo, la novia de esa boda era Kalila, la amiga en la que siempre podía confiar.

"¿Entonces, qué? ¿Lila quiso firmar el acuerdo y aceptar la tarjeta de débito que le diste?", Miranda regresó con su ropa más normal. Su cabello grueso estaba suelto enmarcando su hermoso rostro.

Miranda se sentó justo al lado de Arlen, sus dedos delgados con uñas brillantes masajearon suavemente el hombro de Arlen, un masaje que le daba una sensación peligrosa a Arlen. En cualquier caso, Arlen es un hombre normal que adopta el principio de no tener sexo antes del matrimonio. Así que, por la seguridad de su principio, eligió quitar las manos de Miranda de su cuerpo y eligió tomar la mano de su amada.

"Tienes razón, resulta que durante todo este tiempo Kalila solo fingió ser piadosa solo para ganarse la simpatía de mamá", Arlen negó con la cabeza, sin creer la verdad que acababa de ver. "Durante todo este tiempo Kalila siempre ha sido sencilla. Es muy paciente y siempre sincera. No me imaginaba que todo eso era solo una máscara para conseguir dinero".

"Ya te lo dije, es muy manipuladora", Miranda chasqueó la lengua.

Arlen suspiró. La decepción todavía se sentía muy fuerte. Todavía no podía creer que su amistad de muchos años con Kalila resultara ser toda una falsedad. Kalila no era tan sincera con él.

Sentía que no solo estaba decepcionado, sino también herido.

"Desde el principio cuando me la presentaste, ya tenía el presentimiento de que tenía otras intenciones contigo", Miranda mostró una expresión molesta. "Y ahora seguramente se siente victoriosa porque te ha conseguido".

"Tranquila, no me dejaré tentar por ella", dijo Arlen con firmeza y convenciendo a su amada. "Te prometo que revelaré el verdadero yo de Lila a mamá. Después de eso, estoy seguro de que no habrá nada más que nos impida estar juntos".

Miranda sonrió hermosamente y apoyó su cabeza en el pecho ancho de Arlen.

"En cualquier caso, no permitas que te toque. Estoy segura de que intentará tentarte".

"No me dejaré tentar", respondió Arlen con mucha firmeza.

Para mí, Kalila, mi amiga, ya no existe.

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Continuará