Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 22
Llego al carro y el chofer tal vez me ve un poco desencajada porque dice — señora se siente bien?… casi no soy capaz de hablar pero, afirmó con la cabeza y me sale un suave — si… me subo al auto, miro por la ventana y pongo mis brazos alrededor de mi vientre, aún no puedo creer esto que está pasando, mi mente se quedó en blanco.
Cuando llegamos a la casa, Rosita no me esta esperando como siempre lo hace, y se me hace extraño porque ella siempre me recibe; asi que con el poco animo que me queda voy hacia la cocina; aprovecho para dejar mi lonche y hablar con ella, también porque necesito un abrazo suyo.
Cuando entro a la cocina, lo primero que veo por el ventanal que da hacia la psicina, es a Miguel con su súper modelo de asistente, ellos se estan besando y él se ve tan cariñoso y gentil, que mi corazón se arruga tanto que no puedo evitar el llanto, tampoco se porque me duele verlo con otra, si según yo ni cariño le tengo.
En ese momento entra Rosita que dice — señora, se encuentra bien?… mira la dirección en que mis ojos se encuentran fijos y dice — ay señora!!! Usted nunca debió ver eso… me da su mano y dice — vamos la acompaño a su habitación… entrecierro los ojos y le digo — porfavor… justo cuando vamos saliendo, Miguel entra a la cocina y dice — hola querida esposa, donde has estado?… su sarcasmo es una falta total de respeto, a lo que le digo — eso a usted no le debe importar… tengo tantos sentimientos encontrados que no me fije en mi respuesta, Rosita toma con fuerza mi mano y al ver la expresión de Miguel, dice — señora vamos la acompaño a su habitación… Miguel se acerca y dice — no Rosita, yo la acompañaré, ella debe explicarme esa falta de respeto… le tomo la mano a Rosita, no quiero que me deje sola, pero se que ella no puede hacer mucho, me mira con impotencia y lentamente me suelta, dejándome a merced del demonio.
Él me toma del brazo y me lleva casi arrastras, al llegar a la habitación, me despoja de mis pertenecías y me pone entre la pared y él; luego dice — sabes lo que pasa cada vez que me desafías Mariana, me extrañaste tanto que no pudiste evitar comportarte de esa manera para que te tuviera entre mis brazos… lucho con todas mis fuerzas y le digo — no me toque y no me bese, no quiero que lo haga y menos cuando viene de haber tocado y besado otra mujer, tenga un poquito de respeto y consideración conmigo… se detiene por un segundo poniendo su mano en mi barbilla haciendo que lo mire a los ojos y con ironía dice — acaso mi esposa está celosa?… con la poca fuerza que me queda le digo — solo le pido un poquito de respeto, solo eso… acaricia mis mejillas, su expresión se vuelve más cálida y con su otra mano pone mi mano en su pecho, luego dice — yo no me acoste con Isabella… sus palabras se sintieron tan bien y mi mano en su pecho hace que mi corazón se estremezca, poniéndome nerviosa.