Sinopsis Propuesta
En un mundo donde la fama y el poder pueden hacer que los secretos más oscuros salgan a la luz, una joven se encuentra atrapada entre el deseo y la traición. Tras un encuentro casual con un miembro de EXO, su vida da un giro inesperado: queda embarazada y se ve envuelta en una red de engaños y maltrato.
Mientras intenta proteger su secreto, es secuestrada por un grupo que quiere usar su conexión con la celebridad para sus propios fines. A medida que la trama avanza, se revela que cada personaje tiene sus propios secretos, y el amor puede ser tanto una salvación como una condena.
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Capítulo 21: El Precio de la Verdad
Valeria y Jihoon salieron del juzgado con el peso de una decisión irreversible. Sabían que cada paso los acercaba al abismo, pero también a la posibilidad de justicia. Mientras caminaban por las calles de la ciudad, el sonido de sus pasos parecía resonar en sus oídos, como si el propio destino los siguiera de cerca, en silencio y con una intensidad inquebrantable.
La estrategia era clara: el juez Suárez iniciaría una investigación preliminar, solicitando de manera sutil documentos y registros relacionados con las personas implicadas. Al mismo tiempo, Daniel, el periodista, prepararía un reportaje de impacto para lanzar las primeras sospechas al público y, de ese modo, abrir el camino para una investigación oficial. Sin embargo, antes de que esto sucediera, todos debían moverse como sombras.
Esa noche, mientras Valeria y Jihoon se refugiaban en un motel fuera de la ciudad, comenzaron a repasar los documentos, buscando alguna pista que los guiara hacia el próximo paso. La lista de nombres no dejaba de aturdir a Valeria. Ahí estaba, entre ellos, el hombre que su madre había mencionado en su cuaderno: “A.G.”.
—¿Quién crees que sea este “A.G.”? —preguntó Jihoon, al notar su mirada fija en esas iniciales.
—No lo sé, pero mi madre escribió que era el “verdadero motivo”. Algo me dice que esa persona era fundamental para desenmarañar toda esta red. Tal vez si logramos encontrarlo, podamos entender qué estaba buscando mi madre realmente.
Jihoon asintió, tomando la mano de Valeria y apretándola suavemente. —Sea quien sea, lo encontraremos. No estamos solos en esto.
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A la mañana siguiente, el juez Suárez organizó una reunión secreta en su casa, lejos de las miradas del juzgado. Valeria, Jihoon, y Daniel acudieron con cautela. La tensión en el aire era palpable. Al entrar, Pavel los saludó con una mezcla de determinación y preocupación.
—Lo primero que debemos hacer es tomar todas las precauciones para que no nos intercepten. He activado un protocolo de seguridad; cada llamada, cada documento que enviemos estará protegido, pero esto solo será efectivo hasta que el Círculo se dé cuenta de nuestras intenciones —explicó Suárez, su tono severo y concentrado.
Daniel asintió. —Tenemos un margen de tiempo muy corto. Una vez que la historia salga a la luz, sus contactos se activarán. Necesitamos prepararnos para los ataques, y también para la posibilidad de que alguien dentro de nuestras filas nos traicione.
—¿Crees que alguien pueda filtrarlo al Círculo? —preguntó Valeria, alarmada.
—Es posible, siempre lo es. Pero tengo una red de periodistas que se han comprometido a apoyar la publicación. Si algo nos sucede, ellos continuarán.
La reunión terminó con un plan de emergencia en caso de que alguno de ellos fuera descubierto. Todos comprendieron que la lucha apenas comenzaba y que las siguientes horas serían decisivas.
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Dos días después, Daniel publicó un artículo inicial, insinuando la existencia de una red de poder que dominaba desde las sombras. No mencionó nombres específicos, pero las implicaciones eran claras: aquellos en el poder no estaban seguros de hasta dónde llegaban sus secretos, y los rumores comenzaron a correr como pólvora.
El juez Suárez, por su parte, comenzó a recibir amenazas veladas. Casi de inmediato, notó que sus movimientos estaban siendo vigilados, sus documentos revisados con más frecuencia, y algunos de sus colegas mostraban una actitud distante. Sin embargo, esto no lo detuvo; al contrario, alimentó su determinación.
Mientras tanto, Valeria y Jihoon continuaban con sus propias investigaciones. Tras días de búsqueda en archivos y registros públicos, finalmente encontraron algo sorprendente sobre “A.G.”: las iniciales correspondían a Alexander Gromov, un exdiplomático ruso con conexiones en varios países y una fortuna considerable. Al parecer, Gromov había sido una figura clave en la expansión del Círculo y uno de los primeros en construir su red de contactos.
Al revisar su biografía, Valeria comprendió la relación entre Gromov y su madre. Años atrás, Sofía había trabajado para él como asistente. Esto explicaba cómo había descubierto los secretos del Círculo, y por qué se convirtió en un objetivo.
—Gromov es la clave —afirmó Jihoon, comprendiendo la gravedad del descubrimiento—. Si logramos encontrarlo, podríamos obtener pruebas irrefutables.
—Pero… ¿dónde está ahora? —preguntó Valeria, mordiéndose el labio. La última información sobre él databa de hace una década; después de eso, parecía haber desaparecido del radar.
—Podríamos buscar en los registros de sus propiedades o en documentos de sus contactos pasados —sugirió Jihoon—. Si logramos localizar una de sus propiedades o una de sus cuentas, podríamos seguir sus movimientos.
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La búsqueda de Gromov los llevó a un pequeño chalet en una ciudad costera, un lugar aparentemente abandonado, pero que, según los registros, seguía perteneciendo a él. Valeria y Jihoon decidieron arriesgarse y viajar hasta allí, esperando encontrar alguna pista que los guiara hacia su paradero actual.
Al llegar, el chalet parecía deshabitado, las ventanas cubiertas de polvo y el jardín lleno de maleza. Sin embargo, algo en la forma en que las puertas estaban cerradas les hizo sospechar que no estaba completamente abandonado. Valeria respiró hondo y empujó la puerta principal, que se abrió con un leve chirrido. Adentro, el lugar estaba oscuro, pero había signos recientes de actividad: papeles amontonados en una mesa, un teléfono móvil cargándose en la esquina.
—Alguien ha estado aquí —murmuró Jihoon, tomando una linterna para iluminar la habitación.
Se adentraron en la casa, revisando cada rincón, y en una de las habitaciones encontraron una caja de madera cerrada con un candado. Valeria rompió la cerradura, descubriendo dentro varios documentos con nombres de cuentas y transferencias, todas vinculadas a empresas de fachada.
Justo cuando estaban terminando de revisar la caja, escucharon el sonido de un coche acercándose. Valeria y Jihoon intercambiaron miradas, y sin dudarlo, apagaron la linterna y se escondieron detrás de una cortina gruesa. Minutos después, la puerta del chalet se abrió, y un hombre alto, de cabello canoso y ojos fríos, entró.
Era Alexander Gromov.
Valeria sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Estaban frente al hombre que había originado esta red de corrupción, el mismo que su madre había intentado desenmascarar. Jihoon le apretó la mano, indicándole que no hiciera ruido.
Gromov caminó por la habitación, revisando los documentos, mientras murmuraba en ruso, hablando consigo mismo. Luego, sacó su teléfono y marcó un número.
—Sí, todo está bajo control… Suárez y su pequeño grupo no llegarán lejos. —Su voz era fría y segura—. Los tenemos bajo vigilancia. Y la chica… Valeria Dmitriev… ya tenemos sus movimientos rastreados.
Al escuchar su propio nombre, Valeria sintió que el tiempo se detenía. El Círculo ya sabía de ella, y peor aún, sabían que estaba involucrada en esta investigación.
Cuando Gromov salió de la habitación, Valeria y Jihoon aprovecharon la oportunidad para escapar. Salieron del chalet y se dirigieron al coche sin mirar atrás, con el corazón latiéndoles con fuerza.
—Nos están cazando, Valeria. Ya saben quién eres y lo que tienes —dijo Jihoon mientras arrancaba el coche, con la mirada fija en la carretera.
Valeria, aún con la adrenalina recorriendo sus venas, asintió. Sabía que esta guerra acababa de intensificarse, y que el precio de la verdad sería mucho más alto de lo que jamás imaginó.
Lo bueno novela corta pero con toda el alma
Aplausos