A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo XXII Heridas abiertas
Punto de vista de Carlos
Pase toda mi vida engañado, criando una hija que no era mía, el odio y el deseo de venganza se habían adueñado de mi, aunque amaba a Veronica uno podía aceptar que ella era la hija del desgraciado de Emiliano Estrada.
El dolor que sentí cuando me enteré que yo no podía tener hijos y que siempre fue así desgarro mi alma. Tanto Catalina como Emiliano pagarían su traición, así que maquine un plan en el que ambos vieran sufrir lo que más querían en su vida. Con mi plan buscaba destruir a Veronica y a Aureliano, sabía que ese muchacho era lo más preciado para Emiliano, lo quería mucho.
Mi plan empezó desde hace más de un año, cuando me enteré que Amanda la novia de Aureliano había vuelto al país, contraté a un hombre para que la enamorara y la hiciera caer en sus redes. Esa mujer era una regalada, con dos palabras bonitas cayó en la trampa. Después planifique que Aureliano volviera al país, cree una crisis en su empresa, tenía el día y la hora en la que llegaría a la ciudad.
Y bueno lo demás fue poesía, ya que encontró a su amada con otro hombre. Para entonces ya yo le había dicho a Maximiliano Estrada que Veronica era su sobrina u que si su hijo no se casaba con mi supuesta hija; entonces la casaría con un viejo de muy mala reputación. Sabía que Maximiliano haría lo imposible para que su sobrina no sufriera más.
Ahora solo me quedaba quitar del camino al bueno para nada de Marcos, ese imbecil solo buscaba dinero y poder, así que le ofrecí mucho para que desapareciera y le hiciera creer a Veronica que yo lo tenía secuestrado. No me fue muy difícil hacerle creer a mi querida hija la mentira que había construido.
También planeé que Aureliano viera a Veronica con Marcos, acababa de salir de una relación donde la novia lo había engañado, al ver a su prometida con otro él iba a querer hacerla pagar por las culpas de Amanda y en el proceso acabaría con el mismo también. Mi plan no tenía cabos sueltos y todo saldría tal y como yo lo había planeado.
“No me parece que quieras obligar a nuestra hija a casarse con un hombre que no quiere”, las palabras de Catalina solo alimentaban mi odio hacia ella.
“Hago lo que se me plazca, además también es mi hija y soy quien decide sobre su futuro”, dije aguantando las ganas de gritarle que ya lo sabía todo.
“No entiendo cual es tu afán de casarla, ella ama a Marcos y con él es con quien va a hacer feliz”, siguió insistiendo en esa estupidez.
“Mejor calla, tu no tienes idea de quién es ese hombre, mi decisión está tomada y no hay vuelta de página, Veronica se casa con Aureliano Estrada y es mi última palabra”, dije con determinación.
Salí de la casa furioso por la desfachatez de Catalina, seguía insistiendo que Veronica era mi hija, pero pronto diré toda la verdad y ella sabrá lo que planeé para su querida hija.
Llegue a un bar y conocí a la tal Amanda, era una mujer muy hermosa y sabía que no estaba pasando por un buen momento, así que pensé seria buena idea llevármela a la cama. Me acerqué a ella y le invité algunas copas una cosa llevo a la otra y terminamos en una habitación de hotel. Fue una noche increíble, quería verle la cara a Aureliano cuando se enteré que la mujer que ama se estaba revolcando con su futuro suegro.
“Eso fue increíble, eres un hombre muy potente aún”, elogio la mujercita con una sonrisa.
“Cuando quieras repetimos”, dije con ganas de más.
“Aquí tienes mi número, el día que te sientas solo me llamas y nos encontramos”.
Después de pasar la noche con esa mujer fui a mi casa. Catalina se veía muy mal, pero ya nada de lo que le pasara me importaba, ella había decidido jugar con mis sentimientos, ahora que se atuviera a las consecuencias.
“¿Donde estabas?”, pregunto con los ojos tristes.
“No es tu problema, de ahora en adelante haré lo que se me venga en gana y no debo explicaciones a nadie”, respondí entrando al baño.
Media hora después salí de la regadera y pude bitar en mi cuerpo las marcas de la noche anterior. Esa mujer era realmente una fiera en la cama.
Salí despreocupado mostrando las huellas que me había dejado Amanda, pero a Catalina pareció no importarle y eso me hizo enojar a un mas con ella.
“Mírate estas vieja y fea, deberías cuidar mas tu apariencia”, le dije con desdén.
“Has cambiando mucho últimamente, ¿te pasa algo?”, preguntó la muy descarada. No pude contenerme más y le dije lo que pensaba de ella y de su mxxxxxx familia.
“¿Pensaste que me engañarías toda la vida?, ¿qué nunca descubriría que no soy el padre de Veronica?, que imbecil fui, yo que te salve de las habladurías de la gente, yo que a pesar de que no eras puta te acepté y me casé contigo y así me pagas, engañándome, haciéndome creer que tenía una hija, la cual era mi más grande orgullo. Pero sabes esto me lo vas a pagar, no descansaré hasta que tu amada hija sufra lo que yo estoy sufriendo y ser ella quien lo pague porque sé que te va a doler en el alma su sufrimiento”, mis palabras eran como puñales ardientes que salían de mi boca, vi el dolor en el rostro de Catalina y sentí un pequeño alivio, si algo tan insignificante la hacía sufrir no me quiero imaginar lo que sentirá cuando acabe con su hija y su amante.
“Déjame explicarte cómo estuvieron las cosas, no te ciegues por el odio. Aunque Veronica no lleva tu sangre tu la criaste y por ende es tu hija, por favor Carlos reflexiona lo que estás diciendo no hagas pagar a nuestra hija por mis errores”, Catalina está suplicando por la hija de ese desgraciado, cada palabra que decía me llenaba más de odio hacia ella.
“Cállate, no seas hipócrita. Esa bastarda no es mi hija, por lo tanto pagará por tus pecados u si se te ocurre abrir la boca haré que tu querida Veronica desaparezca de la faz de la tierra y sabes que soy capaz de hacerlo”, me cambie y salí de aquella habitación, no quería seguir escuchando las mentiras de Catalina, ya mi decisión estaba tomada y nada ni nadie me haría cambiar de parecer.