- "el cristal es frágil, tu corazón también lo es, eso quiere decir que sos frágil como el cristal"-
Alma Baez, dueña y chef pastelera , de una de las confiterías más exclusivas de la ciudad, por decisión de ella, y debido a un desafortunado incidente, que la llevó a no creer más en el amor, se habia vuelto una intriga, nadie la conocía personalmente.
Federico Alcaraz, millonario y arrogante, debía casarse en un año, para ser el dueño de las acciones de la empresa familiar, nunca se habia enamorado.
Podrá enamorarse de una mujer que lo rechaza?
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capítulo 22
Alma y Federico llegan a la casa de ella, ya era muy de noche, los faros alrededor de la misma, hacían mucho más linda la casa espejada, la de cristal, como ella y Ana la llamaban.
Una vez adentro, Alma se dispone a prender las luces.
- me voy a bañar y cambiar la ropa de la confitería, ya vuelvo.
- querés que ponga música?
- de la que hay que moverse por favor.
Alma no quería que le pusiera música lenta, estaba muy nerviosa con ese tema, sabía que hoy, sería "el día". Por su lado, Federico se dio cuenta, de la intención de ella, evitar la música lenta, se sonríe,- igual no te vas a salvar, no necesito la música, aunque si da una ayuda-
Alma se baña rápido, revisa como está su depilación, ella no era de prestarle mucha atención, sobre todo, porque no tenía pareja y estaba la mayoría del tiempo trabajando. Se pone ropa interior blanca y un vestido al cuerpo, de morley, cómodo, pero a su vez seductor y unas ojotas blancas. Baja a la planta baja y se encuentra a Federico, mirando a través de la ventana.
- querés cenar?, yo hoy no comí bocado en todo el día...
Federico se da vuelta y la mira, estaba hermosa con ese vestido muy sencillo y cuando vio las ojotas, se puso a reír, era más bajita aún.
- si vos estas en ojotas, entonces yo me saco el calzado y las medias, también quiero estar cómodo.
– jajajajajaja, ponete cómodo, no tengo nada para prestarte
- no te hagas problema amor, después de está noche, mañana no vamos a necesitar ropa ni nada...
Alma se puso colorada, reía nerviosamente.
- no es necesario que seas tan directo. ¿Donde quedó el romanticismo?
- en algún momento, vas a saber donde está, no te pongas nerviosa, solo quise romper el hielo.
- bien..., querés cenar?, porque yo si quiero.
- obvio, mi amor, me encantaría que me cocines, pero que sea algo liviano.
- dale, preparo una ensalada tibia.
Alma comienza a buscar las verduras, pone a cocinar en el horno un trozo de pollo. Estaba cortando las verduras para saltear y Federico, se coloca detrás de ella y abraza su cintura, atrayendo todo el cuerpo de ella, contra el suyo, mientras le besaba el cuello suavemente.
- me encanta verte cocinar, y desde esta vista, aún más.
Alma sentía que todo su cuerpo cobraba vida, estaba muy sensible con la cercanía y los besos de Federico.
- me voy a cortar un dedo, si me haces estas cosas.
Federico seguía besándola en el cuello, mientras le corría hacia un costado el bretel del vestido y de su corpiño, dejando su hombro al descubierto, entonces empezó a deslizarse con besos suaves desde el cuello hacia el hombro, así iba y venía con sus besos...
- no creo que a una chef experimentada, le pueda pasar eso.
- no te creas, ya que estoy perdiendo el control de mis manos y mi cuerpo...
Federico la gira, quedan frente a frente, él presiona su cuerpo contra el de ella, y a la vez, contra la mesada. Luego la besa profundamente en la boca, dejando sin aire a ambos. Él podía sentir el temblor del cuerpo de Alma. Se separa y le acomoda los breteles a su lugar.
- sabes tan rico!!!, está bien, te voy a dejar cocinar tranquila.
- gracias.
Apenas pudo emitir el sonido de su voz, Alma se sentía algo confundida, nunca nadie le había hecho sentir esas sensaciones, con unos simples besos y caricias.
Termina la ensalada, la acompaña con unas salsas ligeras y la sirve en dos platos que coloca en el desayunador junto a dos copas de vino .
- no tengo mesa, igual espero que la disfrutes
Federico prueba la ensalada y cierra sus ojos.
- es la mejor ensalada, con la mejor compañía y en el mejor lugar, esta riquísima, te felicito.
Alma lo mira y se sonríe, a ella le gusta mucho que le califiquen bien sus creaciones.
Terminan de cenar, Federico la mira cómo un felino, Alma salta de la butaca y empieza a juntar los utensilios donde comieron, y los va preparando para ponerlos en la lavadora. Federico se apura y pone un tema lento y va apagando las luces, a Alma le tiemblan las manos, se le cae un plato. Federico corre para ver si le pasó algo.
- que tonta, mira el desastre que hice.
- te lastimaste?
- no.
- me hace acordar al episodio del frasco, y recuerdo que nunca me agradeciste que ese día te salvara de caer.
Alma se sonríe, y tenía razón, ese día se escapó a su lugar de trabajo y no le agradeció haberla salvado.
- tenés razón, pero tiene su explicación, estaba en juego mi identidad. Gracias Federico, por haberme salvado ese día.
- no me sirve, ya paso la oportunidad, ahora quiero algo más sólido …
Se acerca a Alma y la abraza por la cintura.
- quiero que me agradezcas, porque a partir de hoy, salvaré toda tu vida. Bailemos, mira que hermosa canción te puse.
- pero estás descalzo y los pedazos del plato están en el piso.
Él se gira, para ver donde estaban los trozos, sin soltarla de la cintura, la empieza a correr lejos de ese desastre.
- ahora sí, bailemos. Mañana te ayudo con eso.
Empezaron a bailar, la música era muy lenta, así que apenas movían los píes, Federico le acaricia los brazos y le los lleva hacia el cuello de él, luego, toma su cintura y la aprieta fuerte contra él, Alma estaba prácticamente colgada, debido a la diferencia en la altura con Federico, había quedado casi inmovilizada. El empieza a deslizar sus manos en cada uno de los costados del cuerpo de Alma, sus manos subían, hasta la base de sus pechos y cuando bajaban, pasaban por las formas de sus caderas, acompañaba esas caricias hacia Alma, con suaves besos en la frente, a cada uno de sus ojos, la nariz, cada una de sus mejillas, bajando hasta besar todo su cuello. Para ese entonces Alma estaba entregada, tenía los ojos cerrados, solo disfrutaba de lo que Federico la hacía sentir. Cuando vuelve abrir los ojos, sé encuentra con la mirada encendida de Federico, entonces él la besa en la boca, abriendo sus labios y dominando toda su cavidad. Alma emite un gemido, eso enciende aún más a Federico que la levanta como para que Alma lo abrase con sus piernas en la cintura de él. Comienza a subir la escalera, llega a la cama y suavemente la acuesta sobre ella y él encima de Alma. Alma iba a decirle algo.
- Shhh, no digas nada, hoy, vos y yo, vamos a aprender a hacer el amor.
Vuelve a besarla, mientras va subiendo el vestido hasta sus caderas, baja su braga, se levanta y quita su camisa, dejando ante la vista de Alma su torso desnudo, desabrocha su pantalón y lo va quitando lentamente, y luego se embebe de la intimidad de Alma, ella a esa altura cree estar tocando el cielo con las manos, Federico sube nuevamente besando cada centímetro del cuerpo de Alma, mientras deslizaba hacia arriba el vestido, hasta sacárselo totalmente, le quita el corpiño y saborea cada uno de sus pechos, lleva los brazos de Alma hacia arriba, él termina de quitar la última prenda que el llevaba y se apodera totalmente del cuerpo de Alma, a partir de ese momento, fue un festival de movimientos y gemidos, hasta alcanzar juntos el éxtasis.
Luego de unos segundos, y ambos bañados en sudor, Federico sale de Alma y se coloca al lado de ella boca arriba, se queda callado, mirando al cielo, que los cristales de la casa de Alma, le permitían ver.
- Fede
- mmm?
- jamás viví algo como esta noche. Te amo con todo mi ser.
El la abraza y la atrae hacia su pecho.
- te juro Alma, si en este momento me viniese a buscar la muerte, me iría feliz, no creo que exista algo tan maravilloso como lo que sentí esta mágica noche. Te amo con mi vida, te amo con el último aire que me queda, te amo tanto, que tengo miedo a enloquecer.