Alpha

Después de aquel beso, la sucesión de besos eran continuos, esa parejita estaban más que enamorados. Selene le había dicho a Ben que deseaba conocer a su lobo Gunther, al ser hija y hermana de hombres lobos, estaba más que familiarizada con el asunto. Toda una vida anheló tener a su loba, pero que se le iba a hacer, había nacido humana como su amada madre.

Salieron tomados de la mansión, rumbo al bosque, más exactamente a la cabaña del lobo. Leonard los espiaba desde el fuerte, cada que notaba que la relación de esos dos avanzaba, sentía que menos oportunidad tenía con la humana.

- No deberías desear a la destinada de otro lobo, puedes perder la cabeza por ello. - aconsejó Magda, una loba beta que pertenecía a la guardia real.

- No sé a qué te refieres, solo estoy preocupado, Selene es mi amiga. - trató de disimular.

- Sí, como digas. - algo le decía que ese chico le traería problemas a la última de los Dumont-Holter, debía mantenerlo bajo vigilancia.

Selene y Ben llegaron al claro donde se halla la cabaña. Muy curiosa, observa todo el lugar, nota donde está el hacha y varios troncos perfectamente arrumbados. La chica se mordió el labio de solo imaginarlo realizando tal actividad.

Ben se acercó a ella y la estrechó por su angosta cintura, la admiró a detalle, cada que la miraba, descubría una nueva pequita.

- Sí sigues pensando en mí así, no voy a poder cumplir la promesa que le hice al alfa Antoine. - su voz sonó ronca.

Los colores se le subieron al rostro, acaso, ¿él podía leer sus pensamientos?

- Sí, puedo escuchar todo lo que piensas, aunque trato de no ser invasivo.

- Oh, por la diosa, que vergüenza, soy toda una pervertida, - lo miró y le dio una palmada en el hombro - y me dejaste pensar todas esas barbaridades.

- ¿Qué te puedo decir?, me encanta ser quien provoca hasta tus malos pensamientos mi lucesita.

- ¿Lucesita? - pregunta curiosa.

- Eso eres, la luz al final del camino.

Le estampa otro beso, pero casto, se retira un poco y comienza el crujir de huesos, dando paso a la transformación, quedando frente a ella a un magnífico ejemplar que recuerda muy bien.

- Hola precioso, ¡wow! Eres mucho más hermoso de lo que recuerdo de ese día. - le dice mientras acaricia su pelambre negro brillante.

Gunther mueve la cola y se deja dar cariño por su mate. Realmente es un lobo despiadado con sus enemigos, pero con esa tierna humana pervertida, es todo un cachorro.

- ¿Te gusta esto? - le pregunta mientras acaricia la parte trasera de sus orejas puntiagudas.

Lobo y humana, juegan un largo rato, en aquel claro, cuando la tarde llegó y el sol estaba por ponerse, decidieron que ya era hora de volver a la mansión. Selene se subió al lomo del alfa. Pronto llegaron hasta la mansión donde los recibieron Antoine, quien abrió los ojos hasta más no poder y una Rebecca muy sonreída.

''Solo espero que ese cretino no se haya desnudado frente a nuestra cachorra''. - le comunicó Eon.

No quería imaginar tal escena, ya creía que iba a empezar a sufrir un paro cardíaco, y eso que los lobos no sufren de ninguna enfermedad humana. Mucho menos él que es inmortal.

Sin transformarse para no incomodar aún más a su suegro, bajó su cabeza a modo de reverencia, dio media vuelta y corrió por donde llegaron.

- ¿Cómo te fue? - preguntó muy entusiasmada Rebecca - ¿Si está bien... - Antoine le tapó la boca antes de que dijera cualquier barbaridad, gruñendo por los atrevimientos de esa rubia, más tarde azotaría ese culo porque ella solo debía tener ojos para él.

- Mejor entremos, ve a tu habitación a descansar y bajas para la cena, debo reprender a tu mamá por mirar a otros tipos. - habló entre gruñidos.

Rebecca balbuceaba, ya que seguía con la mano de Antoine sobre su boca.

- Ahora sí, voy a castigarte por ser una luna coqueta, te voy a enseñar que al único hombre que debes mirar perversamente es a mí.