Mariana se casó hace un año. Todo era maravilloso en su vida hasta hace un mes, donde todo cambió y no sabe el porque.
Justo cuando pensó que podrían superar lo malo, lo encuentra engañandola. Ahora sí, con el corazón lastimado, tendrá que salir a delante sin ese hombre por el que dejo todo atrás. Tendrá que saber afrontar lo que le deparará el destino para ella y para su pequeño.
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Capítulo 5
El día que se cumplió la semana que Dante le había dado a Mariana para que firmara los papeles del divorcio, ella se despertó descompuesta. Apenas había abierto los ojos, cuando las ganas de vomitar la hicieron salir corriendo al baño.
Luego de derramar hasta casi sus entrañas en el baño, se levantó del suelo. Se enjuagó la boca y se lavó los dientes.
Después de arreglarse bajó a desayunar. Habló durante un rato con Rosa y fue a buscar los papeles del divorcio que Dante le había dejado cuando se fue hace una semana. Se los quedó mirando durante un rato sin saber qué hacer, hasta que tomó la decisión de firmarlos de una buena vez para que su calvario, de estos meses, terminara.
Una vez con los papeles firmados, iba a ir a llevárselos a Dante, para que él los llevara al registro civil o en todo caso, que lo hiciera su abogado, pero las ganas de vomitar volvieron. Esto preocupo a Rosa, quien salió detrás de ella corriendo hasta llegar al baño de la planta baja.
Cuando Mariana terminó, sé enjuago la boca y salió al pasillo, encontrándose con Rosa.
Justo cuando Rosa le iba a preguntar si estaba bien, Mariana se desvaneció de repente. Por suerte Rosa actuó rápido y la agarró antes de que esta callera al suelo.
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Cuando Mariana recuperó la conciencia, pudo ver a una Rosa desesperada, tratando de que ella reaccionara, tratando de que oliera alcohol.
-Rosa... ¿Qué me paso?
-Te desmayaste mi niña. Me asusté mucho.
-Ya, ya estoy bien, deja que me levante.
Rosa ayudó a Mariana a levantarse.
-Con mucho cuidado, mi niña.
Una vez parada, Rosa ayudó a Mariana a ir hasta la sala donde la ayudó a sentarse en un sofá.
-Mi niña... Tienes que ir al médico a que te revisen.
-No creo que sea necesario, Rosa. Tal vez y solo fue el estrés de estos días, que me ha pasado factura y nada más.
-Tal vez así sea. Pero hubo días donde no comiste y ahora te desmayaste. Es mejor que vayas y si quieres, yo te acompaño.
Mariana suspira y le dice a Rosa.
-Tienes razón. Iré al hospital a que me revisen y después iré al banco a hablar con Dante y llevarle los papeles del divorcio ya firmados. Tú mejor quédate a hacer tus cosas y cuando regrese te digo que fue lo que me dijo el médico.
Rosa, satisfecha con su respuesta, le dijo.
-Muy bien mi niña. Para cuando llegues te tendré hecha una rica sopa para que no te caiga mal en el estómago.
-Gracias mi Rosa. ¿Qué haría yo sin ti?
Mariana, ya sintiéndose mejor, con mucho cuidado, subió a buscar su cartera mientras Rosa le pedía un taxi, para que la llevara al hospital.
Cuando el Taxi paró en las puertas del hospital general de la ciudad, Mariana le pagó al taxista y bajó con cuidado.
Al ingresar por la puerta va a resección y le comenta a la joven que estaba ahí a que venía. Ella rápidamente la deriva al piso de revisiones médicas no urgentes. Una vez allí, como no había muchas personas, la hicieron ingresar a un cubículo, donde esperaría a que un médico la atienda.
Una enfermera vino al poco tiempo y le pidió unos datos y le hizo algunas preguntas de control. Después de eso le dijo que espere al médico y se marchó.
Al rato apareció un doctor.
-Hola, ¿qué tal? Soy el doctor Fernando Gutiérrez y voy a ser su médico el día hoy.
Después de hacerle más preguntas y ella contestarle, el doctor Gutiérrez le mando una serie de exámenes de sangre.
-Bueno, en una hora, hora y medía ya tendrían que estar los resultados. Así que por favor espere a la enfermera que le sacara sangre y puede ir a fuera a esperar.
-Está bien. Gracias doctor.
Mariana se quedó esperando como cinco minutos a la enfermera. Cuando esta vino, traía ya los elementos para la extracción de sangre.
Cuando la enfermera termino de sacarle sangre, le dijo a Mariana.
-Bueno, señora. Ahora tiene que esperar afuera, cuando estén los resultados la llamaremos para que vuelva a ingresar.
Mariana fue afuera y espero poco más de una hora sentada un una silla a que la llamaran. Cuando lo hicieron, ingresó nerviosa por los resultados del examen.
Adentro del consultorio, ya el doctor la esperaba.
-Bueno, señora, tome asiento por favor.
Dijo el doctor y Mariana se sentó.
-Ya estuve viendo el resultado de sus exámenes y déjeme decirle que está un poco anémica, eso le hará mal en su estado. Debe de cuidarse más que nunca, debe alimentarse muy bien y tomar vitaminas, ahora le recetaré algunas para que tenga ya por unos meses.
Mariana estaba confundida de porque el médico la estaba retando de no alimentarse bien en su estado, así que para sacarse la duda le pregunto.
-Disculpe, doctor. ¿De qué estado me está hablando? ¿Acaso estoy enferma?
El médico la miro sorprendido y luego con una sonrisa le contestó.
-No, no. Disculpe, pensé que sabía. Pero es verdad, ahora que recuerdo usted me había dicho que no cuando le pregunte. Me complace informarle que está usted embarazada señora.
-¿Qué?
-Así es, está embarazada. Como usted está anémica, le mandaré vitaminas y el ácido fólico. Por favor aliméntese mejor por usted y por el bebe.
Mariana, todavía sorprendida por la noticia, solo pudo asentir.
-La derivaré para que le hagan una ecografía para ver de cuanto está.
-Sí, está bien. Gracias doctor.
-De nada. Espero que esté bien. Hasta luego.
Luego de eso el médico se fue dejándole las recetas para las vitaminas y el ácido fólico. Después vino la enfermera y la llevó a donde le harían la ecografía.
La encargada de hacerle la ecografía era una mujer, ya de edad avanzada. Así que sin darle muchas vueltas al asunto, le pidió que se acostara en la camilla y se levantara la remera.
Cuando Mariana lo hizo le aplicó el gel en el estómago y empezó a pasarle el ecógrafo de inmediato. Busco durante unos segundos en silencio, hasta que lo pudo ver con claridad y le dijo.
-Aquí lo tenemos, mmm. Pues por su tamaño, tiene poco más de cinco semanas.
De pronto, la médica ecógrafo, movió el monitor para que Mariana pudiera ver bien.
-Ese pequeño porotito que ves ahí, es tu bebe.
El ver a su bebe a través de esa pantalla, le lleno el corazón de amor.
No podía más de la emoción.
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